China no solo usa el litio para las baterías: lo necesita para superar a Space X

El litio es un metal que se utiliza ampliamente en las baterías, especialmente en las de los coches eléctricos y las de los dispositivos electrónicos como teléfonos móviles y computadoras portátiles, aprovechando su densidad energética, su eficiencia y su capacidad de almacenamiento. Pero además, el litio tiene aplicaciones en otros sectores.
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En la industria metalúrgica se utiliza como elemento activo y eliminador de impurezas, en tratamientos médicos es un estabilizador del ánimo y se usa para tratar la ansiedad, la bipolaridad, la depresión y otras psicopatologías. 

En la industria farmacéutica se emplea en la fabricación de aluminio y en procesos de manufactura de cerámica y vidrio. 

Ahora, en China, el litio también sirve, en cierta manera, para ganar la carrera aeroespacial a la NASA y llegar a Marte lo antes posible.

Australia es el primer productor y suministra el 52% de las exportaciones mundiales. Le sigue Chile, que produce el 25%. China ocupa el tercer puesto con el 13% de la producción mundial, seguida de Argentina (6%), y el resto del mundo produce el 4% adicional. 

China es, además, líder global en su refinamiento. 

Como sus volúmenes no son suficientes para abastecer a su colosal industria de baterías, que fabrica alrededor del 56% del suministro global. 

Con un reciente incremento en sus inversiones en Australia, el gigante asiático busca canalizar una importante cuota de la producción mundial hacia su industria. 

Y es que el Gigante Asiático necesita litio para más aplicaciones.

Como dijimos, ahora también para llegar a Marte y tratar de vencer a Estados Unidos en la guerra fría de la carrera espacial, algo similar a lo que ocurrió hace poco más medio siglo atrás entre Estados Unidos y la Unión Soviética. 

La Academia de Ciencias de China ha anunciado el éxito de las primeras pruebas de su nuevo motor nuclear, que tiene una potencia de 1,5 MW y que está refrigerado con litio. 

Este proyecto tiene como objetivo revolucionar los viajes espaciales de largo recorrido, acercando la posibilidad de transportar astronautas a Marte en un tiempo récord.

Los motores nucleares que se emplean en la industria aeroespacial utilizan energía nuclear para impulsar las naves espaciales. 

Son clave para la exploración del espacio profundo y podrían permitir viajes más rápidos hacia Marte y otros destinos interplanetarios. 

El dilema que trasciende tras ellos radica en que utilizan sustancias radiactivas, y en caso de que el cohete falle o explote, esos materiales nocivos podrían contaminar la Tierra.

Según informa el medio chino SCMP, este nuevo motor nuclear podría llevar una nave espacial de la Tierra a Marte en tan solo tres meses, en lugar de los siete que necesita la nave espacial reutilizable Starship de Space X que cuenta con motores Raptor alimentados por metano líquido (CH4) y oxígeno líquido (LOX).

Este reactor aporta otra característica clave. 

Es plegable, lo que permite que ocupe solo el tamaño de un contenedor de ocho toneladas y ponerlo en órbita sin dificultad. Una vez en el espacio, se despliega hasta alcanzar la altura de un edificio de 20 pisos.

Según la información publicada, el reactor chino empleará uranio para generar una fisión que elevará la temperatura a 1.276 grados centígrados, una cifra superior a la de la mayoría de las centrales nucleares. 

El intenso calor transformará las formas líquidas de helio y xenón en gases, alimentando un generador eléctrico que moverá el cohete.

Este uranio podría suministrar energía durante 10 años. Para disipar el calor, se utilizará litio y un intercambiador de calor del reactor fabricado con una aleación de tungsteno, que también bloquea las radiaciones perjudiciales.

China afirma haber realizado “pruebas preliminares en tierra” con el motor. Pero encenderlo no es lo mismo que impulsar un cohete hasta Marte. 

Aunque aún queda mucho tiempo de desarrollo, se espera que esté listo para 2035. Estados Unidos y Europa también están trabajando en motores espaciales nucleares, pero hasta ahora no han mostrado resultados prácticos.

Fuente: El Esquiú

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