La saga del azufre salteño

Los pioneros del azufre, hombres y mujeres que habitaron en uno de los lugares más inhóspitos de la geografía salteña, un desierto inclemente donde reinan por siempre la nieve, la Puna y el viento blanco.
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Por Ricardo Alonso

Desde 1940 hasta 1980 Salta fue la principal productora de azufre del país con la mina Julia y el Establecimiento Azufrero Salta, en un complejo fabril minero que se llamó La Casualidad. Allí, en la cordillera limítrofe con Chile, en las altas cumbres de los volcanes cuyos vapores sulfurosos se convirtieron en azufre nativo puro y amarillo, se instaló un grupo humano y diverso que sumó a varios miles de personas, entre técnicos, mineros, obreros, funcionarios, profesionales, cubriendo todos los roles que hacen a seguridad, salud, educación, producción y, fundamentalmente soberanía en un rincón inhóspito de la patria. Esos héroes del azufre desarrollaron su vida en las más adversas condiciones de hipoxia, hipobaria e hipotermia y fueron partícipes de la mayor epopeya minera de Salta.

Una historia muy particular

Tal vez el minero Gonzalo Clivio haya sido el primero en andar por esos volcanes perdidos en la Alta Cordillera para buscar azufre en 1900. Cuando ya la Puna se había convertido en Territorio Nacional de los Andes.

El científico alemán Fritz Reichert fue el primero en escribir sobre esos depósitos de azufre cordilleranos (Véase: "Los yacimientos de boratos y otros productos minerales explotables del territorio de los Andes (Puna de Atacama). Anales del Ministerio de Agricultura. Sección Geología, Mineralogía y Minería. Tomo II, No.2. Buenos Aires, 1907)". Sin embargo, el proyecto minero cristalizó recién con la familia salteña García Pinto quienes prospectaron, exploraron y denunciaron los pedimentos mineros iniciando la saga del azufre salteño.

Políticas erróneas convirtieron un próspero emprendimiento minero en un pueblo abandonado y olvidado, donde cruces y flores marchitas recuerdan a los que dejaron su vida en ese pedazo de suelo y de cielo salteño. Precisamente para honrar esa historia de sacrificios, el viernes 22 de noviembre de 2024 se inauguró un mural conmemorativo en Rosario de Lerma que contó con la presencia de los viejos mineros de La Casualidad y representantes de autoridades provinciales y municipales. La fecha fue elegida exprofeso al cumplirse 45 años del cierre de la mina en tiempos del ministro José A. Martínez de Hoz. Fue un acto pleno de emotividad al recordar esas mujeres y hombres, algunos ancianos, su paso por la mina de azufre y el amor profundo a ese terruño olvidado en el corazón de los Andes.

El mural de cuatro metros de largo y dos de alto fue realizado con la técnica de mosaiquismo por el artista José Ruedas. La piedra basal en el predio cedido por el municipio de Rosario de Lerma se colocó en 2021. La leyenda del mural reza: "En honra a todos los trabajadores y las familias que hicieron patria y soberanía en mina azufrera".

La saga del azufre alteño

Para poner en contexto la historia del azufre vamos a señalar algunos hitos notables. Tal vez la primera mención de azufre sea la de Juan de Matienzo, en una carta al rey en 1566. El viajero inglés Joseph Andrews, menciona azufre en su paso por Salta en 1826, entre las muestras que le acercara el Dr. Joseph Redhead.

Joseph Redhead fue el sabio médico y científico que acompañó a Belgrano en sus campañas en el norte.

El alemán Federico Stuart, radicado en la Hacienda de Concha en Metán, dice en su memoria de 1871, que: "Siendo una gran parte del terreno de la provincia de origen volcánico se encuentra el azufre".

El primer dato concreto de un pedimento de cateo sobre los depósitos de azufre del cerro La Estrella y otros de la Corrida del Cori lo hizo el minero peruano Gonzalo M. Clivio el 18 de enero de 1901, según consta en el Boletín Oficial de la República Argentina (Año IX, N° 2.225). Asimismo, el 14 de enero de 1905, Héctor Dupuy y Eugenio Dupuy, solicitaron la mina de azufre "Esperanza" (N° 147) en el cerro Azufre, al norte del salar de Pastos Grandes.

Estas minas serían pedidas nuevamente, un par de décadas más tarde, por la famosa artista salteña Lola Mora, quien abandonó el arte para dedicarse a la minería y al petróleo. Vemos también aquí a la talentosa escultora, siempre adelantada a su tiempo, que veía una oportunidad en el futuro del azufre tal como lo vislumbró para los hidrocarburos no convencionales a través de la quema de los esquistos bituminosos de la sierra de la Candelaria en Rosario de la Frontera. Aventura en la que estuvo acompañada por sus peones Baldomero Amaya, Pila Robledo, Candelario Rojas y doña Felisa Arroyo, tal como quedó registrado en el documental "La otra Lola Mora" de Alejandro Arroz y Antonio David Sorich, con el valioso aporte del historiador Jesús Maita.

Las piedras que arden

Volviendo al azufre cordillerano, el médico, escritor e intelectual salteño Roberto García Pinto, minero en su juventud, comenta como empezaron la prospección de azufre junto a su hermano Eduardo García Pinto y el técnico francés Eduardo Portal. En un apunte rescatado de su archivo personal, Roberto García Pinto comenta esos primeros pasos y dice: "Uno de los arrieros que nos acompañaba, el catamarqueño Andrés Rasjido, en su juventud experto cazador de chinchillas reales, señalando un rumbo me dijo: "Por allí, señor, en el fondo de la cordillera, yo he visto arder un cerro, una noche de muchos refusilos". Luego apunta: "El dato hubo de resultar muy certero ya que allí estaban las "piedras que arden" y el rumbo coincidía con las referencias de Reichert y estaba en la vecindad de las minas olvidadas de Gonzalo Clivio". Señala, además: "La región era inhóspita, desconocida y totalmente desierta, muy lejos del camino internacional y de las sendas usadas por los arrieros que llevaban ganado hacia Chile". Cuenta además que: "Mi hermano Eduardo, que tenía un corazón esforzado y el empecinamiento de un español del siglo XVI, determinó explorar esa región a fondo y estableció su campamento central en la vega de Samenta". Allí pasaron varias semanas explorando hasta que dieron con el depósito principal de azufre de alta ley en la cara sur del cerro Estrella.

En 1940 se fundó en Salta la "Compañía Azufrera Argentina S.A." integrada por el Dr. Manuel R. Alvarado (ex Ministro de Obras Públicas de la Nación), Dr. Adolfo García Pinto, Ing. J. Urbano Aguirre, Dr. Agustín Alsina, Eduardo García Pinto, Jorge García Pinto y Roberto García Pinto, la cual fue formada para llevar a cabo la explotación de los yacimientos de azufre volcánico en la alta región cordillerana salteña limítrofe con Chile. En 1942, la "Compañía Azufrera Argentina S.A.", con sede en San Antonio de los Cobres, cuando todavía era Gobernación de los Andes, integró una empresa mixta con el estado por intermedio de la Dirección General de Fabricaciones Militares, bajo la denominación de "Industrias Químicas Nacionales S.M.".

En 1950, Fabricaciones Militares compró todo el paquete accionario y el yacimiento pasó a conocerse como E.A.S (Establecimiento Azufrero Salta).

Una deuda de gratitud

Eduardo García Pinto (1908-1964), uno de los pioneros del azufre salteño, falleció el 31 de agosto de 1964. Ante su tumba y en nombre de sus amigos lo despidió el afamado poeta y escritor salteño Julio Díaz Villalba, cuyas palabras constituyen un documento invalorable. Entre otros conceptos rescatamos los siguientes: "Era un pionero sin alardes, con esa eficiencia mansa, característica de toda vocación legítima. Enfebrecido de afanes trabajaba sin horas perdido en altitudes inhóspitas como si para él no fuesen peligros amenazantes el frío, el soroche y la desolación. Y trajinando así, sobre campos de almadenes, hizo un día conmover la economía nacional con un impulso que podría decirse histórico, y fue cuando ante los ojos atónitos del país, dejó descubiertas a luz de cielo y con un rebrillo de oro, las colinas amarillentas y grávidas de la ingente riqueza azufrera de nuestro suelo".

En su tumba hay una placa que reza: "Eduardo García Pinto. Pionero de la Industria del Azufre en Salta. Homenaje del Establecimiento Azufrero Salta". Recordemos entre los antecedentes al monumento recién inaugurado que en 2017 se llevó a cabo en el recinto de la legislatura salteña la muestra fotográfica y audiovisual titulada "Mina La Casualidad: Una mirada al pasado para pensar el futuro". La muestra coordinada por Federico Dada y Enrique Martínez Luque, se basó en la exposición de un rico archivo fotográfico cedido por ex trabajadores de La Casualidad, entre ellos las familias Araya, Zapata, Colque, Mamaní, Flores, Quintar, Rocha Saravia, Donevan, Torrejón, Guamán, Cruz, Durand y Pereyra. Ello sumado a la proyección del documental "El Silencio" de Federico Dada, ganador de importantes premios. En la inauguración del flamante monumento toda la familia azufrera estuvo representada, especialmente en las figuras de su presidenta Nora Gallegos, el profesor Luis Pereyra y el técnico minero Miguel Quiroga, entre muchos otros que brindaron sus testimonios de vida a los presentes. Salta tiene una deuda de gratitud con los pioneros del azufre, con todos aquellos hombres y mujeres que habitaron en uno de los lugares más inhóspitos de la geografía salteña, trabajando entre 4.000 y 5.000 m de altura, desde la planta hasta la mina, en un desierto inclemente, seco y frío, con temperaturas invernales que caen debajo de 25 grados bajo cero, y en donde reinan por siempre la nieve, la Puna y el viento blanco. Hacemos votos para que se recupere el lugar como un Centro de Interpretación y Museo en el marco del turismo minero.

Fuente: El Tribuno

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