Roberto Salvarezza: “Queremos agregarle valor al litio e industrializarlo en Argentina”
Una de las grandes batallas que se libran en este tiempo es por la apropiación del litio. Así, todos los cañones apuntan hacia América del Sur, donde Bolivia, Chile y Argentina concentran más de la mitad de los recursos de todo el planeta. Si bien hay varios proyectos de exploración y explotación, por ahora solo dos empresas de origen extranjero (EEUU y Australia) explotan el mineral argentino. El viejo dilema entre el país exportador de materias primas y el país industrializado se renueva en pleno siglo XXI.
Roberto Salvarezza, presidente del directorio de Y-TEC e YPF Litio, dialogó con la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes sobre la empresa estatal que busca utilizar el litio nacional para convertirlo en carbonato de litio. La pregunta que sobrevuela la charla es qué hacer una vez que se extrae el recurso y cuál es la estrategia que se podría adoptar para no desaprovechar una oportunidad histórica.
-¿En qué proyectos trabaja YPF Litio actualmente?
-Estamos explorando 20 mil hectáreas en Fiambalá, provincia de Catamarca, y planeamos para agosto la perforación de dos pozos. Si este proyecto da niveles de litio importantes para que tenga una rentabilidad económica, la empresa avanzará en una planta piloto y en la posibilidad de la producción de carbonato de litio.
-Si bien pertenece a Y-TEC, la unión con la Universidad Nacional de La Plata para generar baterías y celdas de litio es una de esas oportunidades para industrializarlo.
-Hay que contextualizar esta decisión. Ya en 2010 Cristina se preguntaba por qué no hacíamos baterías si teníamos el litio. En 2015, cuando se inaugura Y-TEC durante su gobierno, se plantea el proyecto de la planta piloto de elaboración de celdas de baterías de ion-litio, que nos permitió hacer las primeras celdas, elegir los materiales adecuados y adquirir toda la experiencia para armarlas. Ahora estamos en una planta de desarrollo tecnológico que son 15 megabytes por año y que estamos aumentando por cinco veces esta capacidad con la provincia de Santiago del Estero.
-Desde muchos sectores sostienen que estos proyectos a largo plazo y con intervención del Estado no tienen sentido, condenando al país a ser exportador de materias primas.
-En el país había gente que decía que no podíamos fabricar baterías de litio porque no teníamos la capacidad para industrializarlo. Entonces, el hecho de hacer la planta y desarrollar las baterías sirvió para mostrar que, al igual que la energía nuclear, el desarrollo satelital o en biotecnología, sí somos capaces. Esa planta piloto fue muy importante porque permitió que hoy en día se considere la posibilidad de industrializar el carbonato de litio. Sin esa planta esta discusión no existiría.
-¿Por qué existe esa mirada alrededor de la ciencia y la tecnología local que es despectiva y carga con un “complejo de inferioridad”?
–Desde afuera nos imponen que nosotros no tenemos capacidades para hacer estas cosas. Incluso hay científicos en nuestro país que sienten que es muy difícil, que no tienen apoyo del Estado o no tienen la tecnología suficiente. La construcción de esta imposibilidad es parte de lo que se hace desde el exterior, de decir “ustedes no pueden, compren la tecnología”. Lo que se disputa en el mundo hoy realmente es la tecnología; China y Estados Unidos discuten la red 5G, los chips, el hidrógeno y, por supuesto, también el litio.
YPF Litio
La empresa que alberga la exploración y la explotación del litio fue creada en 2021 e inició su actividad al año siguiente a través de un acuerdo con la compañía de energía de Catamarca CAMYEN. Aunque YPF tiene su centro de negocios en el gas y el petróleo. está trabajando sobre la transición energética y tiene interés en el litio como un recurso para almacenar energía en las baterías que se fabrican con este compuesto. Como el país es el segundo en el mundo en cuanto a niveles de recursos y el cuarto productor mundial, la decisión fue involucrarse en el tema. mientras que YPF-TEC trabaja sobre la industrialización de este elemento.
Modelos en disputa
-Hace pocas semanas Gabriel Boric anunció la nacionalización de litio en Chile. Además, ya se nacionalizó en Bolivia y México va por el mismo camino, pese a que no es uno de los países que más volumen tenga.
-Los tres casos son diferentes. Bolivia declaró desde un principio al litio como propiedad del Estado y hoy en día lo opera una compañía estatal, que a su vez es la que puede asociarse con otras empresas para la explotación. Sin embargo, no es productor de carbonato de litio. Chile es diferente porque tiene nacionalizado el litio hace mucho tiempo, pero realiza contratos con empresas extranjeras para que exploten los yacimientos por un período determinado y exporten el carbonato. Entonces, la propuesta de Boric es crear una empresa que tenga una participación del Estado y una participación privada para que pueda explotar en el futuro esos salares. México, por su parte, creó la empresa LitioMex y dejó el litio en manos del Estado.
-¿Dónde radican las similitudes entonces?
-En todos los casos, incluido Argentina, hay interés en industrializar el litio, y ese es el paso importante para América Latina: entender que podemos producir carbonato líquido, industrializarlo y agregarle valor que actualmente estamos perdiendo. No podemos ser una región del mundo que provea carbonato de litio a un valor y luego compre baterías a un precio muchísimo mayor. Ese es el gran problema que enfrentamos; podemos tener diferentes marcos legales y diferentes escenarios políticos, pero todos han tomado conciencia de que el litio es una oportunidad también para industrializar y agregar tecnología a lo que hace cada uno de esos países.
-La jefa del Comando Sur de Estados Unidos, Laura Richardson, dijo que una de sus principales preocupaciones en torno a la disputa con China es justamente el litio.
-Porque hay una mirada sobre Latinoamérica como proveedora de litio para que aproveche Estados Unidos. Entonces, cuando vienen y nos dicen que quieren nuestro litio, nuestro gas y nuestra agua, tenemos que frenarlos. Estos son nuestros recursos y tenemos que darle el mejor valor para que implique desarrollo económico, bienestar social y cuidado del ambiente.
-Sin embargo, hay un contexto político a nivel regional en los tres países que habilitaría a ponerse de pie frente a quienes quieren quedarse con este recurso o comprarlo sin valor agregado.
-Se está adquiriendo una postura en la cual nosotros no vamos a tomar el carbonato de litio y entregarlo solamente como un producto de bajo valor, si no que queremos ser partícipes del agregado de valor e industrializarlo en Argentina para darle trabajo y valor económico a nuestra sociedad.
-Al fin y al cabo, hablar de explotación y de industrialización de litio es hablar de soberanía.
-Absolutamente. Nadie duda de que podemos exportar carbonato de litio, pero lo que queremos es que parte de ese carbonato sirva para desarrollar el país y darles bienestar a los argentinos. Ahí tenemos trabajo, industria, tecnología y capacidad de decisión. Podemos mirar al Mercosur y a su industria automotriz con un futuro eléctrico, pero cuyo bien más importante y caro es la batería de litio. Entonces hablamos de decisiones soberanas y dominio de tecnología, algo que está en tensión en todo momento.
Bajo amenaza
-Se vienen las elecciones y, si hay algo destacable durante esta gestión, es la política de ciencia y tecnología. ¿Cómo se imagina ante un panorama complejo con el triunfo de otra fórmula no oficialista?
–La continuidad de nuestro proyecto significará la continuidad de una ciencia que ha hecho avances muy importantes en el área satelital, el área nuclear, la biotecnología digital y humana. Esa trayectoria se basa en un modelo de país que entiende que el conocimiento es la clave de desarrollos soberanos. Por el otro lado, el modelo que confronta es el neoliberal que coincide con esa mirada de que Argentina es el proveedor de insumos y las tecnologías se compran.
-¿Qué pasaría con todos los proyectos que se están llevando a cabo?
-Todos los desarrollos alcanzados y las investigaciones realizadas están amenazadas. A diferencia de los países del norte, donde el neoliberalismo invierte en ciencia y tecnología, en América Latina son neoliberales periféricos. Su rol es proveer de insumos a los países que tienen el conocimiento y la capacidad de transformar esos bienes en productos de mucho valor.
Fuente: El Destape