Mario Pepi y la alquimia del boro

Salta 06/08/2022 Por Minería Sustentable
Mario Pepi Bernini (1944-2022) fue un químico italiano que dedicó su vida al beneficio de los minerales no metálicos y a la construcción de grandes plantas industriales. Si bien su especialidad fueron los boratos, también se interesó en los feldespatos, el zircón, el cuarzo, arenas de corindón y ferro-titaníferas, las arcillas, los caolines y otros minerales no metalíferos.
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En realidad, estaba profundamente interesado en todos los minerales que tuvieran una aplicación industrial en la fabricación de vidrios y cerámicas. No solamente las cerámicas tradicionales sino también aquellas de última generación como las que se utilizan para la fabricación de piezas especiales para la industria automovilística, aeroespacial, bélica y nuclear. O las cerámicas simples para utensilios diarios, sanitarios, revestimientos y todo un mundo de artefactos de la vida cotidiana en donde intervienen minerales en su hechura.

Apasionado de la escudería Ferrari, soñaba con motores donde las cerámicas pudieran reemplazar a las piezas metálicas. Mostraba con sincera admiración como se habían logrado fabricar unas bolas de molino de arcillas sinterizadas que podían usarse para moler minerales sin contaminarlos con hierro. O piezas de motores cerámicos que estaban en proceso de desarrollo. O cuchillos fabricados también con minerales cerámicos que cortaban mejor que los de acero.

Cerámicas y boratos

Estaba convencido de que los materiales cerámicos iban a ser la gran revolución. Como lo había sido para el hombre el descubrimiento de que el barro se podía cocinar para obtener una sustancia dura con la cual fabricar desde las tabletas cuneiformes de Babilonia hasta la alfarería doméstica y ceremonial de la mayoría de los pueblos del globo. Esa fue de alguna manera la primera revolución cerámica mundial.

La segunda revolución cerámica estaba relacionada con esos otros productos de alta gama, pero que seguían requiriendo de los mismos minerales industriales. Y entre ellos los boratos jugaban un papel fundamental. No solamente para hacer las fritas para los vidriados de sanitarios, azulejos y otros objetos domésticos y suntuarios, sino también los vidrios comunes y especiales. Entre ellos vidrios borosilicatados que resisten altísimas temperaturas o los que se convierten en fibras para la transmisión óptica, para textiles antibalísticos o piezas de múltiples usos industriales y tecnológicos modernos.

Pepi desarrolló toda su carrera como ingeniero químico e industrial en el Grupo Colorobbia de Italia, un emporio multinacional dedicado a las cerámicas, fritas y pigmentos. Fue un hombre de confianza y un sabio consejero del dueño del grupo, el Sr. Vittoriano Bitossi (1923-2018), elegido Caballero del Trabajo por el gobierno italiano. Le tocó actuar en las plantas industriales que el grupo tenía en Italia y en otros numerosos países del mundo. Pero donde realizó la mayoría de sus trabajos fue en Brasil y en el Perú.

En Brasil en las plantas que Bitossi tenía en Itatiba, cerca de San Pablo, para la fabricación de cerámicas. Pero donde permaneció un par de décadas fue en Perú donde estuvo a cargo de la construcción de plantas de ácido bórico en El Callao y en Arequipa que convirtieron a Perú en uno de los principales exportadores mundiales de productos bóricos. Tanto para abastecer a las industrias cerámicas del grupo como para otros destinos, especialmente en el sudeste asiático.

La moderna planta de Río Seco en Arequipa fue diseñada completamente por el Ing. Pepi y también una planta de beneficio de boratos en el propio yacimiento de Laguna Salinas para la fabricación de Ubor-12 y Ubor-15, dos concentrados de boro con 12 y 15% de ley de anhídrido bórico respectivamente.

Para ello se utilizaba el mineral crudo ulexita, un borato hidratado de calcio y sodio que se explotaba en Laguna Salinas mediante la compañía minera Ubinas, más tarde Inkabor. Pepi estaba fascinado con la química del boro y buscaba la manera de obtener la mayor gama de productos de manera sustentable, cuidando el medio ambiente y en concordia con las comunidades originarias del sur del Perú. Logró construir plantas muy modernas a nivel tecnológico y muy limpias ambientalmente. La planta de Río Seco, en cercanías del aeropuerto de Arequipa, es un ejemplo de ello. La ulexita es el borato común de los salares, el de menor calidad y precio. Pepi patentó en Estados Unidos un método que le permitía obtener borato de calcio por un lado y borato de sodio por el otro, utilizando esa sal doble cuyo nombre es, además, boronatrocalcita. Pepi presentó la patente en Estados Unidos en 1992 bajo el título "Proceso para desagregar boronatrocalcita en un medio alcalino para la producción de borato de sodio y borato de calcio" y el 7

de diciembre de 1993 le fue otorgada como patente N´ 5.268.154.

Vittoriano Bitossi y Mario Pepi me abrieron las puertas para estudiar el yacimiento de boratos de Laguna Salinas y explorar el sur del Perú en busca de otros cuerpos ocultos de boratos y evaporitas de valor económico. Gran parte de esos estudios resultaron valiosos para la maestría de uno de sus discípulos peruanos, el Ing. Geól. José Gonzalez Cárdenas.

Un sabio de Siena

Pepi dejó un valioso grupo de discípulos en Perú, entre ellos los geólogos Alberto Taco Cornejo y Miguel Sucapuca Arpasi, que valoraban su espíritu de trabajo, su generosidad, franqueza, inteligencia y enormes conocimientos teóricos y prácticos.

Era un hombre profundamente metódico, propio de su pensamiento estructurado de ingeniero y constructor. Pepi era natural de Siena en Italia, al igual que su coterráneo el célebre Vannoccio Biringuccio (1480-1539), padre de la metalurgia mundial. Tuve la suerte de contar con Pepi como cicerone de lujo en las calles de Siena. Con la pasión que caracteriza a los que aman su tierra, señalaba en cada esquina, en cada plaza, en cada monumento, alguna anécdota de la larga historia de esa ciudad italiana. Una escalera de mármol blanco con una cruz negra marcaba el lugar donde alguna vez resbaló y se golpeó Catalina de Siena.

También el trajín que sufrieron los restos de la mística dominica cuyo cuerpo quedó en Roma y el cráneo fue llevado a Siena. Aprendí sobre esa fiesta medieval de carreras de caballos que llaman Palio. Palio y Siena son hoy dos modelos de una reconocida marca de automóviles. Hablaba con pasión de los etruscos, del primer banco del mundo, del Dante, de las guerras entre las poderosas familias, apoyadas o no por el Papa, los famosos vinos de esa región de la Toscana, las trufas, los cerdos truferos, los grandes pintores del Renacimiento que salieron de allí y mil cosas más. Me recibió en la casa de sus padres y abrió una de las botellas de vino tinto toscano que su padre atesoraba desde los años de la guerra para momentos especiales y que sirvió para acompañar un rico plato de pichones y pasta con hongos porcini. Participamos con Mario Pepi en una reunión de expertos internacionales en boratos que se realizó en 1990 en la ciudad de Izmir (Turquía). Luego recorrimos el plateau de Anatolia examinando los yacimientos de boratos turcos, que son los más grandes del mundo, en compañía del Dr. Cahit Helvaci. Mario Pepi valoraba la ciencia y el conocimiento. Apoyó nuestras investigaciones en busca de albita y otros feldespatos en las pegmatitas de Brasil, ricas además en gemas y en minerales de litio. Apoyó durante años nuestras exploraciones de boratos en el Altiplano peruano y especialmente en Laguna Salinas. En 1996 publiqué un trabajo de síntesis sobre ese yacimiento boratífero por el cual la Asociación Geológica Argentina me concedió en Buenos Aires el premio “Ing. Victorio Angelelli”, un premio que homenajea a ese gran estudioso italiano de los yacimientos minerales. Fue muy grande la alegría de Mario Pepi al ver que todo ese esfuerzo había cristalizado justo en ese galardón del cual Bitossi y él eran también acreedores intelectuales. Mario Pepi se había jubilado y estaba dedicado a cuidar amorosamente de su esposa Delia, su hija Cristina y sus adoradas nietas. Sin embargo seguía con atención todo lo que ocurría alrededor de la industria de los boratos. Mario Pepi falleció en Siena el 16 de julio de 2022 a los 78 años de edad. Sirva esta nota de profundo homenaje a su memoria.

Fuente: El Tribuno / Ricardo Alonso

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