La Quebrada del Toro y su fenomenología fluvial

Es la gran colectora de las aguas que bajan desde la Puna hacia el Valle de Lerma y por eso allí se produce, desde hace miles de años, una remoción estival de masas de rocas, movimiento que se intensifica en los años de la Niña.
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Por Ricardo Alonso

La Quebrada del Toro es la gran colectora de las aguas que bajan desde el borde de la Puna y alcanzan el Valle de Lerma. Reúne las aguas de varias cuencas hidrográficas que descienden desde Las Capillas, Alfarcito y San Bernardo de las Zorras.

Esos arroyos y cursos de agua arrastran rocas de las más variadas granulometrías y de las litologías que conforman los núcleos montañosos. Desde granitos y pizarras, cuarcitas y areniscas, hasta calizas. Ello forma parte de la buena calidad de los áridos que se explotan en varias canteras húmedas cerca de la desembocadura. Explotaciones útiles y necesarias para evacuar la sobrecarga de materiales en una región en desequilibrio erosivo, donde el aporte supera bastante a la capacidad de evacuación.

Geografía escabrosa

La Quebrada del Toro tiene una geografía escabrosa y una geología compleja, con una erosión profunda en rocas viejas. Se encuentra incluida en la unidad geológica y morfotectónica llamada Cordillera Oriental, que se extiende geográficamente entre la Puna al occidente y las Sierras Subandinas al oriente. Constituye la vía natural que une los valles abajeños con la alta Puna. Por ella corren la ruta nacional 51 y el ferrocarril C-14 los que unen el norte argentino con Chile como parte del corredor bioceánico.

Con el auge de la minería toda la infraestructura ha quedado resentida y se ha visto superada. El verano ocasiona grandes movimientos de materiales pétreos que cortan y taponan la ruta y el ferrocarril y que pertenecen a los fenómenos de remoción en masa. Estos fenómenos han recibido atención por estudiosos nacionales e internacionales entre los que se cuentan Antonio Igarzábal, William Wayne, Manfred Stecker y sus colegas de Potsdam, entre muchos otros. Todos ellos están citados y mencionados en mi libro: Alonso, R.N., 2011. Riesgos geológicos en el Norte Argentino. Terremotos, volcanes, avalanchas, inundaciones, desertización y otros fenómenos naturales. Prólogo Dr. William J. Wayne, Prefacio Dr. Manfred R. Strecker. Mundo Gráfico, 244 p. Salta.

En los últimos tiempos ha retomado el tema el Dr. Andy Wickert, de la Universidad de Minnesota, y la Dra. Taylor Schildgen en el marco del proyecto GyroSCoPe del GFZ de Potsdam, titulado (en alemán) "Respuestas geomorfológicas y sedimentarias a la periodicidad climática", del cual participa el suscripto.

De Quijano a Maury

La Quebrada del Toro tiene un primer tramo entre Campo Quijano e Ingeniero Maury donde corre encajonada en rocas antiguas de la Formación Puncoviscana formada por lajas de pizarras muy rotas. Ello es la doble consecuencia de su propia antigüedad y del hecho que por allí se extiende el Lineamiento Calama-Olacapato-Toro, una tremenda estructura de la corteza terrestre que parte a la región en dos y divide a las provincias geológicas al norte y al sur de dicho lineamiento.

Esa falla geológica o conjunto de fracturas antiguas de la corteza han roto aún más las rocas que atraviesan. Téngase presente que esas rocas forman los cimientos de la región, son el viejo basamento, y están compuestas por antiguos pisos de fondo oceánico, superpuestos, de la época en que nos encontrábamos ubicados en el borde occidental de Gondwana.

Esas pizarras grises y verdes que se ven a lo largo de la quebrada son rocas que se formaron por corrientes de turbidez más de 500 millones de años atrás. Tienen una capa arenosa y otra capa arcillosa superpuesta.

Las arcillosas contienen trazas fósiles de gusanos marinos de la época en que aún no existían los invertebrados con exoesqueleto. Esas rocas, fracturadas, diaclasadas y cizalladas, son fácil presa de los agentes meteóricos que las preparan a lo largo del año, especialmente durante la estación seca. A ello se agrega el sobrepastoreo de animales vacunos, caprinos y otros que generan romboides de pie de ganado y van desmantelando los terrenos apenas protegidos por una débil cubierta vegetal. Esto conduce al carcavamiento y la erosión de las laderas, un fenómeno plenamente activo en las faldas de la quebrada. Las diferencias térmicas diarias colaboran en calentar y enfriar las rocas rompiéndolas por termoclastismo.

La dinámica de la Quebrada

Basta con ver las laderas a orillas de la ruta 51 con sus taludes de escombros y que corresponden a conos de deyección formados por acción de la gravedad. Los afluentes laterales de la quebrada forman en su desembocadura conos aluviales con diferentes morfologías. Algunos de ellos se empotran en los más antiguos dando una suerte de abanicos telescópicos. Dada la estacionalidad lluviosa y la época seca, entre marzo y noviembre se prepara mucho material en las montañas a causa de la meteorización mayormente física y con la llegada de las lluvias ese material se pone en marcha en función de la pendiente.

El milimetraje anual se mantiene en líneas generales, pero cambia el régimen con lo cual puede haber lluvias más fuertes en más corto tiempo causando mayor movimiento de material.

Dicho de manera simple es como tomar arena seca que se escurre entre los dedos, pero una vez mojada puede ser convertida en una masa que se moldea, aunque si sigue recibiendo agua -como de un gotero- al final se escurre al perder la cohesión y romperse la liquidez.

Igual pasa en la naturaleza con el material que se va acumulando a lo largo de la estación seca de un año o bien de varios años y de golpe recibe una cantidad de agua que lo embebe, lo lubrica y lo pone en movimiento. Los tipos de rocas, los colores y albedos, las laderas empinadas, las caras expuestas a sol y sombra, las pendientes, los materiales sueltos, el sobrepastoreo, el carcavamiento, el clima, las estaciones secas, el régimen de precipitaciones, entre muchos otros factores, van generando un cuadro general que activa los fenómenos de remoción en masa.

Entre estos, los más comunes son los llamados "volcanes de barro" donde los hay de puros escombros rocosos llamados "debris flows" hasta los más comunes que son los "mud flows" compuestos por una mezcla de escombros y materiales arcillosos que actúan de lubricantes. Estas masas de lodo y rocas se ponen en movimiento en función de la pendiente y pueden alcanzar muchos kilómetros de recorrido. Una vez que se ponen en movimiento son imparables y cualquier obra de arte ferroviaria o caminera que se encuentre a su paso puede verse seriamente afectada.

Travesuras del Niño

Esto es lo que generalmente ocurre en cada verano. Sin embargo, se ha visto que también están muy marcados por el fenómeno de La Niña. Dicho en pocas palabras, El Niño y La Niña forman parte de un evento oceanográfico que en nuestro país se manifiesta con carácter invertido entre la Pampa y las montañas.

Durante El Niño el Pacífico se calienta y llueve abundantemente en la Pampa húmeda y está seco en las altas montañas y la Puna. Durante La Niña ocurre exactamente al revés, la zona pampeana y además zona núcleo de la producción agropecuaria entra en sequía y se pierden cosechas, mientras que llueve intensamente en las montañas.

Las lluvias en el frente andino durante los años Niña dan lugar a precipitaciones intensas, a crecidas excepcionales, a fenómenos de remoción en masa y ello trae aparejada la destrucción de las rutas y/o ferrocarriles que corren por las grandes quebradas de Humahuaca, El Toro, Escoipe, Las Conchas, Calchaquí, y otras.

Una de las conclusiones generales es, como lo señalamos anteriormente, que las cuencas están generando más material que el que los ríos pueden evacuar. Esto hace que la luz de los puentes camineros o ferroviarios sea cada vez menor hasta quedar rebasados por los sucesivos impulsos de carga aluvial. Los ríos van ganando obesidad por agradación. Y esto conlleva una larga cadena de fenómenos asociados a los cambios de nivel de base, erosión lateral, destrucción de tierras fértiles, ascenso del nivel freático, salinidad de los suelos, afectación de las obras de artes por colmatación de sedimentos, entre muchos otros. De allí entonces la necesidad de evacuar la mayor cantidad de materiales de los ríos como parte de su salubridad.

Los estudios realizados por científicos de Potsdam demuestran la existencia de al menos ocho niveles de terrazas con una periodicidad de 100 mil años y que abarcan el último millón de años del relleno sedimentario del Valle del Toro. La datación de las terrazas aluviales se realizó mediante las técnicas de los isótopos berilo-10 y aluminio-26 que permiten sacar las edades de las superficies que estuvieron expuestas al bombardeo de los rayos cosmogénicos.

A los efectos de analizar in-situ la fenomenología geológica de la Quebrada del Toro y los recientes episodios de remoción en masa y su afectación a las vías de transporte nos trasladamos a la zona de Chorrillos e Incamayo con el equipo profesional del Distrito 5° Salta de Vialidad Nacional conformado por los ingenieros Federico Casas y Carlos Aguilera, junto a los técnicos Jorge Aguilar y Miguel Casimiro.

La lección de fondo es que la quebrada, como ocurrió desde hace miles de años, va a seguir soportando la remoción en masa por las lluvias de verano, pero que durante los años Niña va a aumentar la intensidad y recurrencia de los flujos densos. Como todo riesgo natural se sabe dónde va a ocurrir pero no cuando va a ocurrir y de allí que ante la imposibilidad de predecir está la necesidad de prevenir.

Fuente: El Tribuno

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