Los paisajes más increíbles de una región de Argentina que pocos se animan a explorar
La Puna argentina, con una altura de base promedio de 3.500 msnm, forma parte del plateau andino, el segundo más grande del mundo después del Tíbet. Un territorio de ocres, rojos, blancos y turquesas, de pueblos detenidos en el tiempo, minas de litio, bórax, ónix, oro y cobre. Un destino salvaje, enigmático e inhóspito. Es un patrimonio natural de inigualable belleza que se extiende desde Jujuy hasta el norte de San Juan por 9.300.000 de hectáreas.
Para recorrerla, siempre es recomendable ir con guía. Las distancias son muy grandes, son caminos solitarios, donde la señal de celular casi no existe. En toda su vastedad, la puna reconoce algunos hitos, monumentos naturales que funcionan como mojones de su belleza. Esta es una selección:
Laguna de los Pozuelos
Jujuy
En la puna jujeña, a casi 4.000 metros se encuentra esta laguna de agua salobre. Tiene una superficie de 16.000 hectáreas y sus límites varían según las lluvias y las aguas aportadas durante la época de deshielo. Alberga tres especies de flamencos y más de 44 especies de aves. Se ubica en el norte de la provincia de Jujuy, entre las localidades de Rinconada, Lagunillas y Pozuelos. La forma más fácil de acceder es desde Abra Pampa. Integra la red de Parques Nacionales como Monumento Natural.
Campo de Piedra Pómez
Catamarca
Es un inmenso e imponente campo de piedra volcánica blanca y lava solidificada del Volcán Cerro Blanco. Se presenta como un mar de roca nívea con crestas rosadas y espectaculares formaciones y esculturas rocosas, talladas por el viento que baja de los Andes. Se asemejan a la superficie lunar. El acceso principal es desde El Peñón, a 10 km. Si bien se trata de un área natural protegida, es frecuente ver 4x4 o motos a campo traviesa, que dejan huellas sobre su superficie.
Volcán Galán
Catamarca
El volcán Galán es conocido como “El coloso de la Puna”: su boca mide 42 kilómetros de diámetro, lo que lo convierte en uno de los cráteres más grandes del mundo. En su interior se encuentra la laguna Diamante, refugio de flamencos rosados. En el extremo sur hay fumarolas, rocas vivientes de 3.500 millones de años y agua que brota a 80 grados. Se accede desde El Peñón o Antofagasta de la Sierra.
Salar de Antofalla
Catamarca
Es uno de los lugares más inhóspitos e inaccesibles de la puna catamarqueña, a los pies del imponente volcán de Antofalla. En el salar impacta la formación Ojos de Campo: géiseres apagados de agua salada con diferentes tonalidades azules, verdes y anaranjadas. También allí se encuentra la Laguna Verde, con espejos de agua rojos, turquesa y esmeralda en medio de “flores de sal”. Se accede en excursiones en 4x4 con guías autorizados. Los escasos pobladores de la localidad son muy celosos y no dejan ingresar a cualquiera.
Laguna Blanca
Catamarca
Se encuentra en la Reserva de la Biosfera Laguna Blanca, al sur de El Peñón. Es un espejo de agua salada de poca profundidad de color blanca producto de las sales y minerales. Viven comunidades originarias y entre septiembre y diciembre se puede participar del Chaku o esquila de la vicuña, una práctica ancestral que permite el manejo sustentable y la obtención legal de lana para producir ponchos y mantas. Hay un centro de artesanías y la hostería Sasakuy.
Salar de Pocitos
Salta
Desde San Antonio de los Cobres rumbo a Tolar Grande, el Salar de Pocitos es una parada obligada. Está a 3.660 metros de altura, mide unos 60 km de largo por 6 km de ancho y está enmarcado por la sierra del cerro Macón (5.600 metros), donde existe un centro de observación astronómica. El paisaje mezcla las tonalidades de la tierra con un lago celeste que se forma en épocas de lluvias.
Desierto del Diablo
Salta
Atravesar el Desierto del Diablo es casi como viajar a Marte. Es uno de los sitios más aislados de la Puna, de aridez extrema e inmensa planicie rojiza. Se trata de un camino zigzagueante por un desierto de dunas fósiles de unos 10 millones de años y cientos de picos de arcilla y cristales de yeso. Está considerado como uno de los rincones más extraños del país por sus formas y colores.
Ojos de Mar
Salta
A 5 km de Tolar Grande, se encuentran los Ojos de Mar: tres lagunas de origen volcánico verdes y turquesas en medio de un salar donde se mezclan con los colores ocres de la planicie andina. La salinidad de las aguas es cuatro veces mayor a la del Pacífico. Es un sitio de importancia científica ya que se han hallado comunidades de estromatolitos, la evidencia de vida más antigua que se conoce en la Tierra.
Cono de Arita
Salta
En el extremo sudoeste del salar de Arizaro, a 75 kilómetros de Tolar Grande, emerge este enigmático y perfecto cono. Es una pirámide volcánica de 200 metros de alto, 800 metros de diámetro y un perímetro de 2.4 kilómetros, mezcla de sal y lava negra. Se trata de un lugar sagrado para los pobladores locales. Estudios geológicos, citados por algunas publicaciones, indican que sería un volcán que no tuvo la fuerza para estallar.
Salinas Grandes
Jujuy
Las Salinas Grandes (a 3.450 metros de altura) son un desierto de sal, ubicado en la provincia de Jujuy, muy accesibles por estar atravesadas por el asfalto de la RN 52, que permite llegar en auto o en excursión. Se encuentran a 65 km de Purmamarca y a 130 km de San Salvador de Jujuy. Son 525 km2 de sal y en la visita se puede ver el proceso de extracción. En verano, por las lluvias se forma un fascinante espejo de agua.
Cusi Cusi
Jujuy
El Valle de la Luna de Cusi Cusi es mucho menos conocido (y más colorido) que su par sanjuanino. A la vera de la RN 40 se levantan formaciones geológicas rojizas en un extenso valle con picos montañosos y farallones de rocas volcánicas talladas por la erosión de los vientos. Se elevan más de 100 metros en extrañas formas como domos, quebradas y columnas de intensos rojos, grises, blancos y morados. Las vistas son espectaculares desde los miradores.
Géiser de Catua
Jujuy
El géiser de Catua es una fuente termal a más de cuatro mil metros sobre el nivel del mar. Durante el verano, el paisaje desolador está enmarcado por rocas blancas y ocres. Pero en invierno el chorro de agua caliente se convierte en hielo en minutos, creando increíbles catedrales de mármol amarillo, debido al azufre del agua. Está en el límite con Chile, y sólo se puede llegar con algún guía autorizado.
Fuente: La Nación