El consumismo y la minería

Me gustaría empezar estas líneas con la certeza de no querer acumular disidentes sino que, al contrario, sean un llamado a la reflexión.
03

Recuerdo una conversación con una exalumna de la facultad de Ciencias Naturales de la Universidad de Tucumán quien me planteó una demonización sobre los yacimientos tipo world class, el minado a cielo abierto y muchas otras cosas que son meras réplicas de palabras que están en auge y nos hacen creer que estamos de un lado de la calle o del otro. Obviamente, como docente es mi deber enseñar y traté de hacerlo a partir de ejemplos muy sencillos.

Le pregunté cuántos celulares en uso había en su casa. “Cinco, uno por cada hijo y dos por mis padres”, me respondió. Perfecto, ¿ahora tenés alguna idea de cuántos teléfonos sin funcionar quedaron dando vueltas en tu hogar o simplemente fueron arrojados a la basura sin chance alguna de ser reciclados? “No”. ¿Y computadoras? Le pregunté, con lo cual ella se dio rápidamente cuenta de cuál era mi punto y el punto de nuestra querida población terrestre interconectada a través de la globalización y el consumo masivo.

Negarnos a vivir como sociedades evolucionadas, conectadas, con objetos que eran solo ficción hace un siglo atrás, es una falacia a la cual unos pocos creo que estarían dispuestos a asumir. Mi opinión respecto de la actividad minera es la que va de la mano con la historia más primitiva del hombre y que la acompañó y sigue acompañando durante su permanente evolución. Objetar los efectos adversos o, dicho de otra forma, negar los daños que ocasiona cualquier tipo de minería es como refutar que cualquier actividad antrópica no ocasiona un efecto negativo sobre la superficie terrestre, por más pequeño que sea este.

Ahora bien, ¿qué hacemos día a día para mitigar esto? Usaré una frase muy usada en la jerga argentina: ¡La caridad empieza por casa! Minimizar el consumo, fomentar el reciclado genuino, etc. ¿Y respecto a las empresas mineras que operan en nuestro país? Existen muchísimos caminos, los más cortos nacen en las unidades de gestión ambiental de las respectivas dependencias mineras de cada provincia, representantes públicos que defiendan los intereses ambientales a través de las legislaciones vigentes, audiencias públicas con referentes que sepan informar clara y objetivamente a la sociedad, qué es lo que existe, qué es lo que se pretende hacer y cómo se lo quiere hacer.

Pensar que la minería solo trae emparentado deterioro ambiental no me permite ver hasta dónde hoy llegó el ser humano con sus grandes puentes de hormigón, sus prótesis de titanio y demás objetos de uso cotidiano, que gritan minería pura, por donde pisemos.

Fuente: El Tribuno / Paolo Saccone

Te puede interesar