Litio: ¿oro blanco o espejitos de colores?
* Por Hernán Dobry
El litio se ha transformado en el “oro blanco” en el ideario popular de los políticos y los medios masivos de comunicación y desata fiebres similares a las ocurridas con el metal dorado en el siglo XIX, al menos en el imaginario popular. Muchos de ellos están creídos de que será la salvación económica del país, como lo viene siendo la soja.
Por eso, algunos legisladores ya están analizando cómo hacer para quedarse con una porción de una torta, que no sólo no es tal, sino que, por el contrario, se asemeja más a un muffin que a un gran pastel. Algunos, incluso, se han envalentonado y promueven proyectos para nacionalizarlo, estatizarlo o declararlo como recurso estratégico como si de esto dependiera el futuro nacional.
“La idea es empezar a ver el litio como un recurso de estratégico nacional y fijar pautas de control estatal en las etapas de exploración, explotación y procesamiento del mineral – afirma el diputado del Frente de Todos, Marcelo Koenig, en una entrevista con El Cronista -. La idea es que se respeten a las comunidades y pueblos originarios en la explotación del litio, que no todo destino del mineral sea exportable y que haya un trabajo mixto con el sector privado”.
Toda esta falsa idealización se encuentra muy lejos de la realidad. La producción de este metal está y estará muy lejos de ser la fuente de divisas que ayudará a palear las sucesivas crisis nacionales, pero, al menos, les permitirá a provincias como Jujuy, Catamarca y Salta mejorar la actividad económica local.
En 2020, las ventas de este metal al exterior cayeron el 27% a 135 millones de dólares frente a los 185 millones de 2019, cuando ya habían descendido un 34% desde los 280 millones registrados el año anterior, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec).
Si bien, el sector espera que estas cifras puedan volver a los niveles de 2018 igualmente estarán lejos de representar un porcentaje significativo para la Argentina. Incluso, si se alcanzara el máximo del potencial exportador que calcula la Secretaría de Minería de la Nación que tiene el país y se comerciaran las 305.000 toneladas de carbonato de litio que podrían generar de los 14 proyectos que actualmente se encuentran en diferentes niveles de desarrollo, estos valores llegarían a 2.000 millones de dólares dentro de una década, lo que equivaldría al 15% de lo registrado por el complejo sojero el año pasado, con precios inferiores a los de hoy en día.
Gabriel Rubacha, consultor independiente y ex presidente de minera Exar, que se encuentra desarrollando el proyecto Cauchari-Olaroz en Jujuy, es menos optimista con estos cálculos. “El litio exporta 250 millones de dólares al año actualmente y no equivale ni a un día de producción de gas en Vaca Muerta. No es significativo para el país. Para 2030, podremos llegar a producir unas 250.000 toneladas de carbonato de litio, con ventas al exterior que generarán unos 1.500 millones de dólares aproximadamente si se hacen todos los proyectos y su valor se mantiene por encima de los 10.000 dólares la tonelada, ya que algunos lo comercian por debajo de ese precio”, estima.
Más allá de la mejora en las ventas que se espera para este año y los pronósticos para el futuro, la Argentina estará lejos de controlar el mercado global del litio, donde deberá competir con Chile, Perú, Bolivia (si cambia sus políticas), México, Australia, los Estados Unidos y China, entre otros.
Según los cálculos de Rubacha, la producción local podría alcanzar un 15% del mercado mundial en los próximos diez años si se concretan todos los proyectos que tiene el país en sus diferentes etapas de desarrollo. “La Argentina va a ser un jugador, pero no crucial en el mercado de litio”, explica Iain Scarr, gerente de Operaciones de la canadiense Millennial Lithium, que está desarrollando el proyecto Pastos Grandes en Salta.
Alejandro Moro, gerente general de Rincon Lithium, que está terminando el estudio de factibilidad de Rincón en la misma provincia, concuerda y agrega que “todos los pronósticos sobre el litio son ciertos y con la Argentina sola no alcanza”.
Otro de los grandes mitos que se han creado en el ideario de los políticos y los medios de comunicación, y que se ha trasladado a la población, es que las mineras extranjeras vienen a llevarse este metal sin dejar nada en el país, sin dar un valor agregado local o realizar ningún tipo de proceso industrial.
“Estamos muy entusiasmados y no queremos solamente ser usuarios del litio, tenemos muchas áreas en la jurisdicción de Defensa, como Fabricaciones Militares y el Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa (CITEDEF), que pueden participar de este proceso, que es el puntapié inicial para que en la Argentina podamos industrializar un recurso natural: es nuestro gran desafío histórico”, sostiene el ministro de Defensa, Agustín Rossi.
Por eso, vienen promoviendo la creación de compañías que fabriquen baterías de litio en la Argentina. Para eso, los ministerios de Ciencia y Tecnología e Innovación, Defensa, Producción bonaerense, el Conicet, y la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) planean desarrollar junto a Y-TEC, la unidad de YPF, una planta para producirlas.
En paralelo, Jujuy Litio, la empresa controlada por Jujuy Energía y Minería Sociedad del Estado (Jemse) y la italiana SERI, están construyendo las instalaciones para ensamblarlas en el país, como informó Desarrollo Energético.
A su vez, el gobierno nacional, el provincial y la empresa china Ganfeng Lithium firmaron un memorando de entendimiento para instalar una segunda planta para también armar baterías.
“La Argentina es un lugar propicio para poder avanzar en el desarrollo de un recurso natural tan importante como es el litio. Es un proceso donde todos los que estamos sentados acá vamos a salir ganando”, resaltó en el acto el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas.
Esta medida no estaría equivocada si no fuera porque parte de un fundamento erróneo: están convencidos de que las baterías funcionan solo con litio, cual si su producción implicara colocar una caja metálica encima que lo envolviera.
“Estamos todos de acuerdo que el litio es un mineral importantísimo porque la gran revolución verde nos va a permitir reemplazar los vehículos que hoy funcionan a combustibles fósiles por eléctricos, y el litio es hoy el principal elemento que se utiliza para las baterías”, explicó Kulfas en una entrevista con Radio Urbana.
Esto dista totalmente de la realidad. Este metal no sólo representa una mínima parte de las baterías, sino que, además, para su fabricación se requiere de otros productos como el cobalto y el níquel, entre otros, además de microcomponentes y semiconductores que no se elaboran localmente.
“El contenido de litio de una batería es del 5%. Acá, ya se genera valor agregado”, explica Rubacha. De esta forma, habrá que importar el 95% restante, además de montar una industria que genere hidróxido de litio, algo que, por el momento, ninguna minera realiza en la Argentina por lo caro del proceso (sólo se hace carbonato y cloruro de litio).
Esto provocará, por un lado, una merma en las siempre flacas reservas del Banco Central de la República (BCRA), ya que deberá habilitar el acceso a la compra de dólares al valor oficial a las empresas para que puedan traer todos estos elementos, y, por el otro, el país verá reducidos los ingresos que generaría las retenciones con la exportación de litio desde las plantas actuales, algo que difícilmente pueda recuperarse con la venta de estas baterías al exterior.
Este modelo terminará siendo similar al que actualmente se utiliza en Tierra del Fuego, donde se ensamblan celulares y otros electrodomésticos con un bajo componente de agregado local sólo para abastecer el mercado argentino.
Este mito surge de la creencia de que las mineras no le dan ningún valor agregado a lo que extraen ni realizan proceso industrial alguno en el país. Esta creencia, una vez más, dista mucho de la realidad.
Las compañías extraen salmuera de los salares y la procesan en las plantas cercanas, en las que producen carbonato de litio grado batería. Para esto, precisan realizar un proceso químico o eléctrico que logre transformar la materia prima en el polvo que, finalmente, exportan.
Por esa razón, cada una de ellas, está invirtiendo o ya lo ha hecho, entre 200 y 600 millones de dólares (según la capacidad que tengan), tanto en la obra civil como en la adquisición de la tecnología de última generación que permita realizar este trabajo.
Esto, además, genera empleo local en las comunidades y en el resto de las provincias de Jujuy, Catamarca y Salta durante toda la vida útil del proyecto, que suele alargarse unos 35 años en el tiempo.
Un mar de incertidumbre
La Argentina cuenta con una oportunidad única para el desarrollo de los proyectos de litio. La inestabilidad política chilena y los posibles cambios constitucionales que podrían perjudicar la minería, sumados a la falta de desarrollo del sector en Bolivia y el incremento del precio del metal podría tornar a los salares locales como una opción para las compañías internacionales.
“Las inversiones no van a venir por el solo hecho de que haya inestabilidad en nuestros vecinos de la región sencillamente porque no tenemos el mismo régimen tributario. Debemos ser competitivos nosotros, más allá de la coyuntura que atraviesen Chile o Perú y esto es justamente en lo que venimos trabajando”, afirma el secretario de Minería de la Nación, Alberto Hensel.
Como informó Desarrollo Energético, para esto el gobierno de Alberto Fernández deberá dar señales claras de que les ofrecerá a las empresas garantías para que puedan construir las plantas y avanzar con la producción sin que sufran cambios en las reglas del juego.
“Esto nos puede ayudar, pero el temor es la movilidad de los dólares y la falta seguridad jurídica. El ambiente para la inversión en la Argentina es horroroso, pero si hacés bien los números, está barata en dólares para construir. Algunos proyectos pueden llegar a entrar, pero no nos va a generar un boom de inversiones”, resalta un ex funcionario de la Secretaría de Minería de la Nación.
Por el momento, esto ha ocurrido en pequeñas dosis, por lo que la Argentina podría volver a perder la oportunidad de desaprovechar la oportunidad que se le abre en el horizonte cercano una vez más.
“Se van a presentar oportunidades y veremos cómo las aprovechamos. La Argentina algunas garantías te da. Si nos encolumnamos con políticas de izquierda, las vamos a desaprovechar. Puede llegar a haber excepciones por el mineral y la necesidad puntual como el litio. Es un juego estratégico que dependerá de las decisiones políticas”, sostiene afirma Tomás De Pablos Souza, presidente de Liex, la unidad local de la canadiense Neo Lithium, que está desarrollando el proyecto Tres Quebradas en Catamarca.
La decisión de los diputados del Frente de Todos Koenig y Carlos Heller de impulsar un proyecto de ley para declarar al litio como estratégico no ha hecho más que incrementar el clima de desconfianza que existe entre los inversores internacionales sobre la Argentina.
“Ojalá que lo del litio no pase y que sólo sea un globo de ensayo. Veo difícil que estaticen empresas privadas. Estamos en el peor de los momentos de la grieta ideológica cuando se necesita una unión para salir adelante”, una fuente de una de las principales mineras extranjeras en el país que no opera con este metal. Una segunda fuente de otra de las compañías más grandes del sector coincide con este panorama. “el Ministerio de Desarrollo Productivo y la Secretaría de Minería avanzan y, de adentro, los boicotean. El problema es la interna del gobierno”, destaca.
La norma, que deberá ser tratada por el Congreso si es que logra pasar la votación en las comisiones parlamentarias, busca que el Estado tenga una mayor intervención en el control tanto en el proceso de exploración como en la explotación de la salmuera y en el procesamiento del litio. Incluso, propone que el gobierno pueda tener una participación accionaria en los proyectos, como es el modelo boliviano.
“Primero se asustan con lo del litio. Si empiezan con esto, a quién seduzco con el proyecto, si te vas al modelo de Bolivia”, explica Moro, quien precisa de cerca de 100 millones de dólares para la construcción de la primera fase de la planta y demás instalaciones para comenzar con la producción.
Miguel Soler, secretario de Minería e Hidrocarburos de Jujuy, concuerda con este análisis, si bien señala que “estas son algunas ideas de algunos legisladores que tendrán que debatirlo”. “Bolivia con la nacionalización no ganó nada porque no produce litio. Con una ley así, arrancás con un menos diez en el análisis de las inversiones”, resalta, mientras que De Pablos Souza agrega: “Si hacen como Bolivia, no vamos a ningún lado. Te piden el 35% del proyecto y eso no le cierra a nadie”.
La tensión que se ha generado en torno a la posible ley es de tal magnitud que las casas matrices de algunas mineras extranjeras que están desarrollando proyectos en el país llamaron desesperadas a sus gerentes locales para que les explicaran la situación y los riesgos que corrían sus inversiones.
Por eso, desde la Secretaría de Minería de la Nación salieron a bajarle el tono a la posibilidad de que el proyecto avance y a explicar que los recursos dependen de las provincias y no del gobierno nacional.
“Nosotros no creemos en la nacionalización en el sector minero, no estamos de acuerdo en la declaración de recurso estratégico, ni con la nacionalización ni con la estatización del Litio. El Estado tiene que estar para promover ese enorme potencial de recursos geológicos, ponerlos en acto, a través del esfuerzo de los inversores – afirma Hensel -. El gran desafío que nos genera la minería y la inversión extranjera directa es en qué porcentaje somos capaces con trabajo y conocimiento argentino, innovación argentina, capacidad argentina, de participar en el costo de producción de una onza de oro, de plata o una tonelada de carbonato de litio”.
Más allá de la explicación del funcionario, esto no ha hecho más que incrementar la inseguridad jurídica que acarrea el país tras los sucesivos cambios en las reglas del juego, en especial, en lo que respecta a los cambios constantes en las alícuotas de las retenciones, tanto en el sector minero como a nivel nacional en los últimos gobiernos.
“Tenemos que generar una serie de reglas que sean estables. Díganme cuáles son y manténgalas. La credibilidad de la Argentina es frágil. Necesitamos crear un entorno que permita el desarrollo de la industria – detalla Alberto Carlocchia, presidente de la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM) -. Para esto, el gobierno tendría que asegurar el libre acceso al mercado cambio y a girar dividendos y pagar sus créditos en el exterior, eliminar las retenciones a las exportaciones, porque resultan recesivas para los proyectos, lo mismo que el IVA, ya que encarece los costos de la construcción de las minas frente a los de otros países”.
Desde una de las principales multinacionales mineras con operaciones en la Argentina, coinciden. “Se necesita un marco jurídico estable y ajustar las cargas tributarias para que sea competitivo con Chile y Perú. El problema son las retenciones. Habría que eliminarlas para nuevos proyectos o que sean móviles para recuperar el capital en el momento crítico de la obra y garantizar la estabilidad fiscal, para que se pueda factibilizar con los mismos números que se tendrán al momento de la explotación”, destaca la segunda fuente.
A su vez, provoca que a las compañías les resulte difícil poder calcular el nivel de retorno que tendrán los proyectos cuando realizan el estudio de factibilidad, el documento central para salir a buscar financiamiento.
“El minero conoce el miedo, pero lo evalúan. Sabe lo que es el riesgo y cómo manejarlo. El problema es que acá cambia siempre. No son riesgo de vida o revolución, pero es más difícil manejarlo. Acá, se genera un desconcierto”, subraya Carlocchia. Una tercera fuente de otra de las principales mineras del mundo que opera en la Argentina concuerda. “Necesitamos coherencia y previsibilidad de las políticas. La Argentina hoy no es previsible para la minería”, señala.
A esto, se le suman las restricciones a la compra de dólares y al giro de divisas al exterior para el pago de créditos, deuda y dividendos, lo que ha provocado la paralización de algunos proyectos y la imposibilidad de conseguir el fondeo necesario para llevarlos adelante.
“Se necesitan mensajes claros y de largo plazo. No podemos cambiar las reglas a cada rato. La minería es una industria de riesgo y la tienen que hacer las empresas con políticas de largo plazo y con la participación del estado – destaca Rubacha -. La Argentina está dando los mismos mensajes que Perú y Chile. Lo del litio es confuso. En lugar de parar la pelota y dar señales de incentivo, esto pueda llegar a desalentar la inversión”.
Esteban Tejada, presidente de la minera estatal santacruceña, Fomicruz concuerda y agrega que la “Argentina tiene que de una vez por todas dejar la falta de reglas claras y crear estabilidad fiscal y abrir la posibilidad de que los inversores puedan hacerse de divisas en el mercado y transferirlas. Es una señal clarísima para atraer inversiones. Los conceptos que se plantean para otorgar la licencia social son una locura y tan diferentes en las distintas provincias”.
En la actualidad, las fabricantes de baterías chinas son las únicas que están financiando la construcción de nuevas plantas de carbonato de litio em el país a cambio de quedarse con una participación en los salares. De esta forma, se aseguran la provisión del metal para abastecer su cadena de producción a cambio del capital que aportaron, sin el cual las obras difícilmente hubieran avanzado.
Ganfeng Lithium, por ejemplo, compró el 16 de julio a la canadiense Millenial Lithium en 353 millones de dólares, para quedarse con los proyectos Pastos Grandes, en Salta, y Cauchari Este, en Jujuy. Esta compañía ya tiene presencia en Cauchari Olaroz (de Exar) y en Marina (de International Lithium).
El año pasado, la fabricante de baterías china Contemporary Amperex Technology (CATL) adquirió una participación en Neo Lithium, con lo que tendrá acceso a lo producido en Tres Quebradas, en Catamarca.
“En litio, la competencia por las inversiones con los proyectos de roca es grande, si bien es más caro, pero a los precios actuales aún son competitivos. Lo que pueda pasar es que sólo China y Rusia terminen siendo la solución para el financiamiento del sector”, explica Scarr, cuya empresa acaba de ser adquirida por Ganfeng Lithium.
Del petróleo a la minería
YPF anunció la creación de su unidad de litio como si fuera una novedad. Políticos, medios y la opinión pública se sorprendieron, alabaron y criticaron tanto que la compañía decidera volcarse a este rubro como que una petrolera quisiera aprovechar la oportunidad de sumar el “oro blanco” a su actual portafolio de “oro negro”.
La empresa controlada por el Estado anunció sus planes de fundar YPF Litio para desarrollar esta industria en un intento “por diversificar el horizonte de negocios”, según afirmó su presidente, Pablo González. Previo a esto, ya la firma había absorbido la Compañía de Inversiones Mineras SA (Cimsa).
“YPF es una empresa público-privada, es decir una empresa con participación pública pero que se maneja con estándares internacionales y que, así como lo hace en el mercado de los hidrocarburos, compitiendo con otras compañías, potencialmente lo podría hacer dentro del mercado del litio o de la minería en general”, explica Hensel.
Sin embargo, no hay nada nuevo en esta decisión de la petrolera porque ya viene explorando ese rubro desde que Miguel Galuccio era su presidente. Incluso, a fines de 2018 intentó concretarlo cuando compró los pliegos para quedarse con la concesión de exploración de tres salares en la provincia de Jujuy, aunque, luego, no presentó ninguna oferta en la licitación organizada por Jemse.
La noticia fue recibida con escepticismo por los principales jugadores y especialistas del sector, quienes remarcaron la complejidad que tiene esta industria para su desarrollo y los problemas que deberá afrontar para poder consolidarse como un productor importante.
“No creo que sea viable lo de YPF. El know how del litio no lo tiene cualquiera y si no lográs el grado batería, el producto termina valiendo mucho menos”, explica Daniel Chávez Díaz, CEO de Eramine Sudamericana, la filial local de la francesa Eramet, que está desarrollando el proyecto de Centenario-Ratones en Salta.
Otro de los factores que marcan como como negativos es la diferencia que tiene con el petróleo, ya que la inversión en litio requiere de, por lo menos, cinco años de trabajo antes de comenzar a generar beneficios, ya que implica la exploración, la realización de la evaluación económica preliminar y los estudios de pre factibilidad y factibilidad antes de empezar a construir la planta.
“Me parece perfecto que YPF juegue en el litio. Es buenísimo porque necesitamos jugadores estatales, pero tiene que entender que por unos cuantos años no va a ganar plata”, destaca Soler.
Otro de los inconvenientes es la falta de proyectos disponibles en el mercado que pueda comprar para comenzar la exploración, ya que, a diferencia de lo que ocurre con el petróleo, carece de terrenos con potencial para desarrollarse en esta industria.
“YPF tiene mil problemas como para meterse en esto. Sólo va a poder ponerse a explorar las pocas propiedades que no tienen desarrollo y que, además, son chicas. Es un negocio entre privados. Esto es lo mismo que quisieron hacer en Chile metiendo a Codelco en el litio y les fue mal. El litio tiene más riesgo que la minería general”, remarca Rubacha.
Por eso, la salida que le queda es asociarse a alguna compañía que ya se encuentre en proceso de exploración o más avanzado, ya que le permitirá contar con el respaldo de una empresa de su tamaño y que cuenta con el Estado nacional detrás. Esta sería una estrategia similar a la que están llevando a cabo las empresas chinas en el país.
“Le va a dar valor a YPF siempre y cuando se asocie en algún proyecto que alguna firma con experiencia ya tenga en marcha y se quede con una participación”, destaca De Pablos Souza.
La decisión de una petrolera de incursionar en la industria del litio tampoco es una novedad ya que la que Pluspetrol ya había dado el puntapié inicial cuando comenzó el proceso de compra de la minera canadiense LSC Lithium en 2017, que terminó concretándose en enero de 2019.
De esta forma, su nueva unidad, Lítica Resources, se quedó con los proyectos en los salares Pozuelos, Pastos Grandes y Río Grande, en Salta, y Salinas Grandes, en la de Jujuy, por un total de 83,60 millones de dólares.
Incluso, Pluspetrol había sondeado la posibilidad de participar en la licitación que realizó Jemse a comienzos de 2019. Al igual que YPF, compró los pliegos, pero luego desistió de presentar una oferta formal.
Lo particular de ese concurso de precios fue que de los cinco que adquirieron la documentación cuatro eran petroleras ya que también lo hicieron Tecpetrol e Integra Recursos Naturales Minerales, la unidad de Selva María, además de AIS Resources.
Incluso, la subsidiaria de la compañía de José Luis Manzano fue la que finalmente terminó quedándose con la concesión para explorar 35.000 hectáreas en Salinas Grandes, Laguna Guayatayoc y Salar de Jama, como informó Desarrollo Energético (https://desarrolloenergetico.com.ar/integra-recursos-naturales-explorara-tres-salares-en-jujuy-en-busca-de-litio/)
“Las petroleras están viendo qué hacer a futuro porque va a haber un cambio en la matriz energética a nivel mundial. Por eso, algunas de ellas están explorando la posibilidad de volcarse a la industria del litio”, explica Rubacha.
Esto le servirá al sector ya le abrirá la posibilidad de contar con fuentes alternativas de financiamiento, ya que las petroleras tienen flujo de caja disponible, y le permitirá desarrollar muchos de los proyectos que actualmente están en exploración y que carecen de fondos para construir las plantas necesarias para la producción del metal.
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