Réquiem para la minería de Chubut, Por Favio Casarin

"In pace requiescat!" - Edgar Allan Poe, en "El Tonel de Amontillado"
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En un artículo publicado en este mismo medio a principios de diciembre, fuimos premonitorios reclamando que en Chubut se habían terminado las excusas para el tratamiento legislativo de la zonificación minera. Se intuía que la corporación minera no iba a acompañar ya que siempre prefiere recluirse en su propio –y cada vez más pequeño y cerrado- mundo y nunca comprometerse, pero a decir verdad, algún dejo de esperanza teníamos a que desde la política –más habituada a revolverse en el lodo- se había aprendido la lección de la paliza que la minería recibió en Mendoza dos años antes.

El momento elegido para el tratamiento del proyecto, no fue el mejor. Diciembre es un mes hondamente trágico para la sensibilidad popular. La semana del mes, más aún, por el recuerdo de las dos décadas del estallido social del 19/12/2001, con la consecuencia de los 39 muertos por la represión. ¿Qué tendrá que ver esto con la minería?, seguro se estarán preguntando algunos. Tiene que ver, porque dentro de estos algunos, se encuentran los lobistas que en los últimos 18 años en Chubut vienen susurrando con una mueca y guiñando el ojo “esto se arregla arriba, haciendo lobby y poniendo plata en la política”. Llamativa la habilidad de esta gente para llevar una valija, para facturar gestiones siempre con resultado negativo, para convertirse en asesores pese a su ignorancia, pero al mismo tiempo tan ciegos para leer los tiempos.

La semana del 12 al 19 de diciembre, desde el punto de vista puramente minero, puso de relieve la absoluta falta de coordinación, de liderazgos, y de desmembramiento –por aquel slogan tan ridículo como ocioso de que “cada provincia decide qué hacer con la minería”- que se vive en el sector. Todos sabíamos que el 15 o 16 se iba a tratar el proyecto en la legislatura, y que esto no iba a ser gratis.

La cadena de desatinos de esa semana comenzó con la renuncia del Secretario de Minería de la Nación, y la asunción de la nueva secretaria programada para el día 15, el mismo día en que se aprobaba la ley en Chubut. En el pase de la sortija de San Juan a Catamarca, los funcionarios estaban más preocupados por el acting, el Photoshop para las redes sociales y el autoelogio, que en lo que estaba por suceder en Chubut.

El mismo lunes 13 por la noche –a menos de 48 horas del tratamiento del proyecto-, en un  evento que entrega premios en su noche de gala anual, el joint venture que opera la mina Veladero, fue distinguido como “empresa minera del año”. No conocemos los méritos que evaluó el jurado para esta distinción. Pero sí sabemos que ese proyecto es sinónimo de irritación, el emblema entre aquellos que se oponen a la minería. En menos de 48 hs. se aprobó el proyecto en Chubut, y fue demasiada provocación. Fue mucho para un sector que es siempre mirado con lupa, y al que no le cabe la presunción de inocencia. Se le entregó en bandeja a la antiminería, todos los ingredientes para un cóctel, en el que se convirtieron en antimineros, inclusive los que hasta ese entonces dudaban.

En lo que fue la sanción de la ley, en ese día 15 de diciembre que la minería le regaló a la antiminería, ocurrió otro de los desatinos que cualquier manual de historia política de Chubut en los próximos siglos, va a subrayar como “lo que no hay que hacer”. El tratamiento que se había anunciado para el día siguiente –el 16-, se decidió adelantarlo en una oficina, donde contaron fichas y descubrieron que 2 diputados estaban ausentes, y 14 votarían a favor sobre un total de 25. En esta oficina de póker, contando fichas, se pretendió cambiar 18 años de prohibiciones mineras en Chubut.

Tal vez pensaron, que aprobando el proyecto realizando estas zancadillas y sorprendiendo a la gente, se liberaron de la presión de una sesión con manifestantes en la calle. Pésima lectura, porque aún si no la hubieran derogado 5 días después, una ley así a la minería no le sirve.Y no le sirve, porque la minería debe quitarse de encima el estigma de la falta de transparencia, de conseguir todo por izquierda, en las mesas de póker y no en una asamblea o dialogando con la gente.

El apuro en la promulgación de la ley por parte del gobernador Arcioni al día siguiente –jueves 16-, fue otra de las acciones equívocas. No recogió la mala experiencia de su par el gobernador Suárez de Mendoza en 2019, y jugó a todo o nada en la última mano de póker como si tuviera una escalera real, cuando en realidad no llegaba ni a un par. ¿No era mejor no promulgar la ley y abrir un debate en ese momento?. Nadie tiene la certeza, pero al menos se ahorraban el papelón de que los mismos diputados que aprobaron la ley, cinco días después tuvieran que votar su derogación. Desatinos que solo pasan en la Argentina, y que lamentablemente ya la minería toma como normales.

De cualquier modo, el 16 de diciembre la minería amaneció con la ley de zonificación minera sancionada, promulgada y publicada en el boletín oficial. Un regalo de Navidad –paradoja- y de Reyes, todo junto y acumulado por los 18 años de sequía, por el cual, a decir verdad, muy pocos trabajaron, y muchos hicieron lo suficiente para privar de esta industria a Chubut. Aquí comenzó lo peor, y el sector volvió a desnudar todas las carencias potenciadas, que nos han convertido en un país con una minería colonial de aldea, teniendo recursos geológicos y humanos para desarrollarnos como país minero en serio.

A las acciones políticas las podemos criticar, pero no somos políticos. Somos mineros, y las acciones mineras ocurridas no merecen críticas sólo por el error. Las merecen porque no tenemos que olvidarnos, para no volver a repetirlas, porque en dos años, hemos matado la posibilidad de tener minería en dos de las provincias más ricas en recursos. Perdón, no las hemos matado, hemos cometido un fratricidio salvaje con nuestros hermanos mendocinos y chubutenses quitándoles la posibilidad de un desarrollo genuino y sustentable, al mismo tiempo que entre nosotros mismos nos premiamos y aplaudimos, claro que en un grupo cada vez más reducido.

Dentro del concierto de errores, desatinos y algunas perversidades, podemos enumerar:

- La empresa dueña de los derechos de Navidad, que en el acto emitió un comunicado dirigido a los inversores, y no a la gente. Subieron las acciones dos días, pero se quedaron sin proyecto. Y sin un cambio sustancial de rumbo, nunca lo podrá poner en marcha.

-La Secretaría de Minería de la Nación en silencio, realizado una reunión de proveedores, al parecer más importante que lo que se estaba jugando en Chubut.

-Algunas cámaras, asociaciones, autodenominados académicos o científicos, todos emitiendo comunicados plagados de slogans repetitivos y no comprobables.

-Comunicadores que se prendieron en ataques a los antimineros como si se tratara de un juego de TEG, a ver quien avanza más, pero por el camino de la agresión.

-Una Cámara de proveedores de Chubut y un gremio de la construcción, que convocaron a la gente a presentar currículums en sus sedes, mientras la provincia se incendiaba. Todo valía con tal de sacar tajada, utilizando miserablemente la necesidad de trabajo de la gente.

En el mientras tanto el gobernador Arcioni, solo. Terriblemente solo, porque aún con su torpeza y falta de timing, se la jugó. Le podemos decir muchas cosas, menos que no fue valiente. Nadie de la empresa, ni de cámaras, asociaciones, académicos, o funcionarios públicos lo acompañó. En su carrera política, fue siempre antiminero y cayó paradójicamente abrazado a la bandera de la minería. Bandera que los que se autotitulan mineros de siempre y vociferan y se halagan presentando powerpoints sobre las ventajas y boom de la minería, arriaron al ver a los primeros militantes antimineros en la calle.

Lo que Viene

Se menciona el llamado a un plebiscito en Chubut. La minería no está preparada para este mecanismo, ni en Chubut ni en ninguna provincia. Hoy ese plebiscito ratificará un No rotundo, y con el riesgo de repetirse en otras jurisdicciones. Se necesita un lapso de tiempo importante para mejorar la comunicación, errónea en 18 años, y horrorosa en los últimos 10.Y sobre todo, para eliminar mezquindades propias.

Pero no es sólo cuestión de tiempo, porque como vemos, pueden  pasar 18 años, y seguir en el mismo error, potenciando la falta de credibilidad de la minería en la sociedad. Lo que se necesita es un cambio drástico de paradigmas.

Está claro que el modelo actual de minería en manos de corporaciones transnacionales en algunas pocas provincias, está agotado, ya no va más. Tiene un amplio rechazo en la sociedad, aún en aquellas provincias donde la minería está permitida. Podemos estar cien años comunicando mejor, pero si no cambia el modelo, nunca la minería ganará un plebiscito. Hay que decirlo con todas las letras: Por este camino, NUNCA habrá minería en Chubut, ni en las otras varias provincias con leyes antimineras.

Pero hay que tener muy presente algo más: Además de que este modelo está agotado, NO SIRVE. No le sirve al país con el potencial que tiene una minería de aldea que vive en conflicto y solo aporta el 0,6% del PBI contra el 14% de Perú y el 15% de Chile.

El Estado Nacional debe intervenir directamente con una política de Estado minera. El hecho de que las provincias posean el dominio originario de los recursos minerales, no las habilita a diseñar su propia política minera, y está claro que lo hacen mal, la minería no avanza y el país lo sufre. La Constitución de 1994, ha otorgado esta ventana de unitarismo minero fragmentado, y por la transición energética que vive el mundo, el país no puede continuar dividido en aldeas que disponen de los recursos solo para una sostener la caja provincial, cuando los beneficios deben ser para todos los argentinos.

La minería murió en Chubut. Y puede morir en varias otras provincias más. Es solo cuestión de tiempo, pasar de una  minería residual a una en extinción. ¿Puede resucitar?: Claro que sí. Aún en el propio Chubut. Pero siguiendo por este camino, inexorablemente se cumplirá el epitafio del gran Maestro Edgar Allan Poe, y que ilustra este humilde escrito: “In pace requiescat” (Que descanse en paz).

Fuente:  Favio Casarín / Geólogo y Abogado

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