Mercosur y litio

La sesión plenaria de la cumbre del Mercosur, el 6 del corriente mes: más dudas que certezas.
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Aunque bajados los decibeles en el último encuentro respecto de las anteriores declaraciones, el mandatario argentino le advirtió al uruguayo que “el principio de convivencia en cualquier sociedad es que las reglas se respeten”. Menudo consejo al presidente Lacalle Pou, quien pretende abiertamente desde hace meses una mayor flexibilidad para los socios del tratado regional.

Coinciden sus palabras con que su país está buscando por su parte una excepción a las reglas. La Argentina posee grandes riquezas y enorme potencial a pesar de que hace décadas transita en medio de defaults, crisis económicas y monetarias, problemas políticos complicados, inflaciones agudas e incomprensibles índices de pobreza.

Una de las tantas bendiciones que le ha prodigado la naturaleza es la enorme cantidad de litio depositado en las entrañas del noroeste. La nación vecina es hoy uno de los productores de mayor crecimiento del codiciado metal de estos tiempos. A raíz de una ley propulsada por el presidente Biden, cuya sigla IRA -más allá de irlandesas reminiscencias- se traduce como Inflation Reduction Act, los argentinos se están moviendo para lograr acceder a los nuevos créditos fiscales para autos eléctricos.

Pero, para calificar, la ley exige que el 80% del producto de la batería sea extraído y elaborado en Norteamérica o que provenga de un país con acuerdo de libre comercio (TLC) con los EE.UU. Sucede que la Argentina carece de un tratado semejante, así que hay un fuerte lobby a fin de conseguir una excepción, según informa un interesante artículo de Bloomberg .

La ley en cuestión, aprobada en agosto pasado y no implementada todavía, apunta contra la supremacía china en el crítico sector de los metales.

Esta legislación ha sido vista como clave desde el punto de vista climático y, a consecuencia, un fuerte empujón a la industria local de (EV) vehículos eléctricos. La Argentina luce como un socio cantado para la iniciativa de Biden, que aliviaría la escasez de suministro a la industria automotriz al contar con el reservorio más grande conocido de litio y por lo tanto abundan las conversaciones entre ambas embajadas y el Ministro de Relaciones Exteriores argentino no es ajeno a ellas, con el objetivo de conseguir la ventaja que suponen las excepciones.

La clave se halla en que productores como la Argentina y otros, caso de Indonesia (níquel), otro elemento estratégico para esa industria, es la interpretación de “extraídos y procesados”, porque la ambigüedad del vocabulario puede dejarlos afuera y, por ende, dificultar el proyecto del propio presidente norteamericano.

Desde 2010 a la fecha, la Organización Mundial de Comercio (OMC) registra 172 TLC y ninguno con el Mercosur. Una prueba elocuente del estancamiento del grupo, así como de lo que le significó al Uruguay la criminal oposición del retrógrado y fanático izquierdismo liderado por el ex canciller Gargano. Al que Vázquez inaceptablemente se avino durante su primer período al no avanzar en la posibilidad de un TLC con la primera potencia mundial.

Se desaprovechó una oportunidad única para nuestro país que nos mandó al fondo del patio de una patada, al no seguir adelante con el ofrecimiento del gobierno norteamericano, (enojado el presidente Bush por la ofensa argentina de montar una cumbre paralela de la izquierda al mismo tiempo que visitaba Buenos Aires). Y, para colmo, la suma de la presión ejercida por el inusitado viaje a nuestro territorio del entonces canciller brasileño (amigo de Gargano) Celso Amorim.

Fructifiquen o no los esfuerzos de nuestro actual presidente, su iniciativa es de las que plantean los estadistas.

Fuente: El Litoral

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