Por Héctor Brondo

El acuerdo alcanzado en la COP28 sobre cambio climático contempla la necesidad de encarar con decisión y compromiso una transición energética que permita abandonar de manera progresiva los combustibles fósiles, principales causantes del calentamiento del planeta.

Vale aclarar que la transición energética es un proceso a través del cual se busca cambiar la forma en que se obtiene y utiliza la energía, con el propósito de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mitigar el cambio climático.

Esta travesía implica pasar de fuentes de energía tradicionales y altamente contaminantes, como los combustibles fósiles, a otras de energías renovables y más limpias, como la solar, la eólica y la eléctrica.

En cualquier caso, el litio, entre otros minerales alcalinos, tiene reservado un papel clave y trascendente en la transición energética debido a su uso en baterías de iones de litio para almacenar la energía generada a partir de fuentes renovables y para impulsar el crecimiento de la movilidad eléctrica, considerando necesario tener en cuenta los aspectos ambientales, adoptando las mejores prácticas de extracción y factores sociales, proporcionando capacitación, empleos y oportunidades de desarrollo económico local.

Y es en planteo de ese desafío global urgente que Argentina encuentra un nicho potencial de oportunidades interesantes para su desarrollo económico y social.

Según los registros del Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés), alrededor del 67% de las reservas probadas de litio y cerca de la mitad del suministro mundial, se concentra en el denominado “triángulo del litio”, que conforman Argentina, Bolivia y Chile.

Nuestro país cuenta con alrededor del 15% de las reservas mundiales de litio, lo que la ubica en la cuarta posición. Además, aporta cerca de una sexta parte de la producción total, participación que la coloca en el tercer lugar del podio global.

La USGS también destaca que Argentina es el país con mayores “recursos de litio” con valor económico potencial, con todo lo que eso implica en términos de porvenir.

Fuente: La Voz