La aparición del mineral mágico

Primero se calificó al negocio del litio de fenómeno y boom, pero la situación cambió, y ahora los analistas consideran directamente que un mineral mágico parece haber producido un milagro en la Argentina: conseguir un consenso.
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La mayoría de los actores políticos, sociales y económicos acuerdan que su explotación es una oportunidad. En este especial, producido junto a Fundar, nos proponemos analizar la industria hablando con sus protagonistas.

Hace años se repite que el litio representa una enorme oportunidad productiva y económica para la Argentina. Hay cierto consenso acerca de su potencial por su aporte en materia de exportaciones, divisas, empleo local, desarrollo de proveedores y demás. Tanto que ya parece instalado en el sentido común. 

El litio tiene tres niveles de análisis:

El global, por su rol en la transición energética, principalmente para la fabricación de baterías que son utilizadas en los vehículos eléctricos y para el almacenamiento de las energías renovables intermitentes;

El nacional por el aporte de divisas, la tributación fiscal y el desarrollo productivo;

Y el local, por la generación de empleo, la demanda de proveedores, el impacto ambiental y la discusión territorial.

Se sabe que el litio es un metal alcalino blando de color blanco plata. No ocurre libremente en la naturaleza, sino en compuestos: por ejemplo, disuelto en agua de mar y en el fluido residual de la producción de petróleo, pero la mayor concentración -y la explotable- se encuentra principalmente en un determinado tipo de roca (espodumeno) y en salmuera.

Si bien se utiliza litio hace tiempo en la medicina, la elaboración de cerámicas y vidrios o la fabricación de baterías, el aumento explosivo de la demanda surgió a partir de la aceleración de la transición a la electromovilidad y – aún en menor medida- el almacenamiento de energía renovable.

Actualmente, los mayores productores de litio son Australia (46%), Chile (23%) y China (16%). En conjunto extraen aproximadamente el 86% del total global. Argentina, con un 7% del mercado, es el cuarto productor del mundo. En el triángulo del litio, que compartimos entre Argentina, Bolivia y Chile, se concentra más del 56% de los recursos de litio identificados en el mundo.

Sin embargo, cuando miramos las reservas (los recursos económica y técnicamente explotables), nos encontramos con que Chile tiene el 51%, seguido por Australia con el 16% y Argentina con el 10%, seguidos por China (6%), Estados Unidos y Canadá (6%) y otros. Dadas las características de los recursos bolivianos, no son clasificados como reservas aún.

De este modo, en un escenario de demanda creciente y con los recursos disponibles, Argentina cuenta con un enorme potencial para aumentar su participación en la oferta global del mineral. 

Quién explota el litio

Actualmente, Argentina tiene dos plantas de producción de litio operativas: uno de la empresa Sales de Jujuy en el Salar de Olaroz (Jujuy)  y el otro es el proyecto Fénix de Livent en el Salar de Hombre Muerto, (Catamarca) que a su vez están ampliando sus capacidades productivas. Al mismo tiempo, hay varios proyectos en construcción.

En este punto también vale resaltar la creación de YPF Litio en 2022. La entrada de la firma al sector brinda oportunidades en el desarrollo de proyectos de exploración como el que está llevando adelante en Fiambalá, Catamarca, el desarrollo tecnológico a través de YTEC a partir de la planta laboratorio de fabricación de celdas de batería en Ensenada y de la investigación sobre tecnologías de extracción directa de Litio que están llevando a cabo junto al CICDEMJU-CONICET, como así también en la aplicación de 100 años de experiencia adquirida en el sector hidrocarburos en roles como la exploración, la respuesta a desafíos logísticos, y la investigación y el desarrollo aplicado a la mejora de procesos. 

Un marco normativo para el litio

Hay distintos modelos de abordaje del litio en el triángulo sudamericano: Chile tiene un modelo de captura de la renta minera y un nuevo rol para el Estado, Bolivia busca un esquema de control estatal e integración de la cadena de valor, mientras que en Argentina se desarrolla un modelo de liberalismo y fragmentación federal.

Pero todo se definió cuando el negocio no tenía las dimensiones actuales. Por eso la creación de capacidades productivas y tecnológicas en torno al litio enfrenta desafíos de diversa índole y que el régimen federal de gobernanza precisa una mayor coordinación entre niveles de gobierno para construir una política integral para el recurso.

En ese entendimiento avanzan, a paso lento pero firme, Nación y las provincias líderes en la materia: Catamarca, Salta y Jujuy.

La secretaria de Minería Fernanda Ávila, catamarqueña, resaltó la importancia de la estabilidad regulatoria para la inversión, así como el fortalecimiento del control estatal y cuenta algunas medidas como la adhesión a Iniciativa de Transparencia de Industrias Extractivas (EITI, por sus siglas en inglés), el Sistema de Información Abierta a la Comunidad sobre la Actividad Minera (SIACAM) y la Mesa de Minería Abierta a la Comunidad (MEMAC) para abordar algunos de los desafíos del sector.

El tiempo dirá cuál de los modelos mencionados fue el más exitoso, pero a partir de la caracterización del modelo argentino como fragmentado, la instancia de la Mesa del Litio es celebrada entre todas las voces como un espacio institucionalizado de interlocución entre jurisdicciones y niveles de gobierno para articular una visión estratégica que permita una mayor coordinación de las políticas públicas y consecuente aprovechamiento de la explotación del mineral.

El desarrollo nacional

El aporte del sector a la economía nacional tiene diferentes dimensiones. En primer lugar, las exportaciones y la generación de divisas necesaria para que el conjunto de la economía pueda crecer.

El litio es el tercer mineral que se exporta, después de oro y plata, pero viene disputando el segundo lugar, que alcanzó ya en algún momento de este año. Actualmente es una porción pequeña de las exportaciones (menos del 1%). No obstante, la expectativa de la Secretaría de Minería es que en 2030 lleguemos a 8.000 millones (el equivalente al 9% de las exportaciones totales de 2021).

Es decir, se prevé aumentar más de 10 veces los montos actuales a partir del crecimiento exponencial de las cantidades producidas dado que es posible que los precios seguramente bajen respecto del pico donde se encuentran ahora.

¿Por qué son relevantes las exportaciones en sí mismas? Cada punto de crecimiento del PBI requiere importar, dado que la población consume más y las empresas necesitan más insumos para producir. Se estima que, aproximadamente, por cada punto que crece la economía las importaciones suben en 1.400 millones de dólares. De esta manera, llevar las exportaciones de litio a 8.000 millones de dólares permitiría dar oxígeno al conjunto de la economía, que podría crecer con más fuerza, con sus consiguientes impactos positivos en la generación de empleo y reducción de la pobreza.

En segundo lugar, el aporte fiscal: se suele hacer foco en el 3% de las regalías provinciales, pero la recaudación del Estado se amplía por varios otros instrumentos tales como: retenciones, ganancias, contribuciones a la seguridad social, fideicomisos y otros.

Las perspectivas son realmente importantes, y no es descabellado pensar que en la difícil encrucijada económica de la Argentina, el Norte del país, más específicamente el Noroeste y con un papel preponderante de Catamarca, pueda verse una luz en el final del túnel. Que así sea... 

Fuente: El Esquiú.com

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