Los extremos climáticos de la Puna

Salta 14/08/2022 Por Minería Sustentable
El primero de agosto es el Día de la Pachamama en la Puna. La Puna se caracteriza por sus extremos meteorológicos y climáticos, que dificultan desde la vida humana y animal, hasta el rendimiento de los motores.
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Algunos dicen que en la Puna hay una sola estación: el frío. Otros sostienen, con sorna, que hay dos estaciones: el invierno y la del ferrocarril. También que, en la Puna, en un solo día, se registran las cuatro estaciones del año. O sea, desde un invierno congelante nocturno, hasta un tórrido verano diurno, con sus estaciones intermedias.

La singularidad climática es producto de su gran altura sobre el nivel del mar y el estar limitada a oriente y occidente por cordilleras con picos arriba de los 5.000 m y con algunos altos relieves que se aproximan a los 7.000 metros. Ello genera temperaturas extremas por frío o calor, a pesar de encontrarse latitudinalmente en un ambiente subtropical a tropical. No hay que olvidarse de que la Puna está atravesada en su sector norte por el Trópico de Capricornio.

Los distintos viajeros que cruzaron la Puna desde el tiempo de los españoles hacen hincapié en las dificultades climáticas. Con algunas imágenes fuertes como los caballos congelados de Diego de Almagro o los toros herrados, que eran arriados por Antenor Sánchez, en el cuento "Viento Blanco", de Juan Carlos Dávalos.

Los viajeros del siglo XIX y primera mitad del siglo XX dejaron crudos testimonios de los extremos climáticos de la Puna. Entre otros J.J. Von Tschudi, Ludwig Brackebusch, Francisco San Román, Lorenzo Sundt, Alejandro Bertrand, Abraham Becerra, Daniel Cerri, Eduardo A. Holmberg, Juan B. Ambrosetti, Eric von Rosen, Eric Boman, Federico Reichert, Juan Barnabé, Luciano Caplain, César R. Vilela, Juan Carlos Turner y muchos más.

Llamaron su atención la extrema sequedad del aire, la heliofanía, la radiación solar, la hipoxia, la hipobaria, la radiación ultravioleta, la vegetación achaparrada y xerófita, los paisajes monocromáticos, el soroche, el surumpio, las amplitudes térmicas, los espejismos o "fata morganas", los vientos enarenados, los crujidos de la sal y otro centenar de fenómenos climáticos extremos, raros o curiosos.

Tal vez quien haya abordado con mayor propiedad el tema sea el Dr. Luciano R. Catalano (1890-1970), en su artículo sobre "Los fenómenos geofísicos atmosféricos de la Puna de Atacama" (1926), de lectura obligada en el tema y disponible en el valioso repositorio digital del Segemar. En ese y en otros artículos sobre la Puna, Catalano menciona cómo le llamaron la atención el congelamiento y descongelamiento del agua, los penitentes de nieve, las amplitudes térmicas diarias, la velocidad, carga y dirección de los vientos, el efecto sobre el paisaje, entre otros muchos asuntos.

Nuestro Tibet regional
La Puna es el Tíbet de la América del Sur. Sería interesante establecer analogías y paralelismos entre ambas regiones, especialmente en sus salares, y la presencia del litio en las salmueras. Así como en sus extremos climáticos y la adaptación de hombres, animales y plantas. Como la propuesta que hiciera Eduardo Holmberg y que publicara en Gaea en 1950 sobre las posibilidades de adaptar el yak, el bóvido tibetano, en la Puna.

Una de las cuestiones que asombran es la amplitud térmica. De noche las temperaturas descienden por debajo de cero grados y de día ascienden una veintena de grados. Se dan extremos de 30 grados bajo cero y otros de 30§ sobre cero, con lo cual la amplitud puede llegar a 60 grados. Así, las rocas se recalientan durante el día y se congelan por la noche, con lo cual estallan por diferencia térmica, dando lugar al fenómeno del termoclastismo.

Esta rotura de rocas es más compleja, ya que también está relacionada a la diferente absorción y capacidad térmica de los minerales individuales. Un mineral oscuro absorbe calor y uno claro lo refleja, y al caer la temperatura nocturna bajo cero van a reaccionar de forma diferente. La radiación solar es intensa y la reflectancia adquiere valores extremos sobre las superficies negras de las rocas volcánicas o las superficies blancas de los salares. Las otras superficies tienen albedos intermedios.

Los volcanes
Las amplitudes térmicas no solo son extremas entre el día y la noche, sino que hay lugares particulares donde alcanzan grados superlativos. Ello ocurre donde hay volcanes activos en que las fumarolas o solfataras pueden tener agua o azufre hirviendo en un entorno de 20 o más grados bajo cero. El cráter del volcán Misti es uno de esos ejemplos extremos.

El Socompa cuenta con fumarolas de vapor de agua que permiten la existencia de un ecosistema autotrófico sustentable con pequeños roedores, aves, insectos y plantas inferiores a 6.060 m de altura. El polvo eólico o las cenizas volcánicas que caen sobre la nieve aumentan la absorción de la luz solar y aceleran su derretimiento.

Así pasó con el Nevado de Ampato, en Perú, a causa de las cenizas del Sabancaya que descongelaron los hielos y liberaron a la momia Juanita, descubierta por Johan Reinhard; el mismo arqueólogo que junto a Constanza Ceruti descubrieron más tarde las del Llullaillaco. Las erupciones del Lascar hicieron caer cenizas sobre los cerros nevados de la Puna y generaron un descongelamiento por cambio de albedo.

Los vientos
Los vientos soplan generalmente del cuadrante noroeste y alcanzan los 100 km por hora. Cuando se cargan de nieve pulverulenta dan lugar al famoso y peligroso "viento blanco", muy temido por los antiguos viajeros, arrieros y caravaneros. Cuando se cargan de arena destruyen en minutos los parabrisas de los vehículos, que quedan completamente esmerilados. El efecto del sopleteo de las arenas sobre las rocas produce un desgaste que da desde superficies pulidas hasta corroídas, creando geoformas y hasta paisajes exóticos.

Tormentas de vientos cargados de polvo pueden cruzar la Puna hacia el este, sorteando las altas montañas de la Cordillera Oriental para alcanzar el Chaco con su carga de elementos químicos volcanogénicos, entre ellos el arsénico.

Por la altura, el agua hierve a baja temperatura, lo que dificulta la cocción de los alimentos. 

La extrema sequedad del aire genera altas tasas de evaporación con precipitación de sales.

La ropa lavada se seca en muy escaso tiempo, se puede hacer charqui y chalona con sencillez y debe cuidarse la piel de la deshidratación con cremas especiales. Igual que con la radiación ultravioleta, que deja la piel quemada y negra en caso de descuido.

La hipobaria y la hipoxia generan el soroche o mal de Puna, y la reflectancia de los salares los espejismos. También puede causar lesiones en la vista, conocidas como surumpio.

De allí la importancia de los lentes oscuros y la vestimenta adecuada para moverse en la Puna, y especialmente en los salares.

La intensa radiación solar y la heliofanía permiten el aprovechamiento de una energía limpia a través de su captación con paneles solares como los que se instalaron en Cauchari y Olacapato. 

A ello ayuda la atmósfera limpia que, además, da unos bellísimos cielos estrellados nocturnos. Hay lugares de la Puna donde reina un silencio profundo y otros donde el viento nocturno que corre a través de rocas y desfiladeros genera una música extraña. Las precipitaciones son escasas a lo largo del año y varían desde unos 100 mm en el borde oriental a menos de 10 mm en el borde occidental.

Vegetación
Las tormentas eléctricas son muy peligrosas a raíz de los rayos, que se cobran vidas humanas y animales. Donde cae un rayo se pueden formar fulguritas y los nativos de la Puna las atesoran con fines médicos, la “piedra rayo” de los antiguos kallawayas. La vegetación es achaparrada y xerófila, formada por pequeñas matas y arbustos. Salvo en la Puna norte donde además hay cardones, churquis y las famosas queñoas, una especie de árbol fósil de la edad del hielo, que tiene una cáscara protectora como cebolla de un fino papel y que tiene la curiosidad de ser el árbol con anillos de crecimiento que crece más alto en el mundo.

Las yaretas se adhieren a las rocas dando unas formas almohadilladas de un color verde intenso y de gran tamaño, que llegan a tener más de 3.000 años de antigüedad. Algunas plantas halófilas se adaptan a los bordes de los salares.

La Puna contiene otros organismos extremófilos adaptados a aguas calientes o con una acidez muy baja. La adaptación del hombre y de los animales a la Puna es otro capítulo fascinante y lleno de curiosidades.

Fuente: El Tribuno / Ricardo Alonso

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