El rol de Salta ante la crisis energética

Salta 16/07/2022 Por Minería Sustentable
El mundo transita por un momento sumamente delicado. Ya desde antes de la invasión rusa a Ucrania las tensiones geopolíticas vinieron creciendo a tal punto que hoy parece extraño pensar en la década de 1990 como una era de total prosperidad.
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La reconfiguración de los esquemas productivos y las grandes cadenas de globalización y el auge nos muestra un mundo donde seriamente se debate el orden internacional.

Queda muy lejos la fundación de Naciones Unidas, los consensos de Washington, las cumbres de las Américas con foto grupal de la región, la apertura del Mercosur y, más cerca, la reunión del G20 en Buenos Aires. Lo que se vislumbra es el renacimiento de la competencia por sobre el acuerdo y el golpe de efecto político de seguir tirando de una cuerda que lleva décadas de erosión. El punto culminante puede ser lo que hoy, trágicamente, ocurre en Ucrania. Pero ya venía avisando que el origen de la policrisis mundial parte desde antes, como fue la invasión de Iraq por parte de Estados Unidos, el fiasco de Afganistán en 2001 y en 2021, la elección de Trump, la guerra (que sigue bien viva) en Siria, los encontronazos con Irán, la urgente crisis climática y la respuesta a la pandemia, donde hoy todavía se discute si deberían o no liberar la patente de la cura. El mundo no tiene descanso de problemas, y hoy se suma uno más a la policrisis: la crisis energética. Creo que tanto Argentina en su totalidad, y Salta en particular, podrían aportar no solo casos de estudio sino soluciones a este tema trascendental.

En parte, el contexto presiona a la Argentina a tomar posiciones estratégicas: la Argentina participa de invitada en el foro del G7 en Alemania y pretende ser parte del grupo de los BRICS: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, justamente para ser un player internacional ¿Y Salta?

No es descabellado pensar en lo local como parte de una solución global. Es más, si no se piensa estratégicamente en cómo encaja un contexto como el salteño en un mundo como el actual, entonces desaprovecharíamos la capacidad de inserción inteligente, de planificación a largo plazo, y del esfuerzo colectivo para proveer al mundo de sus bienes e insumos necesarios, pero "Made in Salta".

No por nada hoy tanto el Gobierno de la Provincia como el de la ciudad tienen áreas especializadas en relaciones internacionales, teniendo también la disciplina en el ámbito universitario.

Entonces queda por preguntarse si los líderes políticos locales están planificando o estratégicamente pensando en el rol de Salta en un mundo en policrisis.

¿Como interactúa hoy el Estado, en sus diferentes niveles, con la ecuación de preparar hoy las condiciones para estar mejor en el futuro?

¿Cuáles son las ambiciones de posicionar una provincia rica, pero con niveles altos de informalidad y pobreza, frente a los desafíos de la humanidad?

¿Por qué no pensar en Salta como plataforma de resolución de tantos problemas que tienen el país, la región y el mundo?

Salir de la pequeñez de clausurar el debate sin intentar pensar más allá del calendario legislativo es propio de líderes a la altura. Recordemos el acto de participación ciudadana al momento de elegir democráticamente a nuestros líderes no es una rifa barrial, es un voto de esperanza, de máxima responsabilidad, y con la expectativa cumbre de exigir respuestas, por lo menos al término de un mandato. Quedará mucho por decir sobre la calidad y las propuestas políticas, pero amen de eso la responsabilidad existe, es urgente y pide respuestas, algunas con errores otras sin tantos, con acciones concretas.

Entonces, a modo breve, repasemos el potencial, las respuestas y el veredicto de Salta como solución al tema crítico de la policrisis actual: la producción energética desde Salta.

El potencial local

El mundo necesita energía verde, sustentable y garantizada a largo plazo. La época de petróleo o gas ruso barato se terminó al mismo tiempo que cruzaron los soldados de Putin la frontera con Ucrania el pasado febrero. La recomposición del mercado energético ya venía con problemas a partir de la reactivación económica pospandemia y la demanda para suplir dos años de parálisis.

Para el mundo, dos condiciones son necesarias para transformar las cadenas energéticas: que sean constantes (flujos) y que estén garantizados a largo plazo. Este último punto es crítico. Lo que realmente significa es que el origen de las nuevas fuentes que reemplacen a la matriz rusa tienen que ser extremadamente pacíficos, con bajísimos umbrales de riesgos bélicos. Hoy la Argentina y Salta pueden asegurar condiciones de paz total (en el sentido bélico). Por ende, para el que debe ingresar la inversión para desarrollar el flujo (lo constante), aun con cepo o desastre político, se puede predecir que mientras la ingeniería no falle tampoco lo hará la ecuación de garantías a largo plazo. Por eso, ya en 2021, Salta fue y es foco de inversiones a largo plazo para su sector energético, sobre todo el del litio. Aunque por detrás, inclusive, de Jujuy, Salta está en el podio de exportaciones del sector minero, recaudando en 2021 más de $291.210.600 en regalías. El sector, en Salta, emplea alrededor de 3.000 trabajadores directos y 12.000 indirectos; aún así, la tasa de desempleo en la provincia todavía es mayor a la media nacional, con 6,2%.

Mas allá del litio, la potencialidad de la energía solar es otro rubro para planificar estratégicamente. Solo el Parque Solar Fotovoltaico Altiplano 200, ubicado en Olacapato, podría cubrir el 40% de la demanda de energía de la provincia. En ambos casos, y con muchísimas dudas al respecto por parte de organizaciones científicas y civiles, la sustentabilidad ambiental y climática debe ser el componente más importante de cualquier estrategia energética con vistas al mundo.

El próximo medio siglo

En este contexto, ¿por qué no situar a Salta como la capital de la energía renovable del mundo?

Uno pensaría que, a tal oportunidad, los niveles del Estado estarían trabajando para lograr exportar más, de manera sustentable y con vistas a más y mejor desarrollo humano.

Por lo que se ve publicado en la página web del Gobierno de la Provincia y analizando los últimos 10 proyectos de ley en la Legislatura, parecería que el desarrollo energético en Salta está en manos del beneplácito de empresas privadas. No está para nada mal desarrollar proyectos de inversión público-privados, pero para la escala que hoy Salta podría ofrecer al mundo el tratamiento del tema como política de Estado parece naufragar entre despachos, anuncios televisados y aportes desde el periodismo.

¿Cuál es la política energética de aquí a 50 años en Salta?

Es momento de confluir a todos los sectores que puedan aportar al desarrollo de una industria de la mano de la sustentabilidad, la calidad del control ambiental, la inversión humana local, la potencialidad de las exportaciones y más infraestructura.

El mundo, en policrisis, contentísimo compraría a Salta su flujo constante de abastecimiento si supiese que hay un plan específico para convertirla la capital de la energía limpia, como lo es hoy Houston para el petróleo. 
Para eso, y volviendo a ver la tristísima agenda legislativa provincial (lo que debería ser el catalizador de ideas de todos en Salta), urge ver la transversalidad del sector energético combinando la previsibilidad política, la técnica y la ciencia, las universidades, los terciarios, el motor de los servicios, las leyes fundamentales y claro plan de inversión en logística, en control, en infraestructura, en modernización del estado, en planes de desarrollo local y en posicionamiento internacional de Salta como potencia energética.

Si la mayoría de estos elementos tuvieran un camino de planificación a futuro hasta Putin tendría otro dolor de cabeza. Pero nada de esto pasará por accidente. Salta puede responder a la policrisis mundial, pero lo debe hacer con trabajo consensuando, participación ciudadana, rendición de cuentas y altura para debatir los puntos de inflexión y tomar decisiones, siempre a través de mecanismos democráticos y no en sobres cerrados de licitaciones. A modo de ejemplo, de los $291.210.600 en regalías, ¿sabemos cuánto se destina a seguir financiando el desarrollo integral que se describe arriba? Lo bueno de los momentos de crisis y más cuando son de policrisis es que interpelan y producen cambios de conductas y acciones. El momento de ese cambio, para Salta, es ahora. 

Fuente: El Tribuno / Ezequiel Jiménez

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