Mina La Casualidad: un pueblo fantasma enclavado en el silencio de Los Andes

Dos amigos decidieron llegar hasta el establecimiento azufrero que cerró el 22 de noviembre de 1.979.
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Dos amigos, Sergio Martearena e Ignacio Le Gammari, decidieron internarse en el silencio y la inmensidad que presenta el Departamento de Los Andes y llegar hasta Tolar Grande y la Mina La Casualidad, un establecimiento azufrero que empezó a trabajar un 10 de agosto de 1.953 y se cerró el 22 de noviembre de 1.979.

Aunque ya lleva más de cuatro décadas cerrados, la Mina La Casualidad sigue llamando la atención de salteños y visitantes que deciden visitar un lugar inóspito sin importarles lo adverso que puede ser el viaje.

Los amigos salieron en moto busca de una nueva aventura. A las seis de la mañana tomaron por la Ruta Nacional 51, la que va a San Antonio de los Cobres, sin un rumbo fijo.

Al llegar a la localidad cabecera del departamento Los Andes decidieron continuar viaje. La idea era llegar a Tolar Grande y hacer base ahí. Mientras tanto, recorrer las bellezas naturales que da la inmensidad de la Puna.

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Rodeados de volcanes, eligieron un camino alternativo para llegar al "pueblito escondido entre las montañas". Fueron por la ruta que va por Abra El Gallo, a 4630 m.s.n.m. y a 35 km. de San Antonio de los Cobres. El camino tradicional es ir por Olacapato pero optaron por ese recorrido cuando emprendieron el regreso.

Pasaron por Salar de Pocitos, que tienen esas rectas interminables que cruzan todo el salar. De ahí pasaron por Los Colorados, el Desierto del Diablo y Las Siete Curvas. Fueron testigos de lugares y colores increíbles que les dieron la sensación de que estaban sumergidos en un mar de sal.

"En Tolar Grande había un frío intenso pero es un pueblo mágico. Hay muy poca gente habitando, y se puede ver turistas extranjeros los cuales van en camioneta y con guías", expresó Sergio Martearena, maravillado por los paisajes que pudo apreciar, y aseguró que se disfrutan mucho más si vas en moto.

Mientras pasan las horas, los amigos motoqueros decidieron no quedarse en Tolar Grande solamente, querían llegar hasta la mítica mina La Casualidad.

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El viaje a la impresionante mina La Casualidad comenzó bien temprano. Se levantaron a las seis de la mañana para preparar las motos y todo lo necesario. A las 8 de la mañana ya estaban en ruta, listos para la próxima aventura. Son 70 kilómetros de caminos de tierra y calaminas.

"El viaje es muy duro pero tiene mucha adrenalina y más cuando estás por llegar a destino. Increíblemente después de esos 70 kilómetros aparece el pavimento, pero lo que más nos sorprendió es que está en muy buen estado. Las construcciones de antes eran muy buenas", afirmó Sergio Martearena.

Pasaron por el inmenso Salar de Arizaro, rodeados de cerros inmensos, de colores fantásticos y con mucha nieve.

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"Al igual que el camino, en tremenda inmensidad te das cuenta lo maravillosa que es la naturaleza. Lo más importante es que está en nuestra provincia, es para todos y muchas veces no sabemos apreciarlo. Al llegar a la mina y conociendo lo que fue hace décadas haces volar la imaginación y recordar que vivieron 3000 personas con escuela, registro civil, iglesia, personas que nacieron y se criaron", aseguró el motoquero.

Durante la travesía se cruzaron con unos turistas italianos e ingleses, los cuales también se mostraron impactados por la inmensidad de esos paisajes y les comentaron que nunca habían visto paisajes tan maravillosos. Expresaron que quedaron enamorados de las maravillas que ofrece Salta.

"En La Casualidad se procesaba el azufre que se extraía de la mina Julia a través de góndolas en cable carilla. Los colores de ese cerro de azufre con partes marrones y nevados hacen un lugar majestuoso. Lamentablemente hay muy poca infraestructura para el turismo en Tolar Grande", remarcó.

A 13 kilómetros de distancia, conocieron la Cueva del Hombre Muerto, un túnel con estalactitas de sal todo oscuro hasta llegar a la salida donde hay enterrada la cruz.

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"Antes de ir a la cueva del Hombre Muerto, tratamos de llegar a mina Julia que es donde se extraía el azufre y en góndolas se bajaba a La Casualidad donde se lo procesaba pero no pudimos llegar por la cantidad de nieve acumulada", expresó Martearena.

Al día siguiente emprendieron el regreso que fue una fiesta por lo recorrido y los paisajes conocidos. Un viaje que sin dudas quedará en la retina de Sergio Martearena e Ignacio Le Gammari por el resto de sus vidas.

Fuente: El Tribuno / Martín Rodríguez

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