Alonso: Canteras de nuestra región, la otra minería

En Argentina se mueven más de 300 millones de toneladas de materiales pétreos. Nuestra región tiene aún una enorme cantidad de rocas y de minerales no metalíferos que ofrecen nuevas fuentes de riqueza y trabajo genuinos.
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Por Ricardo Alonso

En el norte argentino hay un sinnúmero de canteras donde se explotan rocas y minerales industriales. En líneas generales y al revés de los metalíferos, esas rocas y minerales pertenecen al dueño de la finca.

En la Puna se conocen canteras para la explotación de sal de roca comestible y de vidrio obsidiana para puntas de flechas que se remontan a tiempos prehispánicos. Bloques de sal de roca extraídos de viejos cuerpos salinos, así como panes de sal gema que, cortados en la superficie de los salares, eran llevados a lomo de animales hasta los valles fértiles orientales donde se canjeaban por frutos, maíz, cebil alucinógeno, plumas de colores y otros productos.

En la Puna hay también numerosas canteras donde se explotó y aún se explota el ónix, un mineral con gran variedad de colores (verdes, rojos, naranjas, caramelo, blanco, crema, gris, etcétera); destacándose el "azul cielo" de Salta, único en el mundo. Las canteras de ónix de Arita, al sur del salar de Arizaro, fueron muy importantes a mediados del siglo XX al punto de figurar en viejas tarjetas postales.

También deben mencionarse las canteras de perlita, muchas de ellas en explotación actualmente. La perlita es un vidrio volcánico que proviene de la hidratación de la obsidiana. Las canteras de perlita más conocidas son la de Quirón y otras en los alrededores del complejo volcánico Quevar y las que se encuentran al norte de San Antonio de los Cobres (Ramadas). La perlita tiene la propiedad de expandirse hasta más de 20 veces su volumen cuando se la calienta en hornos especiales. Se convierte así en una especie de "pop-corn" vítreo y su uso es muy variado en diferentes aplicaciones industriales.

La diatomita es una roca formada por microfósiles algales silíceos, blanca y liviana, que se utiliza como material filtrante. Se explotaron canteras de diatomita en Morro Blanco cerca de Catua y al oeste del salar del Rincón.

Canteras de lajas se conocen en muchos puntos del norte argentino y provienen de varias unidades geológicas de distintas edades. La partición lajosa es una propiedad física que tienen las rocas sedimentarias de separarse en capas a través de planos lisos, en algunos casos relacionados con la presencia de micas.

Lajas verdes provienen de la Formación Puncoviscana y se las explotó en la Sierra de Cobres, en Rancagua cerca de Cachi, en Perchel en la Quebrada de Humahuaca y en la Sierra de Mojotoro (Los Guachos). Son lajas de origen marino y se las usó en veredas y revestimientos de paredes. La particularidad es que estas lajas contienen trazas fósiles de gusanos y otros cuerpos blandos que vivieron en el fondo oceánico unos 545 millones de años atrás.

Lajas de colores cremas y moradas se explotaron de numerosas canteras de la Sierra de Mojotoro al oeste de la ciudad de Salta. Provienen de rocas marinas de edad ordovícica de unos 470 millones de años de antigüedad. Una de esas canteras, La Achirana, se explota en los predios cercanos al campus de la Universidad Católica de Salta. Muchas de esas lajas están decoradas con dendritas de manganeso que se confunden con helechos fósiles. Son pátinas negras, de óxidos de manganeso, con diseño fractal. Algunas son muy vistosas y han sido coleccionadas para hacer paredes internas por su particular belleza. Una importante cantera existió en el cerro San Bernardo, al frente de la ciudad de Salta, donde se extrajeron gran cantidad de lajas para veredas y además listones para los cordones de veredas de la vieja Salta. La importancia de la cantera quedó reflejada en postales de época y en la novela "La Cantera" de Tomás Yañez publicada en 1944 (Ed. Claridad, Buenos Aires, 192 pág.).

Las rocas cuarcíticas del cerro San Bernardo y otras afines traídas desde El Gallinato se utilizaron en la construcción del monumento a Güemes, inaugurado en 1931. La cantera de lajas de "La Pedrera", en la ruta Güemesiana, abasteció de lajas a la ciudad en la década de 1950 y fue la proveedora de todas las lajas de las paredes que rodean al Hogar Escuela de Salta.

Lajas rojizas de gran calidad se explotaron en Jujuy desde otras formaciones geológicas en la Sierra de Zapla y dique Las Maderas. También se explotaron en el cerro San Bernardo las rocas arcillosas hojaldradas y fosilíferas para utilizarlas como relleno de baches de la ciudad por vialidad provincial y la municipalidad en la década de 1970, antes de que fuera declarado una reserva natural de valor patrimonial. Hay otras formaciones también lajosas, como las calizas de la Formación Yacoraite del Cretácico, que se explotaron en el perilago de Cabra Corral. Las canteras de arcillas para cerámica roja están ampliamente distribuidas en el norte argentino.

Varias plantas de ladrillos, tejas, tejuelas y baldosas se fabrican utilizando como materia prima los limos y arcillas de las terrazas del tramo medio del río Arenales en su paso por la ciudad de Salta. No solo grandes plantas industriales, sino también numerosas cooperativas de trabajo artesanal para la elaboración de ladrillos comunes. En las últimas décadas se sumó la extracción de arcillas viejas, de edad ordovícica y origen marino, por parte de Cerámica Alberdi para la elaboración de cerámicas finas y placas de porcelanato para revestimiento.

Sumando el conjunto de sus canteras para cerámicas rojas y porcelanato, Salta cuenta hoy con uno de los polos cerámicos industriales más pujantes del país.

Canteras de arcillas de distintos tipos para su uso en alfarería se explotan en gran parte del norte argentino, especialmente en Cafayate (Salta) y en Casira (Jujuy), y se utilizan para la fabricación de tinajas para guardar agua, vino, chicha o aloja.

Canteras para la extracción de yeso se conocen en Horcones (Rosario de la Frontera) y en la Sierra de Santa Bárbara en Jujuy. En Horcones aparecen también bochones de alabastro blanco que se pueden utilizar para artesanías. El yeso de Horcones fue exportado en su momento al Paraguay para la industria del cemento. En la Puna hay grandes reservas de yeso pero que no pagan el flete hasta los centros de consumo.

En Tilcara, Jujuy, se aprovecha el alabastro marrón rojizo de una cantera vecina y se hacen numerosas artesanías. Todos esos yesos provienen de formaciones geológicas del periodo Terciario. Canteras para la extracción de piedra para cal (calizas) se explotan de rocas marinas muy antiguas en Volcán (Jujuy) y se queman en Los Tilianes, en la entrada a la Quebrada de Humahuaca.

Cerca de Tumbaya, en tiempos de los hornos de hierro de Zapla, se explotó como fundente una roca dolomítica, presente en formaciones geológicas análogas del Precámbrico. Rocas similares afloran en Salta en Las Tienditas, La Troja y El Coro; unas calizas negras veteadas que se explotaron como símil mármol. Sin embargo el gran valor de esas rocas es para la industria del cemento y de la cal, ya que hay decenas de millones de toneladas como lo dejó asentado el Dr. Apolo Ortiz en su tesis doctoral en Salta en 1963.

Rocas calcáreas

Calizas para cal común se explotan en los cerros de La Merced, de rocas calcáreas de la Formación Yacoraite. Estas calizas se explotaron ampliamente en la geografía del norte argentino, especialmente cuando se construía el ferrocarril, y muchos topónimos así la registran (Hornocal, Rumical, Cal Orcko etcétera). Canteras de aragonita se explotan en Puesto Viejo (Jujuy) para la planta de cemento de esa localidad. Uno de los cementos es el puzolánico que incorpora materiales volcánicos. De canteras de la Puna se extraen agregados volcánicos formados por piedra pómez proveniente de erupciones ácidas de la región.

En el pasado geológico, las erupciones de la Puna arrojaron al espacio grandes volúmenes de pómez y cenizas que se acumularon hacia el este de la comarca. Mantos de cenizas se encuentran en la ruta 34, en proximidades de Metán, y se explotan para su uso en el cemento. El balasto es un tipo de piedra partida con determinadas características de tamaño, dureza y angulosidad que se utilizan para hacer las camas sobre las cuales se colocan los durmientes y sobre las que se apoyan los rieles del ferrocarril. Actualmente se explota una cantera de balasto en el Angosto del Mojotoro y de viejas rocas paleozoicas cuarcíticas para las obras que se realizan en el ferrocarril General Belgrano.

Los áridos

Otro ítem que incluye a muchas canteras es el rubro de los áridos. Los áridos son materiales pétreos transportados por los ríos y que tienen su origen en la erosión de las montañas y su transporte por el agua. Hay canteras húmedas en los ríos y canteras secas en viejas terrazas fluviales. La mayoría de los ríos que atraviesan la Cordillera Oriental y los grandes valles (Humahuaca, Calchaquí, Toro, Escoipe y sus afluentes) tienen áridos de buena calidad. Tanto los que forman parte de la Alta Cuenca del Río Bermejo (Caldera, Wierna, Vaqueros, Mojotoro, etcétera), como la Alta Cuenca del Río Juramento (Calchaquí, Guachipas, Arenales, Rosario, Chicoana, etcétera).

Cada río tiene sus propias calidades de áridos en función de su cuenca imbrífera y las rocas que atraviesa. Importantes explotaciones de áridos de canteras húmedas se encuentran en la Quebrada del Toro, río Arenales, río Caldera, entre otras. La minería de canteras es un importante rubro económico independiente de la minería metalífera.

Una minería invisible que mueve en Argentina más de 300 millones de toneladas de materiales pétreos. El norte argentino tiene aún una enorme cantidad de rocas y de minerales no metalíferos inexplotados y que esperan su aprovechamiento para generar nuevas fuentes de riqueza y trabajo genuinos.

Fuente: El Tribuno

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