Para Daniel Schteingart "Hidrocarburos y minería son los dos sectores que pueden destrabar la restricción externa"

Schteingart afirmó que se necesita de la explotación de recursos naturales que puedan exportarse para "financiar el aumento de los salarios reales que todo proceso de inclusión social requiere".
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Por Florencia Barragan

El 2022 comenzó con un nuevo debate entre ambientalismo y desarrollo económico, a raíz de la habilitación del Gobierno para la exploración offshore de hidrocarburos en la costa de Mar del Plata. En diálogo con Ámbito, Daniel Schteingart, director del Centro de Estudios para la Producción, del Ministerio de Desarrollo Productivo, aseguró que la explotación de recursos naturales es imprescindible para generar el salto exportador y con ello los dólares que necesita el país para crecer. Afirmó que la exploración offshore podría generar 22 mil nuevos puestos de trabajo y rechazó que sea incompatible con otras actividades como la pesca y el turismo.

Periodista: ¿La estrategia de desarrollo productivo del ministerio incluye seguir avanzando en la explotación de recursos naturales?

El estudio desarrollado por la Consultora Serman & Asoc. S.A. para la Compañía Equinor Argentina implica un Registro Sísmico 3D en el Mar Argentino, más específicamente en las Áreas CAN_100, CAN_108 y CAN_114, ubicadas en la Cuenca Argentina Norte de la Plataforma Continental Argentina.

Daniel Schteingart: Partimos de un hecho empírico: todos los países que se desarrollaron a lo largo de la historia explotaron sus recursos naturales. Inglaterra no habría tenido Revolución Industrial sin carbón. Estados Unidos no habría tenido su despegue sin minería. Australia (minería), Noruega (petróleo offshore), Canadá (minería, petróleo, agro), Finlandia (forestal), Suecia (forestal y minería), Dinamarca (agro, petróleo offshore), todos lo han hecho como palanca hacia el desarrollo. Es mentira que los países desarrollados lo hicieron sin tocar sus recursos naturales y únicamente importando materias primas. Hicieron ambas.

P.: ¿Sí o sí se necesita explotar más los recursos naturales?

D.S.: Los sectores intensivos en recursos naturales tienen una función clave en el país: son los grandes generadores de divisas. Si prohibieras hoy el agro, los hidrocarburos y la minería, lo primero que tendrías es una brutal disparada del dólar que te llevaría a una hiperinflación, licuación de salarios y suba de la pobreza. Si queremos subir salarios y bajar la pobreza, es clave generar divisas: nos guste o no nos guste, los sectores intensivos en recursos naturales son los que nos van a permitir en la próxima década tener el salto exportador que necesitamos. Otros sectores ayudan, pero es muy difícil imaginar una revolución exportadora ahí. Las exportaciones industriales dependen mucho del Mercosur, que viene muy estancado hace una década. A eso sumale la competencia asiática. Los servicios como software también suman, pero casi no hay países en donde sea el principal complejo exportador.

P.: ¿Inclusive cambiando algunas condiciones macro, por ejemplo, cerrando la brecha, tampoco te alcanza?

D.S.: Para llegar a la pobreza cero, necesitamos mínimo un PBI per cápita de 40.000 dólares, lo que equivale casi a duplicar lo que tenemos. Por cada punto que crece el PBI, nuestras importaciones crecen en 2%, de modo que si queremos duplicarlo vamos a tener que importar más, y eso requiere más exportemos. Las condiciones macro claro que importan, la brecha es perjudicial particularmente para los servicios, pero no lo son todo. Argentina tocó pico exportador en 2011, cuando rozamos los u$s100.000 millones. Nunca más alcanzamos ese valor. Ese año fue el pico de PBI per cápita del país. Hay mucho potencial exportador que se podría destrabar por cuestiones más allá de la macro. Argentina tiene la misma cordillera que Chile, pero ellos exportan u$s40.000 millones en minerales y nosotros 3.000. Influyen muchas razones, pero una es que la minería está prohibida en 7 provincias. Tenemos un enorme potencial con hidrocarburos, que podría aportar millones de dólares en un futuro no tan lejano, teniendo en cuenta la descarbonización. Siendo realistas, creemos que estos dos sectores son los que más potencial tienen para destrabar la restricción externa en la próxima década.

P.: ¿Producir más hidrocarburos es compatible con avanzar con los compromisos de descarbonización?

D.S.: La palabra clave es “transición”. Lo viejo y lo nuevo van a seguir coexistiendo, el escenario de la Agencia de Información Energética de EE.UU. es que la demanda global de hidrocarburos se sostendrá firme por al menos tres décadas. Hoy el 28% de la generación de energía mundial viene del carbón, que es el combustible fósil más contaminante de todos. Reemplazar carbón por petróleo y gas va en la dirección de descarbonizar en las próximas décadas. Argentina tiene una oportunidad en esa transición. La estimación es que por cada bloque offshore que prospere, son 10 en total, se podrían generar 22.000 puestos de trabajo entre directos e indirectos. En la medida en la cual vivamos de crisis en crisis, los recursos para hacer políticas agresivas de descarbonización serán menores. La inestabilidad macroeconómica es enemiga de la transición ecológica o, dicho de otro modo, no hay nada más antiecológico que la pobreza.

P.: ¿Es incompatible explotar hidrocarburos en conjunto con otras actividades como la pesca o el turismo?

D.S.: Si lo controlamos bien, son totalmente compatibles. Los yacimientos se encuentran entre 300 y 400 km lejanos a la costa. En muchos otros países, con distancias mucho menores, coexisten perfectamente el offshore, la pesca y el turismo. Río de Janeiro tiene a unos 200 km de sus costas plataformas offshore, que explican el 15% del PBI de esa región. Nada de ello ha impedido el desarrollo del turismo. En Noruega, las dos principales exportaciones son hidrocarburos offshore y productos de la pesca; ambos se llevan a cabo en el Mar del Norte.

P.: ¿Argentina tiene las herramientas para controlar que se cumplen los estándares ambientales?

D.S.: Por supuesto. Argentina ya tiene más de 30 años en hidrocarburos offshore, que se desempeñan en Tierra del Fuego, y de donde viene el 15% del gas que consumimos. Hemos perforado unos 190 pozos en el mar argentino, sin ningún incidente relevante. Por momentos, me llama la atención que los cuestionamientos a la capacidad del Estado para regular provengan de ciertos sectores de izquierda que, a su vez, creen que el Estado debería estatizar un sinfín de empresas y gestionarlas públicamente. Es contradictorio. Por supuesto, hay áreas en donde la desconfianza ciudadana es más grande y en donde hay muchísimo por mejorar. Lo que sí, veo difícil que podamos mejorar nuestras capacidades regulatorias con una economía estancada y con salarios deprimidos de los empleados públicos que se ocupan de aplicar las regulaciones.

P.: Entre quienes apoyan, está la crítica sobre el “extractivismo”. ¿Cuál es la forma óptima para desarrollar minería o hidrocarburos?

D.S.: La teoría del “extractivismo”, que especializarte en commodities te condena a la pobreza, parte de una sobresimplificación, y está bastante influenciada por el best seller de Eduardo Galeano “Las venas abiertas de América Latina”, libro de 1971 que el propio Galeano dijo en 2014 que “no sería capaz de leer el libro de nuevo, porque cuando lo escribí no sabía tanto sobre economía y política”. Es verdad que la mayoría de los países desarrollados se especializa en bienes industriales y que la mayoría de los subdesarrollados en productos primarios. Pero no es tan lineal. Noruega, Australia, Nueva Zelanda e Islandia están todos entre los más desarrollados del mundo, y sin embargo sus canastas exportadoras son tanto o más primarizadas que la nuestra. A la inversa, hay países exportadores de bienes industriales como autos y electrónicos, que difícilmente podríamos llamar desarrollados, como México o Filipinas. Lo que tienen países como Noruega o Australia es que han podido encadenar a sus recursos naturales con otros sectores productivos y con el sistema científico-tecnológico. Hoy el 60% del software utilizado en las minas del mundo es australiano. Lo que resulta difícil de pensar es que un país pueda generar esos proveedores tecnológicos sin tener esas actividades. Si producimos maquinaria agrícola es porque tenemos agro. En nuestro país, los recursos naturales lejos están de ser un enclave. La industria petrolera tiene más de 9.000 pymes proveedoras y es el sector que más empleo indirecto genera, 5 puestos indirectos por cada puesto directo.

P.: Y sobre la crítica de la “extranjerización” (que no lo haga el Estado), ¿qué piensa?

D.S.: En el caso del petróleo offshore se trata de una alianza mixta entre Equinor, Shell e YPF, la participación estatal existe. La idea es replicar el modelo de Vaca Muerta, de YPF aliada con otras compañías globales, que suelen disponer de cuantiosos fondos que el país hoy no tiene. En la minería tenés empresas públicas provinciales que forman parte de muchos proyectos en donde tenés multinacionales, como JEMSE en Jujuy, YMAD en Catamarca o Fomicruz en Santa Cruz.

P.: ¿Que rol deberían tener los economistas desarrollistas dentro del Gobierno en la búsqueda de consenso social?

D.S.: Es cierto que el debate a veces se pone intenso y algunas posturas se exacerban. Pero es clave que dialoguemos con todos, y en particular con quienes más tienen preocupaciones por ciertos proyectos productivos nuevos. A veces en público parece que hay una confrontación entre desarrollistas y ambientalistas, pero, siempre que hablé en privado, llegamos a muchísimos puntos de contacto. En el fondo, todos queremos un país con más oportunidades, donde la gente viva mejor y donde se cuide el ambiente. Muchas veces diferimos en los medios para lograr tal fin, pero hay muchísimo para tender puentes.

Fuente: Ámbito

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