El momento para pensar el futuro productivo de la Argentina es hoy, por Franco Mignacco
En este último tiempo, dirigentes políticos y analistas de los distintos sectores se vienen pronunciando en relación a la industria minera y su rol central dentro del entramado productivo del país, con miras a generar mayores recursos y desarrollo.
En el eje de estas declaraciones suele estar el litio, mineral que se destaca por el crecimiento en su demanda a partir de su utilización en las tecnologías de electromovilidad y energías limpias, fundamentales para la lucha contra el cambio climático.
Y además del litio, el país se caracteriza por poseer importantes reservas de oro, plata y cobre, entre otros minerales. Minerales que también verán incrementada su demanda a partir de la consolidación y difusión de las nuevas tecnologías. Esto se dará muy especialmente en el caso del cobre, del cual además Argentina posee proyectos de clase mundial en estadios avanzados.
Este panorama es auspicioso, dado que la evolución de las energías limpias es una realidad. Sin embargo, no hay que perder de vista que la minería es una industria de tiempos extensos.
El proceso de puesta en marcha de un yacimiento minero suele demorar varias décadas. Estadísticamente, de cada 100 proyectos que inician su exploración, solo 1 llega a ser una mina en funcionamiento.
Esto nos permite dimensionar la importancia de que el país consolide una política de desarrollo minero de largo plazo, que fije un rumbo y trascienda a los vaivenes coyunturales.
En el escenario actual, hay demanda de minerales, las provincias cuentan con recursos geológicos, y poseemos los recursos humanos y la capacidad para llevar adelante los procesos industriales necesarios para una minería de clase mundial. Es el momento donde se debe tomar la determinación de transformar los recursos potenciales en trabajo y desarrollo.
Tomando en cuenta los proyectos mineros más avanzados, la industria aportará US$ 20.000 millones de dólares en inversiones, y las proyecciones aseguran que al menos se triplicarán las exportaciones en los próximos 10 años, gracias al crecimiento del litio y la incorporación de los proyectos de cobre. En cuanto al empleo, se estima un crecimiento del 30%, para llegar a los 130.000 puestos laborales, generados en regiones con escasas alternativas productivas.
Hablamos de la necesidad de que la voluntad se plasme en acciones concretas, pensando en cómo queremos que sean las próximas décadas en las provincias mineras. Porque el futuro se decide hoy.
Y la situación actual marca que durante los próximos 10 años no se pondrán en marcha nuevos proyectos de oro y plata, capaces de reemplazar a los actuales cuando estos entren en su fase de cierre. Marca también que se demoran y se extienden los plazos para la puesta en producción de los grandes proyectos de cobre, enormes motorizadores de la economía por sus montos de inversión, la cantidad de mano de obra que necesitan y su gran potencial exportador. Esto significa que el presente viene condicionando el futuro de uno de los principales motores económicos del país.
Por eso la importancia de actuar hoy para que el país pueda poner en valor sus recursos, teniendo en la minería su pieza estratégica para diversificar y ampliar la matriz productiva, incorporando un sector que se caracteriza por ser un aportante neto de dólares (por cada dólar que importa, exporta 10) y que además funciona como un reaseguro anticíclico, complementando así al sector agroindustrial.
Para cerrar, hablando de visión de futuro, no quisiera dejar de felicitar a El Economista por su 73 aniversario, logro que ratifica que cuando se trabaja con un rumbo claro, profesionalismo y pasión, se logran resultados que trascienden en el tiempo
Franco Mignacco
Presidente de la Cämara Argentina de Empresarios Mineros
Fuente: Eleconomista.com.ar