El turismo y los tesoros históricos de la minería
Pensemos en las minas de Laurión en la Antigua Grecia que fueron explotadas por Pericles. O las minas de Almadén en España, el yacimiento de mercurio más grande del mundo, explotado desde la época de los romanos y en forma longeva y continua por más de dos mil años. Y en igual sentido las minas de oro de León, en Castilla La Vieja, que usaron un particular sistema para lavar montañas enteras de aluviones y obtener grandes cantidades de ese metal. O las minas escandinavas explotadas desde la época de los vikingos y que les dio metal suficiente para asolar a Europa con sus letales armas blancas. Los ejemplos se extienden a lo largo y ancho del planeta.
En nuestro continente se registran en México explotaciones de ocre de fines de la Edad de Hielo. En los Andes los incas explotaron con sabiduría el cobre, el oro y la plata nativos en las costras superficiales de las vetas metalíferas o en los aluviones. Muchas de esas minas se aprovechan hasta el día de hoy.
Chuquicamata y otros lugares del norte del Chile se extienden más de mil años por los registros arqueológicos que allí se encuentran. Y hasta hoy en día son motivo de atracción turística, aun cuando siguen en explotación. Personalmente he visitado minas de plata y oro en California y Nevada, viejas minas de boratos en el Valle de la Muerte y minas de plata en Freiberg (Alemania), toda una ciudad minera con sus museos, universidades (Bergakademie), restaurantes y hotelería.
Asimismo, las salitreras del norte de Chile, pequeñas ciudades llamadas "Oficinas", que dieron gran esplendor económico y quedaron abandonadas con el descubrimiento del nitrato artificial. Y que hoy renacieron de la mano de la explotación del yodo en los descartes o ripios.
Entre todas esas salitreras la mejor conservada es la de Humberstone, declarada por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Humberstone fue refuncionalizada rescatando sus instalaciones de viejos teatros, pulperías, talleres de época, etcétera, convertida en un museo a cielo abierto que recibe la visita de cientos de turistas. Además, visité muchas otras minas abandonadas y que se explotan para el turismo minero en Estados Unidos, España, Perú, Bolivia, Chile, Turquía, etcétera.
La riqueza del Potosí
Sin ir muy lejos, el fabuloso Cerro Rico de Potosí, que marcó la historia de América y del mundo desde su descubrimiento en 1545. Dueño de una riquísima literatura histórica colonial y de cientos de documentos en los archivos de Indias y otros. Allí escribió el padre Álvaro Alonso Barba su tratado de "El Arte de los Metales" (Madrid, 1640), la biblia de la geología y la minería colonial de América, solo superado por "De Natura Fossilium" o "De Re Metallica" de Georg Bauer quien firmaba como Agrícola. En la biblioteca del Convento de San Francisco en Salta se conserva un original de la primera edición de esa última obra.
Todo lo que hay en Potosí nació de la minería. Una ciudad del Alto Perú, hoy Bolivia, que llegó a ser Villa Imperial y que aún hoy conserva sus viejas iglesias coloniales, sus museos, la Casa de la Moneda, pinturas cuzqueñas y otros atractivos que la convierten en un imán para el turismo internacional. El que no conoce el Potosí no conoce el Nuevo Mundo, se decía entonces. Ese cerro con forma emblemática de un pecho femenino que inspiró una frase para la exploración minera de los viejos españoles: íCerro con forma de teta, ahí está la veta!
Memorias del Lejano Oeste
En la década de 1980 visité la vieja mina de plata Calico en California que había sido adaptada para el turismo. Recuerdo que cuando los visitantes estaban distraídos observando las viejas instalaciones se comenzaban a escuchar disparos, que eran salvas, y aparecían en escena hombres y mujeres vestidos a la usanza de los cowboys y hacían un espectáculo teatral dramatizando aquellos viejos tiempos del oeste. Susto y posterior delicia para los estupefactos turistas circunstanciales.
También me impresionó el viejo pueblo minero de Virginia City en Nevada, donde estaba la mina Comstock Lode, con su viejo cementerio, las construcciones en madera y la vieja oficina que habitó Mark Twain y donde escribió algunas de sus obras emblemáticas de literatura. Todo estaba perfectamente arreglado para aprovechar esa historia minera del oeste americano en tiempos decimonónicos.
Tesoros de nuestra Puna
El norte argentino, especialmente en la Puna, conserva decenas de minas abandonadas que pueden ser utilizadas como atractivo turístico. Minas que fueron explotadas desde antes de la llegada de los incas, luego por estos y más tarde por los españoles, por los jesuitas hasta su expulsión por Carlos III en 1767 y así sucesivamente hasta mediados o fines del siglo XX. En los viejos informes coloniales de Juan del Pino Manrique y Filiberto de Mena se habla de cuatro minas de oro en lo que hoy es la Puna argentina y que son Rosario de Susques, Olaroz, Cobres e Incahuasi. Rosario de Susques (Jujuy) conserva todavía ruinas de las explotaciones de los aluviones auríferos.
Cobres (Salta), conocida como "La Colorada" de Cobres, registró una larga explotación desde tiempos preincaicos. El famoso arqueólogo sueco Eric Boman la visitó a comienzos del siglo XX y realizó una descripción detallada de sus ruinas, entre ellas del maray de molienda y de las huayras u hornos de fundición.
En tiempos recientes los arqueólogos han fundido metales siguiendo los viejos métodos en ese lugar. La mina de oro de Incahuasi, al sur del salar del Hombre Muerto, perteneció al último gobernador realista de Salta don Nicolás Severo de Isasmendi. Dicha mina registra explotaciones preincaicas, incaicas y de los jesuitas. Un crucifijo de oro encontrado en el lugar se conserva en el museo de Catamarca. Las ruinas de Incahuasi constituyen un interesante atractivo turístico. A ellas hay que sumarles las viejas minas del cerro Acay que estaban en explotación cuando llegaron los primeros conquistadores españoles y la mina Concordia que data del siglo XVII. El ramal C-14 y Tren de las Nubes pasan por el medio de la mina.
Otros lugares atractivos para el turismo minero son las minas de oro de Ajedrez y Rinconada en la Puna jujeña, esta última famosa por haberse descubierto allí una pepita de oro de 8 kg de peso. A ellas pueden sumarse la mina de plata de Pan de Azúcar, de antimonio-oro de Pabellón, de plata-estaño de Pirquitas, todas ellas en Jujuy. También en Jujuy, a orillas de las Salinas Grandes se encuentra Tres Morros que fuera una importante explotación de boratos desde fines del siglo XIX y donde quedan ruinas notables de campamentos mineros que albergaron un millar de trabajadores. Esa mina contaba con vías decauville, hornos de secado y otras importantes instalaciones. Allí supo imponer su respeto Annie Mulryan O'Neil, una norteamericana de origen irlandés que llegó a la Puna Argentina en la década de 1880 detrás de la fiebre de oro de Rinconada y se convirtió en una leyenda de mujer minera avezada y adelantada a los tiempos. Al igual que su contemporánea Lola Mora, también mujer minera, nacidas ambas en 1866.
La mina de plata del volcán Antofalla en Catamarca fue explotada por los jesuitas en el siglo XVII y aún se conservan viejas ruinas de fundiciones donde se encontraron restos de mercurio que venía de España y fundentes. Fue retrabajada a mediados del siglo XIX por el salteño Gómez, padre del legislador del mismo nombre, ambos originarios de Molinos en el Valle Calchaquí.
La ciudad de San Carlos del Arenal al sur del Valle Calchaquí fue un importante ingenio minero que procesó los metales de la región donde se encuentra Bajo de la Alumbrera y otros yacimientos metalíferos. Sus ruinas son un interesante atractivo minero que tuvo su esplendor a mediados del siglo XVIII y dio fortuna a la familia salteña Arias Rengel.
Un pueblo minero que puede ser activado para el turismo es la mina de azufre "La Casualidad" que estuvo activa entre 1940 y 1980. La Casualidad es dueña de una rica historia, asociada con la vida minera de la Puna y el ferrocarril C-14 Huaytiquina.
El turismo minero no se ha desarrollado aún en la Puna y puede convertirse en un nuevo atractivo en la oferta natural y cultural que brinda la región.
Fuente: El Tribuno