Litio: el sector que puede multiplicar en poco tiempo inversiones y exportaciones

Si las condiciones fueran atractivas, podría recibir por parte de privados desembolsos por US$10.000 millones en los próximos cinco años y pasar a vender al exterior por US$4000 millones anuales
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Ana Belén Ehuletche

PARA LA NACION

Mientras avanzan en el país experiencias piloto para producir baterías eléctricas y celdas de litio, insumos que resultan determinantes para las industrias en el camino hacia la electrificación, especialistas aseguran que la Argentina debe definir su rol en esta cadena para insertarse de forma eficiente.

El Gobierno y los privados deben evitar “cuellos de botella” y definir si compiten en el negocio mundial de baterías o se enfocan en el despacho del recurso como insumo hacia los países que concentran la industria: China, Estados Unidos, Japón, la Unión Europea y Corea del Sur.

En su paso por Colombia, donde asistió a la asunción del nuevo presidente Gustavo Petro, Alberto Fernández, avanzó en una agenda política, económica y comercial bilateral, “centralizada en temas energéticos y de minería, relacionados con el desarrollo conjunto del litio y la provisión de gas”, con su par de Bolivia, Luis Arce, según informaron fuentes oficiales.

En cuanto a la cooperación en materia de litio el Presidente destacó el desarrollo de proyectos que involucren a toda la cadena de valor del mineral, y que “otorguen valor agregado a las exportaciones de ambos países y promuevan la capacitación de técnicos y científicos”.

En términos generales el insumo se demanda principalmente para la fabricación de baterías (71%) y en menor media para cerámica y vidrio (14%), grasas y lubricantes (4%), metalurgia (2%), polímeros (2%) y tratamiento agua (1%), entre otros usos (6%).

Distintos informes muestran crecimiento sostenido de la demanda en los próximos años, lo que representa una inmensa oportunidad para la Argentina que integra el “triángulo del litio”, junto con Bolivia y Chile. Según datos de 2018 del Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS), concentra alrededor del 67% de las reservas probadas, o detectadas, de litio y cerca de la mitad de la oferta global. Según una nota del Wall Street Journal, la demanda mundial de litio se disparó, los precios del mineral subieron un 750% desde principios de 2021.

En concreto, la Argentina ocupa el cuarto lugar a nivel mundial en producción de litio y segundo en reservas; las estimaciones apuntan a que tiene alrededor de 19.3 millones de toneladas concentradas en Salta (41 %), Jujuy (37 %) y Catamarca (22 %), frente a más de 21 millones en Bolivia y 9 millones en Chile. Actualmente Chile es el principal exportador de los países que conforman este triángulo -y segundo a nivel global- con el aporte de 150.000 toneladas por año, lejos de la Argentina, que despacha menos de 35.000.

Inversiones

Las estimaciones de inversión más austeras alcanzan los US$5000 millones, sin embargo, distintos cálculos privados coinciden en que pueden ascender a US$10.000 millones en un período de 5 años si se generan condiciones atractivas para el sector privado.

En ese camino, para atraer inversiones directas en moneda extranjera, el Gobierno creó el Régimen de Fomento de Inversiones para las Exportaciones, sancionado a través del Decreto 234/202. Aquellas iniciativas que superen los U$S 100 millones, podrán gozar de un monto de liquidación diferenciada de hasta un 20% de divisas obtenidas en las exportaciones vinculadas al proyecto de inversión.

Y-Tec, la pata tecnológica de YPF, confirmó que en diciembre se pondrá en marcha la producción de “celdas” para baterías de litio en la Argentina, un proyecto que apunta a un desarrollo integral del producto, desde el salar hasta las baterías.

La minera Liex, se convirtió en una de las primeras en acceder a este beneficio al anunciar una inversión de US$ 371 millones en los próximos 3 años para la producción de litio en Catamarca. El proyecto se sumó a otros 38 que están en etapa de exploración en la puna argentina.

La exploración seduce al sector privado, pero también a gobernadores de distintos colores políticos por el impacto económico que genera la actividad. En este sentido tanto Gerardo Morales, de Jujuy, como Raúl Jalil, de Catamarca, coincidieron en la última Feria Internacional PDAC, la convención minera y de exploración de minerales más importante a nivel mundial, en Canadá, y ponderaron las posibilidades de desarrollo que genera el litio en el norte argentino.

En ese marco, Morales, destacó que el “proceso de inversiones” para la explotación de litio y polimetálico en yacimientos jujeños “ha seguido vigente y avanzando”, durante la pandemia y señaló que la política minera jujeña está centrada en el “cuidado ambiental a partir del fortalecimiento de los marcos regulatorios para prevenir, mitigar y restaurar daños ambientales”.

Aunque no se trata de un insumo desconocido para la industria ya que se utiliza desde hace décadas en distintas actividades como la fabricación de cerámicas, vidrios, caucho sintético y lubricantes, en la industria del aluminio o la elaboración de medicamentos, el boom del litio responde a que se convirtió en un insumo crucial en la transición hacia la electromovilidad.

Durante los años noventa, fabricantes de electrónica de consumo –principalmente de celulares y computadoras- fueron los grandes usuarios de este insumo químico, mientras progresivamente comenzó a crecer la demanda por parte de los fabricantes de baterías para vehículos eléctricos, desde automóviles y autobuses hasta motos y bicicletas.

Actualmente están activos en el país el proyecto Fenix, de la empresa Livent - subsidiaria de la estadounidense FMC- en Catamarca, y Salar de Olaroz, de la empresa australiana Orocobre, en Jujuy. Con estas empresas en marcha el Gobierno prevé un aumento exponencial de la producción al pasar de 37.500 toneladas de litio anuales a más de 200 mil mientras otras 7 iniciativas se encuentran en etapa de construcción.

Además, con la puesta en marcha de Caucharí Olaroz en Jujuy, en 2023, la producción ascendería a 80.000 toneladas, creciendo hacia 2024. Desde la Secretaría de Energía calculan que se podría pasar de exportar litio por 200 millones de dólares en 2021 a 4000 millones anuales en un período de cinco a seis años.

Agenda estratégica

En el escenario global, Asia (Japón, Corea del Sur) es el principal centro de consumo, representando el 65 del litio a nivel agregado, y más del 90 si sólo se considera lo usado para la fabricación de baterías. En términos generales el insumo se demanda principalmente para la fabricación de baterías (71%) y en menor media para cerámica y vidrio (14%), grasas y lubricantes (4%), metalurgia (2%), polímeros (2%) y tratamiento agua (1%), entre otros usos (6%).

En los últimos años, en un contexto de mayor interés por reducir el impacto ambiental que produce el cambio climático y, al mismo tiempo buscar una alternativa a los combustibles fósiles, resultó clave para la fabricación de las baterías de “ion-litio”2.

El litio ocupa la posición 25 en el ránking de elementos más abundantes de la tierra y se encuentra en más de 150 minerales, entre ellos, arcillas, salares continentales, aguas geotermales y agua de mar, pero solo en pocos depósitos se encuentra en niveles de concentración adecuados para su explotación con la tecnología disponible en la actualidad, describe el último informe del BID sobre la situación del litio en la Argentina.

Reglas claras

“Para potenciar el crecimiento es fundamental generar y sostener un contexto de reglas claras y un marco fiscal adecuado para la inversión; apoyando las inversiones se generan desarrollos que impulsan la producción, el empleo y la entrada de divisas, que, además, motorizan a las economías regionales a partir de la cadena de proveedores, consolidándose un entramado generador de valor”, describen desde la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM).

Para despejar tensiones, las empresas trabajan para reforzar sus lazos con las comunidades aledañas a los proyectos. No solo las compañías en operación, sino también las que están en etapas previas, “se están desarrollando políticas de acercamiento comunitario y generando instancias de diálogo”, indican y agregan que “llevan adelante acciones que incluyen la generación de alternativas de desarrollo productivo, capacitación, mejoras en infraestructura, programas de transparencia y puertas abiertas, etc.”.

El punto no es menor ya que el descontento social es uno de los principales factores de riesgo para la evolución de los proyectos mineros, junto con el proceso normativo y de concesión de los espacios donde se inician las exploraciones.

El segundo paso para definir la “agenda estratégica” es superar una tensión que puede resultar determinante: industrialización o extractivismo. “La Argentina tiene el potencial para convertirse en el principal productor porque están dadas las condiciones pero no podemos pensar eso en el corto plazo sino recién en un tiempo de 10 a 15 años, dependiendo también cómo se desarrollen los recursos en otros países”, cuenta Víctor Delbuono, investigador del Área de Recursos Naturales de Fundar, centro dedicado al estudio y diseño de políticas públicas.

El investigador de Fundar puso el foco en un aspecto central. “El modelo de explotación en Argentina se encuentra entre el de gobernanza estatal boliviano, donde es el Estado el que lidera el proceso a través de una empresa pública, y el modelo chileno donde el sector privado asume la función productiva. En la Argentina participan empresas de los estados provinciales, que son quienes tienen mediante diferentes convenios de exploración o explotación”, señaló el magíster en energía por la Universidad de Buenos Aires.

En el sistema federal argentino la titularidad del dominio de los recursos naturales corresponde a las provincias, por eso, un asunto pendiente es la unificación de criterios tanto respecto a la explotación del recurso y los cuidados ambientales que son fundamentales como los requisitos que exigen a los inversores las distintas jurisdicciones provinciales y locales.

Desde Fundar sostienen que tanto Chile y, sobre todo, Bolivia, implementaron estrategias tendientes a mejorar la captación de renta por parte del Estado y a localizar actividades productivas relacionadas con el procesamiento del litio. Mientras que en nuestro país hay un marco normativo “poco favorable” al desarrollo de políticas productivas, visiones encontradas sobre la estrategia correcta, y falta de coordinación entre provincias y niveles de gobierno.

Insisten en que “resulta imprescindible superar las tensiones entre las visiones extractivista e industrialista sobre el recurso, de modo de construir una alternativa que aspire, al mismo tiempo, a aumentar el volumen de producción y a promover el desarrollo de capacidades tecnológicas y productivas”. “El proceso de construcción de esa agenda debe ser abierto, incorporando en su definición a los actores productivos, al sistema de ciencia y técnica, a las comunidades que habitan en las zonas aledañas al recurso y a organizaciones de la sociedad civil que trabajen sobre aspectos ambientales”, concluyen.

La experiencia privada

Por su parte, Carlos Gali, VP de Desarrollo de Proyectos Minera Lithium Americas Corp, una sociedad listada en Toronto y Nueva York, con activos de litio en Estados Unidos y en Argentina, apuntó al nivel de riesgos que asumen las empresas. “Siempre tenemos que apuntar a agregar más valor y la Argentina tiene capacidad de hacerlo por su historia de ciencia y tecnología, pero tiene que ser un proceso consciente y bien diseñado; no se trata de perseguir una cadena de valor de forma atolondrada e ineficiente con alto costo porque podemos terminar compitiendo donde no somos competitivos”.

Gali describió el largo proceso que se aplica en la Argentina a través de la utilización de sal muera para alcanzar el estado más puro del litio y aclaró que “no es materia prima en bruto, son producto de alto valor agregado”. Además destacó que “el precio del litio no es solo resultado de oferta y demanda sino de cuán difícil es alcanzar un producto con la calidad que requiere un fabricante de baterías que es extremadamente exigente”. El especialista también apuntó a la tensa relación entre China y Estados Unidos como una oportunidad. “De cara al crecimiento de electromovilidad en Europa se debe pensar de qué manera maximizar el valor agregado, mientras que en el plano local todavía hay que trabajar en generar la demanda”, indicó.

Aunque se debe “aprovechar” el presente del litio, en un contexto de incremento mundial de la demanda, desde Caem abren el debate al señalar, por un lado, que “existen actualmente numerosos proyectos que podrían abastecer dicho aumento no solo en Argentina, sino también en Chile, Australia y Canadá, entre otros países.

Fuente: La Nación / Ana Belén Ehuletche

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