Los próceres argentinos y la minería, por Ricardo Alonso

La mayoría de los grandes estadistas argentinos impulsaron la minería como una actividad esencial de generación de riqueza en el país.
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Los hombres de Mayo promulgaron leyes específicas en la Asamblea del año 1813, que contaron con el impulso de Juan Larrea, Hipólito Vieytes y Vicente López y Planes. El decreto minero del 7 de mayo de 1813 impulsó la actividad buscando la atracción de capitales y tecnología extranjeros para nuestras minas nacientes. El atractivo seguía siendo el cerro Rico de Potosí, descubierto en 1545 y aún hoy en actividad, como mina inagotable de plata, luego de cinco siglos de producción. En razón de aquel decreto se festeja el 7 de mayo como “Día de la Minería”.

Manuel Belgrano se interesó en el tema minero por las charlas que mantenía con su amigo escocés radicado en Salta, el médico y naturalista Joseph Redhead, además amigo y consejero de Martín Miguel de Güemes. Y lo mismo cabe en Salta con Juan Antonio Álvarez de Arenales, recio soldado de la independencia cuyo cuerpo tenía por medallas decenas de cicatrices de los sablazos y culatazos enemigos. Como gobernador de Salta contaba en 1826 como consejero y asesor minero al Dr. Redhead, y publicó un decreto para atraer las inversiones mineras a Salta siguiendo el espíritu de los hombres de Mayo.

La visión de Rivadavia

Bernardino Rivadavia, primer presidente argentino, fue otro de los impulsores de la industria minera, invitando a que vinieran al Potosí y al Famatina, y entre ellos llegaron Joseph Andrews, Edmund Temple, Juan Scrivener, el general Paroissien, el barón de Czettritz, entre otros. La ciencia mineralógica mundial honró a Rivadavia con la designación de un nuevo mineral que lleva su nombre: Rivadavita. Rivadavita es un borato hidratado de sodio y magnesio descubierto en Salta, en la mina Tincalayu, por los doctores Cornelius Hurlbut y Lorenzo Aristarain, y que fuera estudiado en la Universidad de Harvard, en donde se encuentra el material original u holotipo. Al justificar el nombre de B. Rivadavia para la nueva especie mineral, Hurlbut y Aristarain declararon que lo hacían “por su relevancia como hombre de Estado, por fundar entre otras instituciones el Museo de Historia Natural y por promover la investigación de la mineralogía y minería en Argentina”.

Ese museo es actualmente el “Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia”, en donde se hicieron importantes investigaciones para el desarrollo de los estudios mineros en el país. Tres de sus investigadores, Eduardo Harispe, Gregorio Gagarin y Roberto Camps, perdieron la vida en Cachi (Salta), mientras hacían las primeras prospecciones de uranio en el país en 1950.

Sarmiento, genio y figura

También Juan Facundo Quiroga tuvo mucho que ver con el famoso cerro de Famatina, en La Rioja, y sus ricas minas de plata. Mandó a acuñar monedas de oro con el mineral del cerro.

Y hablando de grandes riojanos no deberíamos olvidar a ese sabio argentino que fuera Joaquín V. González, a quien se deben gruesos tratados sobre derecho minero, la propiedad de las minas, entre otros.

Justo José de Urquiza invitó a sabios franceses como Augusto Bravard, Alfred Marbais Du Graty y Víctor Martín De Moussy, para que visitaran el país y relevaran sus riquezas naturales, entre ellas las del suelo y el subsuelo. Todos ellos dejaron obras fundamentales publicadas a mediados del siglo XIX.

Domingo F. Sarmiento no solo trabajó como minero de pala y pico en las minas de Chile, sino que fue un fervoroso impulsor de la minería. A Sarmiento se le debe la creación de la Academia Nacional de Ciencias de Córdoba y la contratación de los mejores académicos de Europa del siglo XIX para que vinieran a trabajar a nuestro país, fundamentalmente en el estudio de la geología y las riquezas mineras, tal como lo hicieron Alfred Stelzner, Luis Brackebusch, Oscar Doering, Adolfo Doering, Max Siewert y muchos otros. Sarmiento fue honrado por la ciencia mineralógica mundial con un nuevo mineral bautizado en su nombre: Sarmientita. Sarmientita fue descubierto por el argentino Victorio Angelelli y el norteamericano Samuel G. Gordon en un trabajo publicado en la Academia de Ciencias de Filadelfia en 1941. Sarmientita es un sulfato-arseniato hidratado de hierro y fue descubierto en las alumbreras de San Juan.

La lista continúa con otros visionarios, entre ellos el general Manuel Savio en la industria siderúrgica y el general Enrique Mosconi en el petróleo. Y finalmente alguien que promovió la minería en todas sus formas y sentó las bases de la energía atómica argentina, como fue el general Juan Domingo Perón, quien creara la Comisión Nacional de Energía Atómica en 1950, el año del centenario del fallecimiento del general don José de San Martín (1778-1850).

La hazaña de los Andes

Y hablando de San Martín vamos a recordarlo desde una faceta poco conocida de su vida y obra. Para ello mencionamos una carta manuscrita fechada en Mendoza en 1816, donde da cuenta de su interés en el tema de la minería y la explotación de los recursos minerales metalíferos. Los metales eran cruciales para la fabricación de las armas del ejército libertador.

Un genio de la metalurgia como fuera fray Luis Beltrán tuvo a su cargo la fabricación de cañones y otros armamentos militares con los metales obtenidos en la cordillera de Mendoza y San Juan. Efectivamente no se tenía noticias de que quién lleva por título máximo el de ser el “Padre de la Patria”, haya dedicado parte de su tiempo a promover la minería. Así se desprende de un documento que apareció a la venta en la reunión de la Asociación de Libreros Anticuarios de la República Argentina (Alada), que se llevó a cabo en Buenos Aires en 2011. Esa fue la séptima feria que realizó Alada con el acompañamiento de la Sociedad de Bibliófilos Argentinos y el auspicio del Ministerio de Educación de la Nación. Entre las numerosas joyas literarias expuestas se puso a consideración del público especialista una rara nota manuscrita, en octavo, a pluma y tinta, enmarcada (26×20 cm), firmada por José de San Martín y fechada en Mendoza el 23 de febrero de 1816. La carta está dirigida al teniente gobernador de San Juan, José Ignacio de la Rosa. Como se sabe, de la Rosa fue un colaborador cercano de San Martín a quien le aportó bienes personales y medidas de gobierno a los preparativos militares para el Ejército de los Andes. Dice el documento sanmartiniano: “Uno de los principales objetos de este gobierno es fomentar el rico ramo de minería, en cuanto esté a sus alcances. Ha sido noticia que en el Valle de Pismanta se ha descubierto un nuevo mineral de cobre y plata al que han marchado Dn. Patricio Zeballos y Dn. Juan de Dios Ocaranza con el fin de entablar faenas. No llenaría su propósito si denegase su protección a estos sujetos, y aún es que le encargo a Ud., muy particularmente, les franquee todos los auxilios que precisen con excepción de numerario, y que informándose de los progresos que consigan, me dé parte con oportunidad”.

Como se aprecia, la misiva comienza con una frase contundente al declarar que uno de los principales objetivos del gobierno era fomentar la rica rama de la minería. Téngase en cuenta la exigencia de metales con fines bélicos que necesitaba el prócer para llevar adelante su campaña libertadora. De allí el rol que jugara en su momento fray Luis Beltrán y su tarea como fundidor de cañones, fabricación de armas y cureñas, todo en pos del ejército sanmartiniano. Como se dijo había que ponerles “alas a los cañones” para que cruzaran la cordillera y fray Luis Beltrán lo hizo con su genialidad innata. Además de cañones, San Martín cruzó los Andes con varios cajones de libros.

Tuve el enorme privilegio de tener en mis manos uno de esos libros, con el ex libris “Don José de San Martín” en un anticuario de Lima al cual visitamos con Franklin Pease. La búsqueda de metales pasaba entonces por las mineralizaciones de cobre, que junto a otros metales, caso del estaño, servían para la obtención del bronce. Tampoco debería ser una novedad el hallazgo de minerales metalíferos en Pismanta, ya que toda esa región de San Juan, en el departamento de Iglesias, es rica en minas de metales, entre ellos el importante yacimiento de Veladero, hoy en pleno desarrollo. Hasta donde sabemos no quedó registro de quiénes fueron aquellos mineros recomendados por San Martín. Lo que sí queda claro es que los favorece con su recomendación en el sentido de que reciban la ayuda necesaria, pero dejando constancia de excluir el “numerario”. Numerario eran las monedas acuñadas o dinero en efectivo. También le solicita al gobernador sanjuanino que lo mantenga informado del avance que puedan hacer estos señores en la exploración de esas minas y los progresos que consigan. Independientemente de este aporte sanmartiniano a la minería, la ciencia mineralógica mundial honró en 1941 con una nueva especie el nombre del prócer dedicándole un wolframato de zinc, descubierto por Victorio Angelelli y Samuel G. Gordon: sanmartinita. Como curiosidad, el mineral fue estudiado en Filadelfia, donde se publicó en una revista de la Academia de Ciencias y donde también se guarda el holotipo o muestra original. El análisis del texto de la carta revela el afán de San Martín como temprano promotor de la minería y es un valioso testimonio para la historia de la minería en la Argentina.

Fuente: El Tribuno

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