Una mente brillante dedicada a estudiar la dinámica de la Tierra



Por Ricardo Alonso
El 4 de febrero de 2025 falleció en Davis (California) a los 92 años de edad, uno de los grandes científicos de los Estados Unidos: Donald Lawson Turcotte (1932-2025). Este sabio nonagenario había nacido en Washington. Su biografía está en Wikipedia y en diversos portales científicos digitales. La idea de esta nota es resaltar su figura para la ciencia mundial y en especial por su conexión con investigaciones en Salta a través de sus doctorandos y discípulos.
Un repaso a su biografía nos enseña que estudió física aeronáutica en el prestigioso Instituto Tecnológico de California (Caltech), donde se graduó en 1954, luego como máster en Ingeniería Aeronáutica en Cornell en 1955 y finalmente se doctoró en el Caltech en 1958. Como joven recién egresado, Turcotte trabajó como ingeniero de investigación en el Jet Propulsion Laboratory de Pasadena (California) y como profesor de aeronáutica en la Escuela Naval de Postgraduados de Monterrey (California).
En 1959 aplicó a Cornell University en Ithaca (Nueva York), donde desarrollaría la mayor parte de su carrera académica y de investigación. En Cornell comenzó trabajando en el Departamento de Ingeniería Aeroespacial, donde aplicó sus conocimientos de mecánica, termodinámica y física de fluidos en turbinas de aviones. En 1965 tuvo un año sabático en Oxford (Inglaterra), que representaría un cambio paradigmático en sus intereses científicos.
Allí conoció a Ronald Oxburgh, un eminente geólogo y geofísico británico que más tarde alcanzaría posiciones relevantes como político en la Cámara de los Lores en el Reino Unido. Hoy el nonagenario Oxburgh es una eminente figura científica y política de Inglaterra, que ha sido galardonado con las más altas distinciones de su país, entre ellas: "Caballero Comandante de la Orden del Imperio Británico" (KBE) en 1992 y en 1999 Barón Oxburgh de Liverpool, donde fue miembro del Comité Selecto de Ciencia y Tecnología de la Cámara de los Lores.
Los secretos de las placas
Turcotte y Oxburgh empezarían una larga y fructífera cooperación científica justo en los años en que se comenzaban a elaborar las primeras ideas de la tectónica de placas. El punto era saber cómo se movían las placas y cuál era la relación con el flujo convectivo del manto terrestre. Los profundos estudios de física, matemáticas y termodinámica le permitieron a Turcotte, con la ayuda de Oxburgh, crear modelos para explicar la disipación de calor, las corrientes convectivas, las zonas de subducción de las placas, entre otros aspectos de la nueva teoría naciente. Podía aplicar sus conocimientos sobre turbinas en el modelado de la propia dinámica interna del planeta.
Oxburgh había estudiado en Princeton con uno de los padres de la moderna teoría de placas: Harry H. Hess (1906-1969). Turcotte y Oxburgh comenzaron a publicar juntos a fines de la década de 1960 sobre la convección en el manto, la deriva continental, los arcos de islas, entre otros temas.
En 1973 Turcotte se cambió al Departamento de Geología de Cornell y trabajó allí por los próximos 30 años. Su carrera científica se reflejó en centenares de artículos en las revistas más prestigiosas y en libros que tuvieron un alto impacto. Su libro Geodinámica, en inglés, escrito junto con Gerald Schubert y publicado en 1992 por Cambridge University Press, tiene registradas más de diez mil citas.
Dicho libro, con unas 500 páginas, va por la tercera edición y ya ha sido traducido a varias lenguas. Y su libro Caos y fractales en geología y geofísica, también en inglés en la misma editorial, registra más de 5.000 citaciones en trabajos científicos. De este libro atesoro un ejemplar que me dedicó cuando lo visité en 1993 en su oficina de Cornell.
La Tierra y los planetas
También es muy famoso su libro Convección del manto en la Tierra y los planetas (en inglés), que escribió junto a G. Schubert y P. Olson en 2001.
Precisamente acerca de los planetas, Turcotte se interesó en pensar y modelar la tectónica de Venus y de Marte, publicando numerosas contribuciones sobre el tema. Sería un arduo trabajo tratar de sintetizar una trayectoria científica y académica que lo llevó a ser nombrado Profesor Maxwell M. Upson, a recibir en 1981 la Medalla Day de la Sociedad Geológica de América, a ser invitado en 1982 como conferenciante William Smith en la Sociedad Geológica de Londres, a ser galardonado con la Medalla a la Excelencia de Nueva York en 1984 y a recibir la Medalla Charles A. Whitter de la Unión Geofísica Americana (AGU) en 1995.
Asimismo, Turcotte recibió en 2002 la Medalla William Bowie, máxima distinción de la AGU, que se concede anualmente a un galardonado en reconocimiento a su destacada contribución a las ciencias fundamentales de la Tierra y el espacio.
Por su parte, esta última institución estableció en su homenaje el premio "Donald L. Turcotte", que se concede anualmente a un científico joven que contribuya directamente a la geofísica no lineal.
Lo interesante es que, en los corrillos, se comentaba que este gran geólogo no era geólogo y no sabía reconocer rocas, fósiles y minerales. Sin embargo, con su mente y sus complejas fórmulas matemáticas, Turcotte había cambiado la idea de cómo se mueve el mundo o de cómo funcionan las cortezas y mantos de otros planetas.
En 1986, Turcotte fue elegido miembro de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos. Ese año fue mi primera estancia en Cornell y me tocó ser partícipe de los festejos que se hicieron en su honor. Turcotte era el decano del Departamento de Geología de Cornell. Mi carta de admisión está firmada por él, lo cual me genera un respetuoso recuerdo. Cuando lo conocí en 1986, llegué acompañado a su oficina por la Dra. Teresa E. Jordan. Turcotte ya era entonces un académico lleno de honores, títulos y galardones. Sin embargo, me recibió cálidamente y me deseó suerte en mi estancia en Cornell y en los estudios que iniciábamos en los Andes y en la Puna, en el marco del programa INSTOC (Instituto para el Estudio de los Continentes).
A las pocas semanas me invitó a participar con él en el "Don Turcotte Open", un concurso de golf para profesores y estudiantes que organizaba todos los años y que al final contaba con una hermosa reunión de barbacoa y cervezas. Me decía que los argentinos eran buenos jugando al golf, pero personalmente yo no tenía ni remota idea.
Todos los jueves se realizaba la reunión en el Andes Room Seminar, una tertulia distendida donde participaban los académicos y se realizaban exposiciones sobre los avances que se iban efectuando en todos los campos del conocimiento geológico. Tuve la suerte de disertar allí en dos oportunidades: la primera en 1986, para exponer sobre la geología del Cenozoico de la Puna; y la segunda en 1993, para hablar sobre la historia de la geología de América Latina.
El prestigio de Turcotte y otros científicos asociados en Cornell permitía que se recibieran importantes fondos de la NASA y de la Fundación Nacional de Ciencias (NSF) para apoyar los proyectos en ejecución. Entre ellos estaban las imágenes satelitales que en esa época ni se comercializaban ni se encontraban disponibles a terceros.
Con ellas comenzamos a estudiar las rocas del Terciario de la Puna, especialmente las que albergaban grandes espesores de evaporitas, esto es, sal de roca, yeso y boratos. Fue también en aquellos años en que el entonces doctorando Bruce Malamud, que se convertiría en el discípulo más destacado de Turcotte, comenzó a visitar Salta para estudiar la geología del Valle de Lerma. Malamud y Turcotte publicaron numerosos trabajos en prestigiosas revistas internacionales, especialmente sobre el riesgo geológico, desplomes de laderas, avalanchas, sismicidad, etcétera, estableciendo en todos los casos parámetros físicos y estadísticos de los fenómenos.
La tesis de Malamud, codirigida por la Dra. Teresa Jordan y con la colaboración local del suscripto, versaría sobre el relleno fluvial y lacustre del Valle de Lerma durante la era glacial del Pleistoceno. Para ello se buscarían cenizas volcánicas provenientes de la cordillera que sepultaron varias veces el valle, a fin de obtener sus edades. Se encontraron y se dataron cuatro de esas cenizas, las últimas de 300, 100 y 5 mil años de antigüedad respectivamente. Un primer resumen sobre el tema se publicó en 1995 en la American Geophysical Union, donde, además de Malamud, Jordan y el suscripto, participaron Eduardo Gallardo, Raúl González y S. A. Kelley. Un trabajo más completo, y firmado por los mismos autores, se publicó en 1996 en el XIII Congreso Geológico Argentino, realizado en Buenos Aires.
Allí se estableció la importancia que tuvo el gran lago que cubrió el Valle de Lerma unos 200 mil años atrás y que luego se vaciaría catastróficamente por el actual cañón del río Juramento. En 1998, Malamud defendió su tesis doctoral en Cornell, titulada (en inglés) Análisis de series temporales de persistencia, complejidad aplicada a los riesgos naturales y a la historia lacustre cuaternaria del Valle de Lerma, NW de Argentina, un trabajo de 301 páginas sobre el viejo lago y sus capas de arcillas.
Visto en perspectiva, Turcotte fue un pionero en explicar los mecanismos internos de la tectónica de placas y en aplicar la teoría del caos y los fractales a la geología.
Fuente: El Tribuno

