Inauguran un mural en homenaje a quienes trabajaron en La Casualidad
Por Roberto Acebo
El viernes 22 de noviembre se cumplieron 45 años del cierre del Establecimiento Azufrero Mina La Casualidad, por esa razón, los ex residentes del pueblo minero inauguraron un memorial en la plaza de la Salud, en el ingreso a Rosario de Lerma.
Nora Gallegos, presidenta de la Asociación de Ex Residentes Azufreros y el doctor en Geología Eduardo Alonso estuvieron presentes -este último cuando fue director de Minería de la Provincia- colaboró con los viajes a la mina del departamento Los Andes. Quienes vivieron y nacieron en el hoy pueblo abandonado de la Puna regresan periódicamente. "Por lo menos una vez por año estamos yendo", dijo Luis "Quico" Pereyra, azufrero que también organizó el acto y es gran conocedor de la historia del pueblo. Invitaron a todos aquellos que vivieron en La Casualidad, a los hijos y nietos y a los que conocen parte de esa historia, la de un campamento de una de las producciones emblemáticas que tuvo Salta.
"Queremos que la gente de la ciudad y las personas que lean el diario, se enteren o refuercen los conocimientos que tienen sobre el lugar", dijo Quico Pereyra en la charla con El Tribuno.
¿Por qué un monumento?
"Es un memorial que nosotros, los descendientes de los trabajadores de Mina La Casualidad, estamos haciendo, justamente, en homenaje a la memoria de todas las personas que trabajaron en distintas épocas en la mina de azufre, en todas las dependencias", dijo.
Nacido en la mina y conocedor de su historia, Pereyra agregó: "No solamente tenía dependencia en el propio yacimiento de azufre, sino también en la planta de concentración, en la estación del ferrocarril y en una instalación que había en el salar del Río Grande para bombear agua".
"Es una forma de preservar la memoria del lugar para que las generaciones actuales no se olviden del tema, o por lo menos para que lo tengan presente y sepan lo que fue y lo que significó en su momento la Mina La Casualidad", reflexionó.
La mina cerró el 22 de noviembre de 1979, cuando la última dictadura gobernaba el país luego del golpe del 76. "Estamos a bastante tiempo, 45 años, y justo se dio la oportunidad de poder inaugurar este memorial en una época que es muy significativa para todos los que alguna vez tuvimos algo que ver con la mina azufrera", dijo.
El cablecarril
El mural tiene una representación simbólica, hecha con la técnica del mosaiquismo. Representa al cablecarril que se encargaba de transportar el azufre desde la mina Julia, "que estaba más o menos a unos 5.200 metros de altura, hasta las plantas de concentración que se encontraban mil metros más abajo y a unos 25 km de distancia", detalló. "El mural refleja eso, porque estaba continuamente en funcionamiento a lo largo del año y todo el mundo se siente identificado con la imagen del cablecarril en movimiento", agregó.
Símbolo de la producción, ese elemento de la ingeniería da cuenta de la importancia de la mina. "En esa época, el establecimiento Azufrero Salta, a cargo de Fabricaciones Militares, producía algo así como el 95% de las necesidades de azufre del país. Por eso la compañía Azufrera de Argentina, que empezó a operar en los años 40, hizo una sociedad mixta con Fabricaciones Militares, hasta que en el 51 Fabricaciones Militares se hace cargo de todo el paquete accionario, y a partir de ahí empieza a estar bajo la órbita de la Dirección Nacional de Fabricaciones Militares", contó el azufrero.
Azufre
El azufre es un mineral importante en toda época. "Si hablamos de los derivados del azufre, uno de los más importantes es el ácido sulfúrico, el motor de la industria química pesada y debe haber muy pocos procesos en donde el ácido sulfúrico no intervenga de alguna manera", dijo Quico Pereyra, y enumeró: "Está en la industria del azúcar, industria del vino, industria del nylon, del rayón, en fertilizantes, agroquímicos, medicamentos, etc. Es variada y amplia la gama de cosas que se hacen con azufre y con ácido sulfúrico".
Error
"Un error geopolítico del gobierno militar", dice Pereyra sobre el cierre de la mina. José Martínez de Hoz, ministro de Economía de la dictadura, "en abril del 76 saca medidas para el cese de muchas industrias, entre ellas mina La Casualidad. Y comienza un proceso de paralización progresiva de la producción, de la extracción, de la concentración del mineral y se va despidiendo paulatinamente al personal. Hasta que el 22 de noviembre del 79 se produce el cierre definitivo", concluye.
Vista de La Casualidad a mediados de los 60. Gent. Luis Pereyra
Cómo era la vida en el pueblo minero
Desde 1942 a 1979, entre 13.000 y 14.000 personas trabajaron en mina La Casualidad. En el pico de producción, a principios de los 70, vivían en el lugar 3.000 personas, "contando operarios, técnicos, ingenieros, personal de extracción, transporte y sus familias. Era un pueblo importante", cuenta Luis Pereyra.
Entonces, contaba con escuela primaria, secundaria, cancha de fútbol, de básquet, de bochas. "También había iglesia, hospital, donde se hacían cirugías de baja complejidad, no era necesario evacuar al personal hasta Salta, porque estamos hablando de un lugar a unos 500 km de la capital, y una ambulancia tardaba entre 8 y 12 horas", relata el docente de Química.
Había todo lo básico para la subsistencia diaria, alimentos, medicina, vestimenta, muebles. "Un depósito central se encargaba de la distribución y venta. Allá no faltaba nada, desde frutas, verduras frescas, porque el tren internacional que iba desde Salta hasta Socompa tenía una frecuencia de dos viajes semanales", recuerda. "Se proveía de todo lo necesario para vivir en un lugar ubicado no solo a 500 km de Salta, sino que está a unos 25 kilómetros del límite con Chile y a una altura promedio entre 4.000 y 5.000 metros sobre el nivel del mar", suma.
Hacía frío... El clima era complicado, y es uno de los recuerdos más recurrentes de quienes vivieron en La Casualidad. "Era normalmente frío, de 5 grados para abajo, hasta unos 20 grados bajo cero en la época de invierno", rememora Pereyra. "Nevadas constantes, vientos de mucha velocidad. Pero aún así la gente se adaptaba porque era una comunidad bien organizada", dice, y agrega: "También teníamos iglesia. Había un local para el culto evangélico; es decir, se respetaban todas las creencias".
"Muchos azufreros hasta el día de hoy -los viejos mineros que todavía sobreviven- añoran el lugar. Y los descendientes no somos ajenos a eso. Y es por eso que decidimos hacer este memorial en homenaje a todos los mineros que en distintas épocas trabajaron en el lugar", dice Luis "Quico" Pereyra.
Fuente: El Tribuno