La minería de cobre entre proyecciones, inversiones y desafíos para llegar al top 10 mundial

Argentina proyecta inversiones por 20.000 millones en minería de cobre y busca volver al top 10 mundial, con Mendoza como protagonista del nuevo ciclo minero.
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La minería del cobre, que alguna vez situó a la Argentina en el mapa mundial de los productores de metales, se encamina a un renacimiento luego de años de inactividad. Según un informe reciente de la Cámara Argentina de Empresas Mineras (CAEM), por primera vez este mineral lidera los presupuestos de exploración en el país.

La proyección abre un horizonte que combina expectativas de inversión por casi 20.000 millones de dólares y la posibilidad de que el país ingrese al grupo de los diez principales productores globales en la próxima década.

La historia reciente del cobre en la Argentina se resume en un ascenso vertiginoso y una caída abrupta. El punto máximo se alcanzó en 2002, cuando la producción llegó a 203.700 toneladas, impulsada por la operación de Bajo La Alumbrera, en Catamarca. Durante más de dos décadas esa mina fue el emblema de la minería cuprífera nacional, hasta que en 2018 cesó sus actividades. Desde entonces, la producción primaria desapareció y solo se mantuvo un volumen marginal proveniente de subproductos de otras explotaciones, como Lindero en Salta y Martín Bronce en Jujuy.

En 2024, esa producción secundaria apenas alcanzó las 14.500 toneladas.

La contracara de ese retroceso se reflejó en el comercio exterior. Mientras en 2007 las exportaciones de cobre sumaban casi 2.000 millones de dólares, en 2024 se redujeron a apenas 3,5 millones. La Argentina pasó así de ser un jugador visible en el mercado mundial a un participante marginal, incapaz de aprovechar la tendencia alcista de los precios internacionales registrada en los últimos cinco años.

 
El impulso de la transición energética

El escenario internacional ofrece hoy condiciones propicias para un retorno del cobre argentino. La demanda global del “metal rojo” crece de la mano de la expansión de las tecnologías de energía limpia, la electrificación del transporte y el desarrollo de nuevas infraestructuras. Según datos de la CAEM, el consumo mundial de cobre refinado pasó de 15,1 millones de toneladas en 2000 a 27,5 millones en 2023, un incremento del 82%.

El epicentro de esta demanda se encuentra en Asia, con China como actor dominante. El gigante asiático multiplicó casi por cinco su participación en el consumo mundial desde el año 2000 y hoy concentra el 60% del total. Este cambio estructural ha modificado las prioridades de las grandes mineras y los flujos de capital, que buscan proyectos capaces de abastecer un mercado en expansión.

El resurgimiento argentino

En este contexto, la Argentina se reposiciona con una cartera de 21 proyectos de cobre registrados. De ellos, seis cuentan con planes firmes de puesta en marcha entre 2027 y 2031, y concentran inversiones estimadas en 19.521 millones de dólares. Entre los nombres que impulsan estas iniciativas se encuentran Lundin Mining, BHP, Glencore, McEwen, First Quantum y Zonda Metals.

Si estos emprendimientos avanzan según lo previsto, la capacidad productiva del país podría superar el millón de toneladas hacia 2031, lo que permitiría ingresar en el grupo de los diez mayores productores mundiales. Actualmente, Chile, Perú y la República Democrática del Congo encabezan el ranking global, con participaciones de entre el 11% y el 23% de la producción. El ingreso argentino a ese selecto grupo representaría un cambio de escala para la economía nacional.

 
Inversiones estratégicas y desafíos pendientes

El atractivo de estos proyectos radica en su carácter estratégico. A diferencia de otros minerales, el cobre tiene una presencia transversal en los sectores vinculados a la transición energética: desde las redes eléctricas hasta la fabricación de vehículos eléctricos y sistemas de almacenamiento. La Agencia Internacional de la Energía proyecta que la demanda de minerales críticos se multiplicará por seis hacia 2050, y el cobre ocupa un lugar destacado en ese proceso.

Sin embargo, los desafíos para materializar este potencial son significativos. El primero es la estabilidad regulatoria, un aspecto señalado de manera recurrente por las empresas. A ello se suma la necesidad de infraestructura adecuada —particularmente en energía, agua y transporte— para garantizar la competitividad de los proyectos, muchos de los cuales se ubican en provincias cordilleranas con complejidades logísticas.

Otro punto sensible es la aceptación social y ambiental. La minería enfrenta en la Argentina un debate permanente, en el que confluyen las expectativas de desarrollo económico con las demandas de comunidades locales y organizaciones ambientalistas. El cobre no será una excepción: su explotación requerirá consensos claros y marcos de transparencia que aseguren estándares internacionales de sostenibilidad.

San Jorge y la oportunidad de Mendoza

El proyecto PSJ Cobre Mendocino, anteriormente conocido como San Jorge, inició el proceso de evaluación ambiental para obtener la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) que le permita comenzar su construcción en Uspallata, Las Heras. Tras haber quedado archivado en 2012, el plan fue reactivado bajo una nueva conformación societaria integrada por la suiza Zonda Metals GmBH y el argentino Grupo Alberdi, con experiencia en la exploración de Cerro Amarillo, en Malargüe.

La propuesta contempla una etapa de producción de 16 años, con posibilidad de extenderse hasta 27, y una producción promedio de 40.000 toneladas de cobre fino por año, con picos más elevados en los primeros años de operación.

La inversión total se estima en 559 millones de dólares, de los cuales 461 millones se destinarán a la construcción y 81 millones a la operación. Con estas características, PSJ es el primer proyecto mendocino que podría incorporarse al Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI). La Cámara de Empresarios Mineros de Mendoza (CaMEM) destacó que se trata de un desarrollo estratégico para la provincia, al diversificar su matriz económica y generar empleo genuino. La construcción demandaría entre 18 y 24 meses, generando 3.900 puestos de trabajo, mientras que en la etapa operativa se prevén 2.400 empleos entre directos e indirectos.

Ubicado en la Estancia Yalguaraz, el yacimiento abarca casi 10.000 hectáreas y se explotará a cielo abierto debido a la cercanía del mineral a la superficie. El procesamiento se hará mediante trituración, molienda y flotación, obteniendo un concentrado seco con 25% de cobre y trazas de oro. Según las pruebas, las recuperaciones alcanzan el 90% en cobre y el 74% en oro, con una capacidad de planta de 10 millones de toneladas anuales. De aprobarse la DIA, PSJ se convertiría en el primer proyecto de la Mesa del Cobreen entrar en producción, marcando un hito para Mendoza en su estrategia de integrar la minería como motor de desarrollo económico y social.

Una oportunidad en juego

La Argentina se encuentra en un punto de inflexión. La paradoja de haber dejado de producir cobre en un contexto de precios elevados resalta la urgencia de aprovechar la nueva ola de inversiones. El potencial está a la vista: un portafolio de proyectos en etapa avanzada, el interés de actores globales y una demanda internacional sostenida que difícilmente se detenga en las próximas décadas.

Fuente:  Sitio Andino

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