El Salar del Hombre Muerto, un destino intrigante lleno de historias
En el vasto paisaje del noroeste argentino, se encuentra un destino tan intrigante como poco conocido: el Salar del Hombre Muerto, en la provincia de Catamarca. Este imponente salar se extiende a lo largo de 588 kilómetros cuadrados y se ubica a una altitud de 4.000 metros sobre el nivel del mar. Su entorno deslumbrante y su historia particular lo convierten en un lugar fascinante, tanto para turistas aventureros como para aquellos interesados en los recursos naturales.
El curioso nombre del salar tiene su origen en 1920, cuando el geólogo Luciano Catalano lo bautizó tras encontrar una tumba en sus inmediaciones. Desde entonces, este remoto salar ha capturado la atención por su impresionante geografía y, en tiempos recientes, por su importancia en la industria del litio.
El Salar del Hombre Muerto ha ganado notoriedad por ser una de las principales fuentes de litio en el mundo. Enclavado en el llamado «Triángulo del Litio», que también incluye el Salar de Uyuni en Bolivia y el Salar de Atacama en Chile, este salar alberga una parte considerable de las reservas globales de este codiciado recurso. Desde 1997, la producción de litio en el área no ha dejado de crecer, impulsando debates sobre el impacto ambiental y las oportunidades económicas que genera.
Este salar no solo es uno de los más grandes de Argentina, sino que también se posiciona como el sexto más grande del mundo, después de gigantes como el Salar de Uyuni y las Salinas de Etosha en Namibia. Su lejanía y altitud han hecho que el acceso sea complicado, pero no imposible. El camino más recomendable para llegar es a través de la Ruta Provincial 17 desde Salta, aunque también existen rutas alternativas para los aventureros que buscan adentrarse en este singular paisaje.
Además de su valor industrial, el Salar del Hombre Muerto es un punto de interés turístico en el departamento de Antofagasta de la Sierra. Quienes visiten la región podrán explorar el cercano poblado de Incahuasi y admirar el río de los Patos, cuyo cauce nace en el cerro Galán, donde las aguas termales alcanzan los 80ºC.
El crecimiento de la producción de litio en el salar ha generado tensiones entre los defensores de la explotación minera y quienes buscan proteger el frágil ecosistema de la región. No obstante, su importancia para la economía local y la industria tecnológica global sigue siendo innegable, consolidando al Salar del Hombre Muerto como un actor clave en la transición hacia la energía sostenible.
Fuente: Billiken