Ing. Pablo Rovarini, experto en Inteligencia Artificial: "Somos un país en vías de desarrollo con antecedentes académicos de primer nivel"
Actualmente es asesor de Investigaciones en la Facultad de Ingeniería en la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA) y Profesor de Business Intelligence en la Universidad Católica de Salta (UCASAL).
Egresó como Ingeniero Electricista (Electrónica) en la Universidad Nacional de Tucumán (1969) y consagró su vida académica a la Inteligencia Artificial. Es sin duda uno de los profesionales más abocado a esta a este disciplina y también será uno de los oradores en el Simposio de Inteligencia Aplicada a la Industria Minera que en pocos días se llevará a cabo en la ciudad de Salta. Un ilustre pionero en el país y ahora difundiendo conocimiento en el sector minero argentino.
¿Cómo fueron esos primeros relacionamientos en la década de los años 60 con la IA?
En la década de los 60, mientras estudiaba teoría de conmutación y sistemas de alta complejidad en mi carrera de grado, sentía empatía por las relaciones entre humanos y los computadores, esa concepción de máquinas que tan bien supo describir Marvin Minsky. Esta atracción se acentuaba en la misma medida que acrecentaba mis conocimientos. En aquellos años transcurría una etapa temprana de mi vida, signada por la necesidad de absorber, sin mucha discriminación, todo el conocimiento a mi alcance, y tuve la fortuna de beneficiarme con una beca de la OEA en la Universidad de Chile en la década de los 70. Cuando cursaba la Maestría en Automática tomé una materia con el Dr. Humberto Maturana (si, coautor de ese genial trabajo en 1960 Anatomy and Physiology of vision in the frog (Rana pipiens) junto a Lettvin, J., Mcculloch, W. S. y Pitts, los dos últimos reconocidos investigadores en redes neuronales), lo que marcó definitivamente el rumbo que seguiría profesionalmente el resto de mi vida. Sencillamente me enamoré de la Inteligencia Artificial. Cuando volví a Argentina, también fui favorecido por la fortuna al encontrar un nicho confortable con personas que se sentían atraídas por lo que ya había asumido como mi destino final. En particular retomé una vieja amistad con el Ing. Luis Raúl Alcaide, y desde comienzos de los 80 comenzamos a compartir responsabilidades sobre trabajos en Inteligencia Artificial sobre una amplia variedad de campos, pero fundamentalmente enfocados a reconocimiento de patrones, representación del conocimiento y su aplicación en sistemas expertos.
- A casi 40 años de la creación del laboratorio de IA que Ud. delineó ¿qué nos puede decir?
- Nació este Laboratorio de Inteligencia Artificial (LIA) en el seno de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNT en el año 1984 (fecha de la Resolución Rectoral de su creación, siendo el segundo en la Argentina, solo después de la UBA en 1979). Durante varios años, hasta mi retiro en año 2007, después de dirigir al LIA por más de dos décadas, logramos, gracias a esfuerzos personales y la ayuda de muchos, consolidar convenios con universidades de otros países. En particular con la Université de Technologie de Belfort-Montbéliard (Utbm), Francia, tras haber completado exitosamente más de 12 proyectos de investigación a nivel nacional y formar una veintena de estudiantes brillantes (dos de ellos actualmente mis amigos y coautores en una buena cantidad de publicaciones, el M.Sc Mario Figueroa de la Cruz y el M.Sc Gustavo Juárez Dape. Tengo la felicidad de ver que ni Luis (por Alcaide) ni yo nos equivocamos al pensar allá en la década de los 70, que la Inteligencia Artificial llegaría a ser una ciencia disruptiva en nuestra sociedad. Solo piensen que en aquellos días resultaba muy arriesgado realizar una prognosis válida, cuando teníamos por todas partes limitaciones: un puñado de conocimientos trabajosamente adquiridos, una capacidad operativa reducida al mínimo (computacionalmente hablando), y nuestro pequeño nivel de contactos (teníamos que lidiar con un Internet incipiente en nuestro país y la crónica falta de subsidios). Superamos, y desde mi punto de vista exitosamente, estos obstáculos para obtener hoy en día un LIA que realiza investigaciones sumamente cercanas a necesidades industriales de nuestro país, particularmente al uso de drones para tareas muy diversas. Debo reconocer que esta línea de trabajo fue comenzada por Gustavo (actual Director del LIA, expresidente de IEEE (Institute of Electrical and Electronic Engineers ) para Argentina, también formado en nuestro LIA. El futuro que esperamos es magnífico, tanto en la producción teórico-practica como en la creación de recursos humanos, visión que esperemos se confirme con el transcurso del tiempo, ya que la prognosis -desde una visión formal- siempre estará afectada por errores absolutamente inevitables. Pero tengo la certeza que dejé mi querido LIA en excelentes manos.
¿Podemos decir que las universidades poseen un nivel internacional para abordar esta materia o falta más desarrollo?
Siempre deseamos optimizar desarrollos, lo que nos lleva a ambicionar mejores condiciones para hacerlo, pero nunca olvidemos que tenemos a nuestro favor la potencia creativa emergente del quehacer en universidades argentinas (cualquiera de ellas que ustedes quieran recordar), las que siempre brindaron soporte a esa maravillosa comunidad educativa y de investigación formada por estudiantes, profesores y científicos de alta calidad. Es evidente que la competencia con países muy desarrollados en Inteligencia Artificial (China, EUA, Japón, Corea, Francia, Alemania, India, para nombrar quizás los siete más destacados, sin olvidarnos de nuestro vecino Brasil) es casi una misión imposible, pero sobre este punto deseo agregar que a) no me gusta la palabra imposible; b) no creo que sea bueno que siempre estemos pensando que los recursos son insuficientes (humanos, económicos, tecnológicos) sin hacer un aporte honesto a mejorarlos en la medida que nos corresponde como habitantes de un país generoso, lleno de oportunidades, mal que les pese a todos los negacionistas que nunca faltan. Tanto así que hoy en día podemos decir con mucho orgullo que nuestro país siempre mostró un nivel superlativo en el concierto de naciones. Mi mayor respeto a César Milstein, René Favaloro, Luis Federico Leloir, Adolfo Pérez Esquivel, Bernardo Alberto Houssay, Carlos Saavedra Lamas.
- ¿Usted como docente abordó sistemáticamente este tema?
- La última década me entregó el tiempo suficiente para continuar investigaciones sobre algunas líneas prometedoras y poder escribir dos libros sobre Inteligencia Artificial, el primero de ellos representativo de resultados obtenido en proyectos ya finalizados - como Optimización basada en Conceptos Biológicos y Sociales, Toma de Decisiones basadas en lógica multivaluada e Inteligencia Colectiva (Inteligencia Computacional, editado por UNSTA en 2020), y el segundo dedicado a resultados recientes sobre Aprendizaje en Máquinas (Machine Learning: ML) y su variante fundamental, Aprendizaje Profundo en Máquinas (Deep ML) con una fuerte inclinación a redes generativas antagónicas (editado por UCASAL, en prensa). Además, y para sentir esa sensación que un profesor universitario devenido en investigador no pierde nunca, dedico bastante tiempo en la preparación de mi materia en la Escuela de Negocios de UCASAL, Business Intelligence, una aplicación de Inteligencia Artificial enlazada a teorías económicas y aplicadas al ámbito empresarial. Esta participación en una especialidad un tanto diferenciada de mi trabajo natural, de manera alguna es casual o improvisada, ya que en diferentes oportunidades he asesorado a empresas que mostraban un fuerte perfil económico.
¿Cómo asimilan las otras carreras el fenómeno de la llegada de la IA al mundo de las diferentes industrias?
La experiencia que me dejó esta interacción me convenció de que las aplicaciones de Inteligencia Artificial en ellas es ya una aplastante realidad. Si tomamos cualquier, y bien digo, cualquier rama de estudio universitario, notamos la necesidad, ya indiscutida, de incorporar Inteligencia Artificial en carreras adecuadas a las necesidades de la demanda real de nuestra sociedad. El impacto de la Inteligencia Artificial en industrias es casi total. Incluye la automatización de tareas (particularmente las repetitivas o peligrosas), mejoramiento de la eficiencia y la productividad (puede conducir a ahorrar recursos económicos y mejoras en la calidad), como así también la creación de nuevos productos (se está utilizando para desarrollar nuevos medicamentos, crear chatbots que pueden interactuar con humanos y diseñar productos personalizados). Insistimos en que la IA es una tecnología disruptiva que tiene el potencial de transformar las industrias de todo el mundo.
- Desde su experiencia académica, más allá de lo específico de la especialidad de IA las diferentes carreras de grado deben abordar esta temática. ¿Es ágil esta instancia o cuesta incluirla y afrontarla?
- Aquí hay un antes y un después. Hace sólo unos pocos años hablar de Inteligencia Artificial a nivel de nuestra vida diaria era impensable. Hoy no podemos referirnos a casi ninguna actividad humana sin nombrar lo inteligente que son instrumentos o métodos que utilizamos (desde una lavadora de ropa, estacionar de forma autónoma un auto, o seleccionar un curso de acción). Entonces ya no debemos pensar si cuesta o no abordarla, sino que debemos (y en gran medida lo hemos hecho) incluirlas con la menor pena para los humanos no especialistas que son usuarios de sus beneficios.
- ¿Es un desafío para un país en vías de desarrollo con antecedentes académicos de primer nivel poder acceder a un abordaje integral y de excelencia que sea competitivo a nivel mundial?
- Aceptemos que somos un país en vías de desarrollo con antecedentes académicos de primer nivel, lo que podemos apreciar por la aceptación de egresados de universidades de nuestro país en países donde también existe toda una tradición de excelencia universitaria. Y ahora intentemos encontrar la causalidad de este efecto, que para mí es real. Las universidades argentinas siempre mostraron avidez por actualizar sus planes de estudio incluyendo los últimos desarrollos teóricos y tecnológicos, en una actualización continua. Pero en general no se detienen en esta adaptación permanente, puesto que brindan a los estudiantes medios que hagan de ellos no solamente profesionales de valía, sino que no descuidan aspectos de su realización integral como seres humanos, con aprecio a valores tomados de una miríada de fuentes. Por supuesto que esta actitud conlleva riesgos económicos, pero estoy absolutamente seguro de que una verdadera fusión empresa-universidad tendría como beneficiarios a ambos participantes y más, ya que debemos considerar a los estudiantes que encontraran núcleos de conocimiento a su disposición. Y esta es la visión, por supuesto con algún sesgo, que con más de 50 años dedicados a la Inteligencia Artificial, me permite detenerme y observar un mundo que muestra una cantidad asombrosa de nuevas ideas, algunas de ellas en estado embrionario – como cúdits y su núcleo de rubidio, uso de grafeno, redes generativas, análisis de sentimientos, memorias en cristales de cuarzo, inserción de sustratos biológicos en chips - mundo que contiene a una sociedad caracterizada por su utilización plena de una apabullante cantidad de datos, computadores cuánticos extremadamente potentes y el nacimiento de la simbiosis entre teorías ya consolidadas: Sociología, Biología e Inteligencia Artificial, conducente a un paradigma que no intentará de modo alguno llevarnos a la servidumbre, como se puede pensar ligeramente, sino por el contrario, servirá como nuevo concepto de lo que siempre hemos deseado para el hombre: una mente abierta y tiempo para utilizarla.
Fuente: Prensa GeoMInera