Bolivia y los obstáculos para industrializar el litio. Molina: Futuro del carbonato

El ministro de Hidrocarburos, Franklin Molina, aseguró que Bolivia superará en un futuro las 65.000 toneladas de carbonato de litio con la tecnología de extracción directa (EDL) y las plantas que se proyectan. Al mismo tiempo, el tercer intento por industrializar las reservas enfrenta múltiples desafíos en los ámbitos político, social y económico.
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Al intervenir junto a la titular de Trabajo, Verónica Navia, y el secretario ejecutivo de la Confederación Obrera del país altiplánico (COB), Juan Carlos Huarachi, en el taller Nacionalización e Industrialización en Bolivia, realizado en el Auditorio del Palacio de Comunicaciones, Molina destacó lo avanzado durante el gobierno del presidente Luis Arce, según informó Prensa Latina. 

Significó que en 18 meses se desarrollaron “aspectos muy concretos” como el convenio firmado por Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB) con el consorcio chino CATL BRUNP & CMOC (CBC) para construir dos plantas de producción de carbonato de litio.

Cada una tendrá una capacidad de hasta 25.000 toneladas con tecnología EDL en los salares de Uyuni y Coipasa, en los departamentos de Potosí y Oruro, respectivamente.

“La firma de este importante convenio ha comprometido la inversión de alrededor de US$ 1.000 millones en la industrialización de dos salares en Coipasa y Uyuni”, explicó al advertir que el proyecto garantiza la propiedad boliviana.

Añadió que este resultado confirma la seriedad del trabajo y también toda la acción conjunta en cuanto a empresas del Estado, como YLB.

Agregó el titular al respecto que no sólo se invertirán esos US$ 1.000 millones, pues en los “próximos días” el gobierno hará “anuncios importantes” respecto a la industrialización del metal blanco, según expresó sin dar más detalles.

“No olviden que dentro del proceso de selección para Extracción Directa del Litio fueron como seis empresas las que llegaron a esta parte y estamos en ese proceso en este momento, esperamos poder dar un anuncio importante al país”, insistió.

YLB cerró 2022 con un récord de 556 millones de bolivianos (US$ 79 millones) por ventas de carbonato de litio (tiene mucha demanda en la producción de baterías) y cloruro de potasio, informaron fuentes oficiales.

Fue el segundo año consecutivo en que la forma estatal estableció récord de comercialización, y el incremento del valor de las ventas se debió a que el año pasado el precio de ese metal se disparó.

De acuerdo con datos del INE, entre enero y diciembre de 2021, Bolivia comercializó el carbonato de litio por 68,9 millones de bolivianos (unos US$ 9 millones), cifra cinco veces menor a la obtenida en 2022.

BOLIVIA, EN SU TERCER INTENTO DE INDUSTRIALIZAR EL LITIO ENFRENTA CINCO OBSTÁCULOS

El tercer intento por industrializar las ingentes reservas de litio de Bolivia enfrenta múltiples desafíos en los ámbitos político, social y económico. A casi 35 años desde que el país tuvo su primera oportunidad para aprovechar estos recursos, hay un riesgo latente de que el proyecto boliviano quede otra vez rezagado en esta carrera.

Según autoridades y expertos en la materia, este tercer proceso enfrenta nuevos retos y algunos ya conocidos. Entre estos están la ausencia de un contrato que dé certidumbre al proyecto en el mediano y largo plazo (1), la falta de consenso interno en relación a la propuesta (2), la dependencia de una sola tecnología (3) y de las decisiones (4) del mayor impulsor de la electromovilidad (China), y el surgimiento de nuevas tecnologías en el sector (5), según destacó Walter Vásquez en El Deber.

“El mundo está demandando litio para la electromovilidad”, pero “las tecnologías no son eternas (...). Tenemos este corto tiempo para generar recursos con la industrialización del litio”, sostuvo el viceministro de Energías Alternativas, Álvaro Arnez.

La primera tentativa por industrializar el denominado oro blanco dio su principal paso en noviembre de 1989, cuando el gobierno de Jaime Paz firmó un borrador de contrato con la Lithium Corporation of America (Lithco, hoy Livent), en el que se otorgó a esa empresa estadounidense derechos de explotación por 40 años sobre el salar de Uyuni.

Lithco planeaba invertir US$ 40 millones para producir 7.000 toneladas (t) anuales de carbonato de litio (Li2CO3) sin la participación del Estado en la operación, supervisión y coordinación del proyecto, limitándose su rol al cobro de regalías e impuestos. El proyecto naufragó principalmente por el rechazo del Comité Cívico Potosinista (Comcipo), que consideró que la participación de la región en la distribución de beneficios era baja.

El segundo intento se planificó desde 2008 y se oficializó en octubre de 2010, con el anuncio del presidente Evo Morales de que el Estado boliviano industrializará el litio y otros evaporíticos por su cuenta, aceptando solo socios extranjeros para la provisión de tecnología necesaria para la fabricación de baterías, recordó Vásquez.
El plan era comenzar la producción piloto de Li2CO3 en 2011, la producción industrial (30.000 t anuales) entre 2013 y 2014, y la fabricación de baterías en 2014. Sin embargo, lo máximo que el país ha logrado exportar desde entonces son 1.019 toneladas (2021).

Ahora, el objetivo de la administración de Luis Arce es producir 65.000 toneladas de carbonato de litio hasta 2025, para lo cual optó por la extracción directa de ese mineral (EDL) y eligió como socio, luego de un proceso de ocho meses, a Catl Brunp & CMOC (CBC).

El convenio (no contrato) suscrito contempla una inversión de US$ 1.000 millones del socio chino para la implementación de dos plantas industriales, cada una con una capacidad de 25.000 t año de Li2CO3 grado batería. CBC participará en las fases de explotación, industrialización y comercialización de las baterías, de acuerdo con información oficial, que proyecta también la exportación de baterías desde el primer trimestre de 2025.

Héctor Córdova, investigador de la Fundación Jubileo, alertó que la ventaja de tener las mayores reservas del mundo puede esfumarse “en un instante” ante el avance de la ciencia, que busca materiales alternativos al litio (como el sodio) y con la decisión que toman cada vez más países de explotar sus propias reservas, ya que el litio no es un mineral raro y se encuentra tanto en el mar como en minas subterráneas, entre otros lugares.

“Nos arriesgamos mucho si es que no avanzamos añadiendo valor a nuestra producción. China está hoy a la vanguardia en la tecnología de baterías de litio, pero eso no quiere decir que Norteamérica y Europa no estén avanzando en esa línea”, aseveró.

Pasó con la plata, el estaño, el gas natural y ahora con el litio, “Bolivia nunca aprovecha estas oportunidades cuando aparecen en el mercado y creo que nos estamos quedando otra vez en la cola”, sostuvo José Padilla, consultor en temas mineros y energéticos.

Hasta 2017, las reservas de litio estaban concentradas en Bolivia, Argentina, Chile, China, Estados Unidos, Australia, Canadá, Congo, Rusia, Brasil, México y Zimbabue, informó el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS).

Hoy se han sumado a la carrera Reino Unido, Austria, Suiza, Finlandia, Alemania, República Checa, Serbia, Portugal, España, Mali, Namibia y Perú.

“Y nosotros seguimos dando vueltas, sin hacer un marco legal que brinde seguridad jurídica a las empresas extranjeras”, dijo Padilla.

La transición que se impulsa en el mundo hacia energías más amigables con el medioambiente hace indispensable la obtención de acumuladores de energía eléctrica y le ha dado al carbonato de litio un peso fundamental en esta industria, ya que es esencial para la producción de baterías.
Para Córdova, hay dos elementos, uno interno y otro externo, “que pueden afectar grandemente el proyecto boliviano”.

El primero es que, tras alcanzar un pico máximo de, la tonelada de carbonato de litio descendió a unos US$ 57.000, y continúa bajando, aunque sigue por encima del promedio de US$ 14.392 de 2021, reportó la agencia internacional de precios Fastmarkets.

Este declive de precios obedece en especial a que China, principal fabricante y comercializador de vehículos eléctricos en el mundo, le quitó apoyo a esta industria al poner fin a los subsidios que daba para la compra de estos bienes.

Y esto es crítico para Yacimientos del Litio Bolivianos (YLB) ya que, al igual que en su frustrada asociación con la alemana ACI Systems (2019), la sociedad con CBC se orienta a la “recuperación del litio”, más que a la producción de baterías, dijo Córdova.

“El convenio con los chinos es para sacar materia prima. Ellos harán las baterías en China, no en Bolivia”, sostuvo Padilla, ex secretario de Desarrollo Productivo de la Gobernación de Santa Cruz.

“La continua caída del precio puede afectar los intereses de aquellos que han pensado que la exportación de materias primas era la solución”, agregó Córdova.

El Gobierno tiene otra lectura. “Si bien pueden fluctuar los precios en el mercado internacional, no se avizora una baja necesidad de litio en la aplicación de baterías”, mencionó el viceministro Arnez.

“Los obstáculos que tenemos que enfrentar en ese camino son de índole principalmente político y detrás de ellos hay intereses económicos, muchos de ellos foráneos”, aseveró a su vez el ministro de Hidrocarburos y Energías, Franklin Molina.

El segundo elemento en contra, coincidieron Córdova y Padilla, es que se firmó el convenio con China sin llegar a acuerdos previos con Potosí y Oruro sobre puntos importantes como las regalías y los beneficios que recibirían, lo que derivó en huelgas de hambre, paros cívicos y otras medidas de presión por parte de estas regiones.
“Avanzamos y retrocedemos porque no transparentamos lo que vamos a aprobar. El presidente (Arce) fue a Uyuni (en enero) para la firma con los chinos sin haber consensuado con los dirigentes de Potosí”, observó Padilla.

Según Córdova, el que Potosí y Oruro demanden más regalías refleja la desconfianza de las regiones en el proceso de industrialización, por lo que buscan obtener los mayores beneficios de un proceso seguro, que es la explotación, antes que de una etapa incierta, que es la producción de baterías.

El gobierno, así, no solo debe unificar las diferentes visiones que hay sobre el proyecto en los departamentos productores, sino también las divergencias que hay sobre ese tema dentro de su mismo partido en la Asamblea Legislativa.

En medio de esto, aún no se firmó un contrato de largo plazo que dé mayor certidumbre al proyecto.
El presidente de YLB, Carlos Ramos, dijo que el de CBC “era un acuerdo de seis meses prorrogable a un año y que a partir de eso se iba a concretar un contrato”, recordó Córdova.

Molina precisó que en la primera fase del proyecto, “hasta junio”, se desarrollarán estudios geológicos, hídricos y geotectónicos para la ingeniería de las plantas, además de las facilidades que requiere su construcción, como infraestructura vial y eléctrica. Luego, el camino es incierto.

Padilla observó que hay, además, otras cuestiones necesarias para el avance de este tercer proyecto, como la provisión de agua suficiente para el proceso de industrialización y trabajar en la producción de otros minerales necesarios para las baterías, como el cobalto y el silice.

También se debe buscar un consenso entre todos los actores para dar luz verde al proyecto de ley que autorizará la sociedad con una empresa extranjera en la industrialización del litio y que definirá los beneficios para las regiones.

“Si nuestro proyecto no avanza, es por estas diferencias internas en todas partes que no permiten dar un paso seguro (...) y porque no se tiene claro hacia dónde se está yendo, no hay una estrategia única y transparente (...). Las posiciones deberían converger hacia un mismo objetivo”, remarcó Córdova.

Fuente: DIARIOS/MINING PRESS

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