Avanzan en la región los proyectos para extraer los minerales esenciales para el desarrollo de la locomoción del futuro

América Latina siempre ha despertado una atracción frenética. Desde el desembarco de Cristóbal Colón ya se veía con asombro, pero sobre todo con gran un interés por sus recursos naturales.
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Óscar Granados

Gabriel García Márquez decía que El Dorado —ese delirio áureo que figuró en numerosos mapas durante largos años, cambiando de lugar y de forma según la fantasía de los cartógrafos— se convirtió en toda una obsesión para los navegantes que pisaban el Nuevo Mundo. Esa fascinación perdura, en cierta medida, aún en nuestros días. Hoy, sin embargo, ya no se busca oro, sino aquellos minerales que están impulsando la movilidad eléctrica.

Los proyectos relacionados con el níquel, cobre, grafeno y, sobre todo, litio, el corazón de las baterías de los vehículos eléctricos, se abren paso a velocidad de crucero del otro lado del Atlántico. La emergencia climática y la crisis energética (derivada de la invasión rusa en Ucrania) está llevando a las potencias mundiales (EE UU y Europa, principalmente, pero también a China) a acelerar la transición energética, con la consiguiente demanda de minerales. América Latina desempeña un papel relevante en este escenario. El 40% de las reservas mundiales de cobre se encuentran en tres países de la región: Chile, Perú y México. Brasil tiene el 17% de las reservas mundiales de níquel y la tercera reserva global de grafeno (un superconductor producido a partir de grafito), detrás de China y Turquía. No solo eso. Bolivia, Argentina y Chile concentran el 64% de las reservas mundiales de litio, y si sumamos las de Perú, México y Brasil, dominan el 68%.

“En este nuevo ciclo tecnológico, América Latina y el Caribe son claves”, afirman Tamara Lajtman y Aníbal García Fernández, investigadores del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag). En el norte de Chile, en la región de Antofagasta, han echado toda la carne al asador. En esta zona, donde se produce el 16% del cobre mundial y el 54% del que se produce en Chile, existen casi una veintena de proyectos activos que requerirán inversiones de hasta 19.000 millones de dólares en los próximos cuatro años para así aumentar la producción de cobre en el mundo. Grandes empresas como Codelco (uno de los principales productores de cobre en el mundo), Albemarle, SQM, Glencore, BHP, Yamana Gold, Mantos Copper y Antofagasta Minerals, entre otras, están ampliando sus operaciones para responder a la creciente demanda.

Porque si algo necesitan los coches eléctricos e híbridos es cobre. La cantidad promedio de cobre utilizada para un vehículo eléctrico es cuatro veces la cantidad usada en un vehículo convencional de combustión interna, que actualmente es de aproximadamente 20 kilos por unidad, de acuerdo con un análisis publicado recientemente por la Cepal. Dado este contexto, según el organismo de la ONU, se espera que la demanda de cobre asociada a los vehículos eléctricos represente alrededor del 10% de la demanda total de cobre en 2030, muy por encima del 2% de la demanda total que representa en la actualidad. En Perú también se han puesto manos a la obra. En ese país, el segundo mayor productor de cobre a nivel global, hay unos 20 proyectos de este tipo con una inversión conjunta de 211 millones de dólares, de acuerdo con datos del Gobierno.

El más deseado

Pero si hay un mineral que ha despertado verdaderas pasiones, tanto en América Latina como en el resto del mundo, es el litio. “El interés del desarrollo del litio en la región latinoamericana se encuentra en su punto máximo sobre las adquisiciones de los activos mineros con prefactibilidad y cálculos de reservas”, afirma Pablo Rutigliano, presidente y fundador de la recién nacida Cámara Latinoamericana de Litio. Los países del triángulo de litio (Argentina, Chile y Bolivia) alistan todo para sacar provecho de este bum. En Argentina hay unos 18 proyectos que avanzan en estudios de prefactibilidad, mientras que dos ya están en operación: Sales de Jujuy (donde participan Orocobre, Toyota Tsusho y Jemse) y Minera del Altiplano (de la estadounidense Livent). Adicional a ello, el gigante chino Ganfeng Lithium (primer productor chino del metal para baterías de ion-litio) está construyendo una planta para extraer este material en el noreste del país.

En Chile, Albemarle (también uno de los mayores proveedores de litio para baterías de vehículos eléctricos) ha inaugurado una nueva planta, en la que ha invertido 500 millones de dólares, con el fin de duplicar producción de litio. Allí también, la Sociedad Química y Minera (SQM, la cuarta minera más grande de litio a nivel mundial) se prepara para elevar su producción de hidróxido de litio. Bolivia posee reservas por 21 millones de toneladas de litio, la más importante a nivel mundial, la mayor parte en el Salar de Uyuni, en la región andina de Potosí, y en menor proporción en los yacimientos de Pastos Grandes, también potosino, y Coipasa, compartido entre el departamento de Oruro y Chile. El Estado controla el 100% de estos tres salares.

Riqueza andina

Actualmente, Bolivia tiene en funcionamiento plantas de industrialización de sales, de cloruro de potasio, una piloto de carbonato de litio y está en construcción otra de mayor escala en la que se prevé producir unas 15.000 toneladas, según explica Rutigliano. También tiene una planta piloto de materiales catódicos y próximamente prevé inaugurar otra de baterías de ion-litio y un centro de investigación y tecnología en Potosí. En Perú y en México, por su parte, ya hay empresas a las que se les ha otorgado una concesión para iniciar la extracción, pero aún no se ha iniciado la explotación del mineral. El caso de este último país ha creado ciertas suspicacias para los inversores, después de que el Congreso mexicano reformara, en abril pasado, la Ley Minera para establecer que el Estado es el único que puede explotar el litio, dejando en vilo la participación privada. La empresa china Ganfeng Lithium, dueña al 100% del único yacimiento descubierto en México, tenía planeado empezar operaciones en Sonora (norte mexicano) el próximo año. Parte de su producción sería para la planta de Tesla en EE UU, pero también para Asia. “El litio está yendo donde se producen baterías, y esto es China, Japón y Corea. En el resto del mundo la producción está recién partiendo”, afirma Daniel Jiménez, socio en la consultora iLi Markets.

México, al igual que Chile, pretende controlar toda la cadena de producción de este material. La mira está en los recursos que la explotación de este mineral generará. Según las estimaciones de Celag, para 2040 las exportaciones de litio alcanzarían los 531.000 millones de dólares anuales en seis países de América Latina: en Bolivia (210.719 millones de dólares), Argentina (193.477 millones), Chile (96.723 millones), México (17.071 millones), Perú (8.837 millones) y Brasil (4.464 millones). Y no solo eso. Para 2040, el litio se convertiría en el principal producto de exportación de Bolivia, Chile y Argentina. “Podría representar el 81% de las exportaciones totales”, destacan Lajtman y García Fernández. “Una iniciativa regional de carácter soberano permitiría aumentar la recaudación fiscal y, por tanto, la posible redistribución de la riqueza”, concluyen

Fuente: El País

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