Rosana Cañete, otra destacada mujer emprendedora, con un largo recorrido en el sector minero

Rosana Cañete manejó camiones pesados en Alumbrera y estudió una tecnicatura que le permitió emprender un proyecto de hotelería en Catamarca
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Antes de dar a luz al complejo hotelero Cabañas Julumao, en Andalgalá, Rosana Cañete trabajó durante más de 20 años en la industria minera, diez de ellos arriba de grandes camiones a los que recuerda como una extensión de su hogar. En medio de turnos rotativos y jornadas de extrema disciplina en la mina, se animó a estudiar la Tecnicatura en Gastronomía aprovechando una iniciativa de la compañía operadora. Años más tarde logró recibirse y ahora provee hospedaje a turistas, entes gubernamentales, municipales, empresas de diversos rubros y proveedores mineros mientras continúa con sus estudios e invierte en la localidad que la vio crecer profesionalmente. Su próxima meta: seguir equipando las cabañas que puso en marcha mientras Bajo de la Alumbrera atravesaba sus etapas finales de explotación.

¿Cómo era tu vida antes y después de tu etapa en la minería?

Comencé a trabajar de muy chica con tareas que en su momento fui haciendo mientras estudiaba: trabajé en una propaladora, aprendí locución, a hacer reportajes y tomar fotografías, y también a coordinar la distribución de diarios en la zona. Luego pasé a ser empleada de comercio en un local de ropa y más tarde, a los 18, comencé un terciario que no terminé.

Inicié mi camino en la minería también de muy joven, a los 21 años. La oportunidad de trabajar en la industria surgió desde la escuela técnica EPET N°4 en la que realicé mis estudios secundarios. Tuve una entrevista para ser parte de Minera Alumbrera y quedé seleccionada. Recuerdo que me preguntaron si sabía manejar y contesté que sí, que manejaba un Fiat 600 de mi padre. Comencé mi actividad en la mina en septiembre de 1998 en plena Fiesta del Estudiante; fueron muchos años allí hasta el 2018 que hubo que cambiar de rumbo. Podría decirse que tengo una familia acá y la otra familia en Alumbrera.

¿Qué recordás de esa primera experiencia como trabajadora minera, donde lograste ser parte de los inicios de una operación icónica como Bajo de la Alumbrera (1997)? ¿Qué responsabilidades fuiste adquiriendo dentro de la mina?

Los primeros equipos pesados que manejé fueron CAT 793 y después continué operando camiones aguateros de gran porte. Fui la segunda mujer del grupo, estuve 10 años manejando camiones y luego surgió la oportunidad de pasar al área de mantenimiento mecánico, donde me desempeñé en varios sectores y fui aprendiendo cosas impensadas, desarrollando incluso aptitudes que me sirven hoy en día para mi vida personal y profesional como emprendedora. Estuve entre cuatro y cinco años en el área de recepción y entrega de repuestos, separando repuestos por flota junto a un equipo de trabajo que hasta el día de hoy seguimos en contacto. Después pasé a ser digitadora, en ese entonces administraba toda la parte operativa entre los camiones y las operaciones de mina teniendo que priorizar una buena comunicación entre las áreas y el equipo de trabajo. Creo que la minería genera una amistad, una familia detrás que hace todo más fácil ya que las condiciones son sumamente exigentes. También aprendí todo lo relacionado a tareas de pañolera: entregaba los insumos en sitio y estaba a cargo de secciones como compras, cotizaciones y archivos.

¿Cómo es la vida allá en la mina? ¿Recomendás la experiencia a otras mujeres, especialmente en áreas como las que participaste y que involucran grandes equipos, destreza física y mental y horarios rotativos?

A veces para los mineros no existe el frío, la lluvia, los cumpleaños o las navidades, pero es un trabajo apasionante incluso con el combo de los turnos rotativos. La actividad implica irse lejos de casa y pasar siete días con los tuyos y siete días con tu otra familia en la mina. En una semana tipo salía a las 15:00 p. m. de casa y llegaba a Alumbrera a las 19:00 p. m., retiraba la ropa, cenaba y me iba a descansar para comenzar mi día de trabajo a partir de las 05:00 a. m. En ese horario nos levantábamos, retirábamos las viandas y a las 06:10 a. m. ya estábamos en los buses para dar inicio de turno con aproximadamente 11 horas de trabajo por delante.

La minería tiene de fondo ese contexto de que hace frío, hay lluvia, los climas son más extremos e implican trabajar con mayor responsabilidad que la media, más si tenés que manejar camiones como fue mi caso. La parte de pasar al taller también fue una buena experiencia, incluso trabajábamos de noche. Con el correr de los años se habilitaron las carreras para terminar el secundario y luego se abrieron posibilidades de carreras de Tecnicatura en Gastronomía y Tecnicatura en Minería. Accedí a la de gastronomía porque me gustaba esa carrera y tenía partes de turismo. Me llamó la atención y me animé. Me recibí mientras trabajaba, lo que fue un sacrificio que valió la pena. Estudiaba en los pocos ratos libres, de 19:00 p. m. a 21:30 p. m. aproximadamente, y logré un título que me sirve un montón para mi presente en el sector turístico y gastronómico.

En este sentido creo que las mujeres deben poder acceder a las mismas oportunidades que los hombres en el ámbito económico y asumir responsabilidades acordes a su creciente formación y su peso específico en la sociedad. 

¿Cómo fue la transición de pasar de Alumbrera al emprendimiento de Cabañas Julumao? ¿Qué pasó después durante la pandemia considerando las restricciones por COVID-19 aún vigentes en muchas regiones del mundo?

Siempre he sido muy independiente. Todo comenzó con un terreno que tenía adquirido al lado de mi casa, y después me compré otro. Comencé a ahorrar una vez que ya había edificado mi hogar y seguí sin quedarme quieta un solo segundo. Con ese título logrado en 2016 y los terrenos comencé a buscar presupuestos para ver qué negocio poner en marcha. Pensé en un salón de eventos o unas cabañas y elegí la segunda opción. Eso fue en 2016, a mediados. Para diciembre ya estaban listas tres cabañas y totalmente equipadas para alquilar. En enero inauguré el complejo al 100% y me vino muy bien el turismo que surgió en Andalgalá en esa época. Así arrancó mi emprendimiento mientras seguía trabajando en la mina, hablamos de enero de 2017. Trabajé hasta julio de 2018 cuando hicieron el cierre de Bajo de la Alumbrera. Esto implicó una despedida triste por el gran grupo que conformamos, y creo que fue una etapa dura donde hubo que mentalizarse de que algo finalizaba y que había que ir en búsqueda de nuevos caminos. Yo venía programando ya mi otra vida con el turismo y me mandé de lleno. Tenía sólo tres cabañas, después fui implementando una pileta, una recepción, un lavadero y un quincho-asador. Todavía seguimos sumando cosas. Es bastante lo que se invirtió y sigo haciéndolo porque confío en que es una buena forma de seguir creciendo.

En cuanto a la pandemia, el 2020 fue un año de cambios donde me pude mantener a flote especialmente gracias a que la gente de Agua Rica precisaba alojamiento en la zona para sus burbujas mineras. Así varios hoteles de Andalgalá pudieron sobrevivir a lo que nunca esperábamos: una pandemia. A partir de esta interacción con ellos pude seguir adelante durante toda la cuarentena, esto sumado a los clientes que vinieron durante ese tiempo de forma esencial a la provincia.

¿A qué te abocas actualmente además de tu proyecto hotelero?

Estoy haciendo la Tecnicatura de Administración y Gestión de Empresas de Alojamiento y Gastronómicas como un complemento al emprendimiento ya que me gusta seguir capacitándome y generando lazos con representantes de la Cámara de Turismo de Andalgalá o la Cámara de Proveedores de Andalgalá y de Catamarca. Además, estoy trabajando para ampliar las cabañas. Hace poco convertí un área poco usada en departamentos con Wi-Fi, heladeras, microondas y todas las comodidades para que los huéspedes se sientan como en sus casas. Trato de dar siempre un valor agregado y estar predispuesta a la necesidad del cliente.

Ahora me estoy abocando también a la implementación de energías renovables. Para ello uso un termotanque solar grande que abastece mi hogar y parte del hospedaje porque el costo de la energía aquí es muy alto. Estoy viendo de adquirir un generador o sistema fotovoltaico que es algo muy necesario por los cortes energéticos. Los sistemas renovables también tienen altos costos, pero queremos avanzar en esta línea para contribuir desde nuestro lugar a la preservación del medio ambiente.

Fuente: Wim Argentina

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