Mujeres en minería: los obstáculos para entrar y permanecer en el sector
Por Sebastián D. Penelli
Un informe de Fundar sobre las mujeres en minería reveló que se necesitarán 15 años más para cubrir solo un 30% de la fuerza laboral del sector con perspectiva de género.
"En los próximos años, la puesta en marcha de nuevas explotaciones (hoy en estadíos de construcción y factibilidad) va a demandar un importante flujo de personas hacia el sector. Esta proyección de crecimiento es la oportunidad para transversalizar la perspectiva de género en el mercado de trabajo minero y ampliar las opciones laborales de las mujeres. Sin embargo, si la participación femenina crece como hizo en los últimos cuatro años, deberíamos esperar al menos 15 años para que las mujeres lleguen a componer sólo el 30 % de la fuerza laboral en la minería de gran escala", alertó el reporte al que accedió Ámbito.
El estudio firmado por Juan Martín Argoitia, Tamar Finzi Warszawski, María de las Nieves Puglia y Micaela Fernández Erlauer detalla los desafíos, dificultades y esfuerzos que deben hacer las mujeres para sumarse a uno de los sectores económicos más prometores de la Argentina. "Las vivencias de mujeres operarias y profesionales nos dan pistas para entender los obstáculos que dificultan su entrada y permanencia en el rubro, y los catalizadores que les permiten mantenerse", detallaron los y las invetigadoras, que entrevistaron a 12 mujeres mineras.
Según el trabajo de Fundar, la participación de las mujeres trabajadoras en la producción metalífera y litífera es reducida, selectiva y embrionaria y solo compone el 12,6% de los puestos de trabajo, según datos de diciembre de 2022 del Sistema de Información Abierta a la Comunidad sobre la Actividad Minera, que puso en marcha la secretaria Fernanda Ávila.
Las últimas cifras disponibles del SIACAM a mayo del 2023 indican que del total de empleos mineros 34.478 son masculinos y 4.375 son femeninos, lo que representa un 11,26% muy similar al utilizado en la invetigación.
Sin embargo, los expertos remarcaron que la masculinización de la industria minera no es un fenómeno argentino, sino un problema global. Argentina supera a Perú (7%), se acerca al de Colombia (13%), pero dista de la situación en Chile (17%) y otras geografías mineras como Sudáfrica (17%), Australia (18%), Canadá (19%) o Suecia (25%).
Además de una reducida participación, el estudio indicó que es selectiva. "Si observamos los distintos rubros que la componen, vemos que, aún si reducida, la mayor intervención femenina está en el ámbito del litio. Mientras que en la minería metalífera se emplea una mujer por cada diez varones, dos de cada diez intervienen en el proceso productivo litífero", destacaron los profesionales.
Y como si fuera poco, además reducida y selectiva, en la minería se encuentran patrones de segregación horizontal de género (las denominadas “paredes de cristal”), que condicionan de manera asimétrica las ocupaciones a las que acceden las y los trabajadores. El análisis sostiene que la inserción de los varones es más balanceada entre puestos de calificación alta y media (42% y 55% respectivamente), mientras que las mujeres se concentran en puestos de calificación media (67% de los puestos que ocupan). "Efectivamente, la mitad de las trabajadoras acceden a un empleo registrado en el sector como administrativas (servicios de apoyo a la producción y, en menor medida, en secretaría o abastecimiento)", subrayó el informe, que agregó que a las mujeres no se les asigna roles operativos específicos y entre oficiales.
Las trabajadoras sin calificación son el 2,6% del total, mientras que los varones representan el 1,6%. "Ellas asumen tareas de limpieza en los establecimientos y ellos son peones de minas y de la construcción", destallaron. Esta distribución se contrapesa con una participación del 38% de trabajadoras que se desempeñan como técnicas u operarias: en estos niveles, nueve de cada diez mujeres operan maquinaria o equipos productivos. El resto ocupa responsabilidades técnicas asociadas con las ciencias físicas y químicas, servicios (administrativos, legales, contables y financieros), e higiene y seguridad.
Minería: en qué puestos faltan más mujeres
Las mayores ausencias de mujeres se detectan en los roles operativos específicos, como operadoras de máquinas de movimiento de tierras, para fabricar productos químicos o de hornos o instalaciones de tratamiento de aguas, y entre oficiales, como electricistas de obras, mecánicas y ajustadoras de máquinas o vehículos, soldadoras, albañilas, etc.. El problema es que "no se observa un horizonte de modificación de esta tendencia", alertaron.
La diferencia se encuentra en la minería metalífera y de litio, que ofrecen mayor flexibilidad en la inserción de mujeres con credenciales educativas superiores. Según Fundar, el 6% de las trabajadoras ejerce como profesionales contra el 3% de los trabajadores varones. "Se trata del nivel jerárquico con mayor cantidad de puestos ocupados por mujeres (18%), junto a oficinistas (21%) y no calificados (19%). La mayoría lo hace en calidad de geólogas, geofísicas, abogadas y contadoras; en menor medida, como ingenieras (de minas, metalúrgicas o químicas) y personal de enfermería. Por el contrario, no se registran casos de mujeres profesionales en puestos asociados con la informática, la arquitectura y otras ingenierías como la civil o la electrónica", explicaron los y las especialistas.
La brecha salarial en minería
La brecha salarial de género se ubicó en torno al 10% en octubre de 2021, casi la mitad del 21% que se registra para el conjunto del empleo asalariado formal. "Esta acotada brecha salarial se debe, en parte, a la propia distribución ocupacional, ya que las mujeres suelen insertarse en puestos profesionales y de oficina, los trabajos que menor brecha salarial poseen. Si las mujeres tuviesen la misma distribución entre ocupaciones que los varones, la brecha aumentaría al 22%", enfatizaron.
Los desafíos pendientes para las mujeres en minería
Entre los desafíos pendientes no solo se remarcó el ingreso al sector, caracterizado desde su origen por desarrollarse sin demanda de mujeres, sino también las experiencias en el trabajo y la sostenibilidad de esos empleos mineros. "Hoy en día, la industria metalífera y de litio aún está organizada sobre la base de una serie de factores estructurales que no sólo disuaden la atracción de mujeres al empleo, sino también desafían la retención de las trabajadoras que logran insertarse. La apertura de la actividad exige, entonces, modificaciones en los sistemas de trabajo desde una perspectiva de género", plantearon desde Fundar.
Pero a las barreras estructurales, organizacionales y operativas, se les suman normas laborales anticuadas, que constituyen barreras legales para el empleo de las mujeres en las minas. Por ejemplo, los artículos 9, 10 y 11 de la Ley del Trabajo de Mujeres y Niños de 1924 y su Decreto Reglamentario 2699/192523; los artículos 2 y 3 del Convenio N° 45 de la Organización Internacional del Trabajo de 1935, vigente en Argentina desde 1950, y el Artículo 176 de la Ley de Contrato de Trabajo (LCT) de 1974.
En mayor o menor medida, esas leyes limitan o prohíben el trabajo de mujeres en minería, como también afectan el actual régimen de licencias parentales, el convenio colectivo de trabajo o normas incompletas sobre discriminación. Así lo expresó Fundar: "Esta normativa ha desalentado la participación laboral femenina en la minería y otros rubros masculinizados sobre la base de un paradigma estereotipado y machista, que ubica a las mujeres como sujeto que requiere de la protección paternalista del Estado por su incapacidad jurídica e ineptitud fisiológica en relación con el sexo masculino".
Doble exigencia: minera y seguir siendo una "buena madre"
Mucho se discute si una mujer puede equiparar el esfuerzo de un hombre en las tareas de campo, pero la mirada sobre el trabajo debe ser otra. Si bien se sabe que el trabajo en las minas no se detiene nunca, ya que opera durante las 24 horas del día y los 365 días del año, los mineros y mineras "trabajan y viven" en las instalaciones durante una serie consecutiva de días y, por relevo, descansan otra serie de días corridos en sus casas y lugares de residencia habituales. Dentro del sistema roster, el calendario de alternancia suele ser de 14x14 o 7x7 para oficiales y operarios, o de 8x6, 4x3 o 9x5 para personal jerárquico.
El reporte indicó que tanto en varones como mujeres, la presencia intermitente en el hogar significa un sacrificio que es "fuente de orgullo", debido al sostén y las posibilidades de movilidad social que brindan a sus familias. Sin embargo, los efectos son dispares desde una mirada de género.
Es que el ingreso de mujeres a la actividad minera no equivale necesariamente a una reestructuración de roles de género, porque durante las semanas en terreno, las trabajadoras no se desligan de las tareas domésticas y de cuidados, sino que buscan gestionarlas a distancia. "Implica una doble exigencia: demostrar la capacidad en el trabajo y “seguir siendo una buena madre”", alertaron.
Lamentablemente, como dice Fundar, esta tensión entre las responsabilidades ligadas al trabajo y a la familia se resuelve, en algunos casos, con la interrupción de la trayectoria laboral.
Muchas horas de viaje hasta el lugar de trabajo
Uno de los escollos a sortear es que las minas metalíferas y los salares se encuentran en zonas remotas, lo cual vuelve necesario someterse a viajes prolongados por vías que atraviesan caminos de montaña, sinuosos y de ripio hasta llegar a las instalaciones. Este traslado por diversas geografías (y de forma reiterada cada cierta cantidad de días) suma fatiga a la labor minera además de tensiones a la planificación del hogar. Por esto, en las mujeres, el ritmo de la rutina obliga a generar “cuerpos resistentes” que soporten el gasto energético y emocional de cumplir con responsabilidades familiares y sus tareas remuneradas.
La incidencia del mal de montaña entre mujeres
Las condiciones ambientales también exigen a las personas adaptarse corporalmente al hábitat minero cada vez que “suben” a la mina, que en muchas ocaciones están en la altitud andina (puneña o cordillerana) y las expone a insuficiente oxígeno, mayor radiación solar y temperaturas extremas. Allí se enfrentan a afecciones pulmonares, hipertensión y el mal de altura (“apunamiento” o “soroche”).
Aunque no hay pruebas contundentes de una mayor incidencia del mal de montaña entre mujeres, la sola idea alimenta que las ellas enfrentan mayores dificultades físicas para adaptarse al ambiente y que la minería es incompatible con el embarazo, lo cual puede permear en la descripción de perfiles profesionales y desincentivar la implementación de adaptaciones en la organización del trabajo a los ciclos de vida de las mujeres.
Climas laborales: de hostil y machista a inclusivo y ameno
A pesar que el ámbito laboral minero cambió "mucho" desde el momento en que ingresaron las primeras mujeres, cuando inicialmente era "hostil, excluyente y machista", hoy el ambiente de trabajo es percibido por las trabajadoras como más "ameno e inclusivo".
"Aun cuando las mujeres no identifican discriminaciones o violencias explícitas ni sistemáticas, las jerarquías de género y sus efectos en la experiencia laboral aparecen de forma sutil en el relato de las entrevistadas", concluyeron los analistas, y citaron como ejemplo, las situaciones de incomodidad durante su inserción, sobre todo en las actividades técnico-operativas, en donde imperan códigos de homosociabilidad, aunque también señalaron que la inserción en puestos y tareas tradicionalmente asignadas a los varones supone una carga subjetiva y emocional notable".
Por todo ello, es que en esta industria pensada para y por varones, consideran necesario "fortalecer el buen funcionamiento de los protocolos de abordaje integral por violencias de género.
Oportunidades para el desarrollo de la mujer en minería
La agenda de género en minería tiene unos 5 años apenas, pero ya se avanzó mucho. Resta por tener programas o acciones afirmativas concretas extensiva en todos los casos, no solo en rubros metalífero y de litio. Hoy las iniciativas demuestran ser fragmentarias (acotadas a una escala local y por proyectos específicos) y/o episódicas (no muestran continuidad institucional).
"El impacto de programas destinados a mujeres resultará acotado si no se integran objetivos de género que limiten la concentración de varones en el resto de las actividades de formación técnico profesional con salida laboral orientada a la minería", sostuvieron los investigadores y propusieron:
- trabajar con la formación técnico-profesional en su conjunto, más allá de la generación de espacios específicos de capacitación para mujeres
- estimular el ingreso de mujeres en las carreras del sistema superior (universitario y no universitario) y en todos los espacios de entrenamiento (empresarial y sindical)
- garantizar la sostenibilidad de la trayectoria educativa
- buen funcionamiento de los protocolos de abordaje integral por violencias de género y las licencias
Además de resaltar la apertura de espacios específicos de género desde la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM), Women in Mining Argentina, la Secretaría de Minería de la Nación y su Unidad Asesora de Políticas de Género y la Mesa Interprovincial de Género y Minería, todavía falta más respalado desde el Consejo Federal de Minería (COFEMIN), la Mesa Nacional sobre Minería Abierta a la Comunidad (MEMAC) o la Mesa del Litio suscripta entre Jujuy, Salta y Catamarca.
Desde Fundar destactaron que las Evaluaciones de Impacto Ambiental resultan una oportunidad única para trabajar sobre el diseño y cumplimiento de estándares mínimos de mujeres y diversidades, lo mismo que ocurre con los Planes de Gestión Ambiental. De hecho, la ONG remarcó que proyectos mineros como MARA (Minera Agua Rica Alumbrera), Veladero y Olaroz-Cauchari ya han conformado espacios similares o instancias de formación en género o violencias por medio de colaboraciones con el sector público u organizaciones de la sociedad civil.
"En Argentina, se presenta una ventana única de oportunidad para profundizar las líneas de acción a partir de la visibilidad pública que ha ganado la actividad minera en los últimos años, las demandas catalizadas por el Ni Una Menos y movilizaciones feministas, como así también la creciente jerarquización de la mirada de género en los temas productivos entre organismos internacionales, directrices corporativas de casas matrices, organizaciones especializadas y organismos públicos", concluyeron.
Fuente: Ámbito