La minería argentina ante una gran oportunidad

El logro de un desarrollo minero en forma sustentable y transparente debería ser un objetivo que encuentre alineados a empresarios, al Estado y a la sociedad
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La industria minera generó el año pasado exportaciones por unos 3300 millones de dólares en la Argentina, volviendo a los niveles de 2019, tras el ciclo negativo derivado de la pandemia de coronavirus. Se trata de un dato alentador, especialmente si se lo asocia con las importantes inversiones comprometidas por este sector, pero ínfimo si se lo compara con el desarrollo que ha alcanzado la minería en países como Chile, cuyas exportaciones en este rubro rondaron los 62.000 millones de dólares en 2021.

Teniendo en cuenta que la minería fue, junto con la agroindustria y la informática, uno de los únicos tres sectores que, en el peor momento económico del país, posibilitaron el ingreso de divisas, podría decirse que esta actividad debería constituir una parte sustancial de las soluciones a los problemas del país, dado su enorme potencial de desarrollo.

Tal como lo señaló la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM) durante la reciente celebración del Día de la Industria Minera, el contexto internacional ofrece hoy una excelente oportunidad para el crecimiento de esta actividad. Fundamentalmente, a partir de los compromisos mundiales con la disminución de las emisiones de carbono, que impulsan la electromovilidad y la transición energética. Se trata de un cambio que favorece a la Argentina, ya que aumentará la demanda tanto de litio como de cobre.

En tal sentido, nuestro país acaba de dar un importante paso con la aprobación del informe de impacto ambiental del proyecto Josemaría, en la provincia de San Juan, que lleva adelante la corporación de origen canadiense Lundin Mining, con una inversión estimada en 4200 millones de dólares para la producción de cobre. Esta iniciativa se suma a las operaciones de la mina Taca Taca, en Salta, que proyectan una inversión de 3600 millones de dólares, a cargo de otra empresa canadiense, First Quantum Minerals, y de su subsidiaria local Corriente Argentina. Esta última inversión permitiría un potencial de producción anual de 240.000 toneladas de cobre y de 110.000 onzas de oro.

En cuanto al oro, la Argentina posee dos de las 25 mayores minas del mundo: Cerro Negro, en Santa Cruz, y Veladero, en San Juan, donde Shandong Gold y Barrick anunciaron inversiones por 628 millones de dólares para extender la vida útil del yacimiento. Pero también debe destacarse a Salta, donde el oro se constituyó en el segundo complejo exportador de la provincia y donde pocos días atrás hizo su inauguración oficial Lindero, la primera mina de oro salteña a cielo abierto.

Las perspectivas son también excelentes para el litio, mineral del que la Argentina posee la segunda reserva y es el cuarto productor del mundo.

La actividad minera emplea a unas 30.000 personas en forma directa con salarios promedio superiores a los 300.000 pesos mensuales –los más altos de la Argentina– y a unas 85.000 personas en forma indirecta.

Pese a contar con abundantes recursos minerales y con un contexto internacional favorable, el crecimiento de esta industria dependerá fundamentalmente del mantenimiento de reglas claras, en virtud de los grandes volúmenes que en materia de inversiones exige esta actividad. Concretamente, las empresas del sector requieren garantías de estabilidad fiscal, acceso al mercado único y libre de cambios, y una revisión de las retenciones a las exportaciones que propenda a su gradual eliminación, con el fin de que la Argentina pueda competir de igual a igual con otros países mineros en los cuales no existe esta clase de cargas.

La puesta en marcha de los proyectos mineros en danza, que podrían implicar la inyección de unos 20.000 millones de dólares en los próximos diez años, permitiría, de acuerdo con estimaciones de la cámara empresarial, la triplicación de las exportaciones argentinas, hasta los 10.000 millones de dólares.

Alcanzar esa finalidad dependerá también de la superación de algunos prejuicios que obstaculizan el desarrollo de la industria minera en la Argentina. Ello, sin desmedro de la necesidad de abogar por una minería que cuide el ambiente y propicie el mejoramiento de las comunidades en las cuales se inserta.

En ese sentido, resulta un paso positivo la conformación de la Mesa Nacional sobre Minería Abierta a la Comunidad (Memac) y del Sistema de Información Abierta a la Comunidad sobre la Actividad Minera (Siacam), que apuesta a la construcción de confianza a partir de información fidedigna.

El logro de un desarrollo minero en forma sustentable y transparente debería ser un objetivo nacional que encuentre alineados a empresarios, al Estado y a la sociedad.

Fuente: LA NACION 

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