WSJ: Mineras buscan convertir la chatarra en energía verde
RHIANNON HOYLE Y JULIE STEINBERG
Rio Tinto y Glencore firmaron acuerdos este año para expandir el reciclaje de metales críticos, ramificándose a partir de las inversiones que hicieron durante la última década y que involucran la operación de minas gigantescas en países como EE.UU., Australia y la República Democrática del Congo.
Estas y otras empresas están apostando a que los fabricantes de automóviles y los artículos electrónicos de consumo requerirán cada vez más metales de fuentes sostenibles para sus productos. Igualmente están buscando convertir la amenaza potencial de una creciente oferta de chatarra en una oportunidad.
El mes pasado, Rio Tinto acordó la compra de una participación del 50% en Matalco, un proveedor de aluminio reciclado, propiedad de Giampaolo Group de Canadá, por US$ 700 millones. Rio Tinto es la segunda minera más grande del mundo por valor de mercado y una importante productora de aluminio, que se utiliza para fabricar vehículos eléctricos, paneles solares y turbinas eólicas.
En mayo, Glencore llegó a un acuerdo con Li-Cycle Holdings para estudiar y crear un centro de reciclaje en Europa que podría producir el suficiente material reciclado hasta para 36 gigawatts de baterías de ion litio al año. Sería la mayor fuente de Europa de litio cobalto y níquel reciclado de grado para baterías, según las empresas.
Estas acciones tienen lugar mientras el sector de recursos lucha por cambiar las percepciones de los inversionistas de que la minería es problemática y amenaza el medio ambiente, incluso contribuyendo al cambio climático. El expediente de la industria en cuanto a emisiones, desechos y deforestación está desafiando los esfuerzos de algunas empresas para lograr que se aprueben nuevos proyectos y atraer a trabajadores calificados.
“Utiliza menos energía cuando recicla, y tiene menos impacto en la naturaleza. Así es que creo que en cualquier parte que podamos hacer eso, deberíamos intentar hacerlo”, aseguró Jakob Stausholm, director ejecutivo de Rio Tinto.
Las mineras también ven una oportunidad para obtener ganancias. Se espera que varias décadas de industrialización en China empiecen a arrojar más metal de segunda mano que nunca antes, el que las empresas esperan que se pueda reciclar y vender de nuevo.
El costo de establecer instalaciones de procesamiento de chatarra de aluminio por lo general es una décima parte de lo que se necesita para construir plantas que produzcan la materia prima nueva, indicó Wood Mackenzie, firma consultora con sede en el Reino Unido.
Aquellos a cargo de las políticas en algunas partes del mundo han fijado objetivos ambiciosos para el reciclaje. El cuerpo ejecutivo de la Unión Europea este año propuso la meta de obtener al menos un 15% de algunas materias primas críticas de sus propias fuentes recicladas.
“Si no entra en el campo del reciclaje, seguiremos siendo canibalizados por este porque el mundo lo verá cada vez más”, dijo Stausholm.
A nivel mundial, el 42% del aluminio se obtendrá de la chatarra para 2050, en comparación con el 26% en 2022, estima Wood Mackenzie. En cuanto al litio, el metal reciclado podría abarcar el 39% del mercado para entonces, frente al 2% el año pasado.
Algunos ejecutivos dicen que las grandes empresas mineras occidentales tendrán que involucrarse en el suministro de chatarra de alguna forma para seguir siendo pertinentes. Pero varias también pusieron de relieve los inconvenientes, como los márgenes que por lo general son más escasos que los de la explotación de grandes pozos mineros.
Para BHP, la minera número 1 del mundo por valor de mercado, el reciclaje de metal no ofrece la misma escala, ganancias ni requiere las mismas capacidades que su negocio central de extracción de materias primas como mineral de hierro y carbón en el Outback australiano.
“El hecho es que no es tan fácil de hacer como todo el mundo cree”, dijo Duncan Wanblad, director ejecutivo de la empresa minera Anglo American con sede en Londres, la que está buscando asociaciones.
“No es como tomar simplemente un horno de fundición o una refinería como lo que tiene actualmente y empezar a echarle chatarra", agregó.
Muchos clientes también siguen necesitando metal nuevo. El aluminio hecho de chatarra puede tener impurezas significativas, lo que implica que no cumple los estándares para algunos productos aeroespaciales, electrónicos y de defensa.
El reciclaje solamente no puede satisfacer la demanda que se proyecta para la transición energética mundial, afirman las mineras. Los automóviles eléctricos y la infraestructura de energía renovable utilizan varias veces más cobre que los vehículos bencineros y las plantas de carbón.
Un informe de la Agencia Internacional de Energía (AIE) sobre las cadenas de suministro para baterías de vehículos eléctricos el año pasado estimaba que se necesitarían otras 50 minas de litio de tamaño promedio, 60 minas de níquel y 17 de cobalto para 2030 para cumplir los compromisos climáticos.
Sin embargo, desarrollar una mina toma tiempo —16 años en promedio, según la AIE— y el metal reciclado tiene significativamente menos emisiones de carbono. La producción de aluminio reciclado tiene habitualmente una huella de carbono cinco a 25 veces más baja que el metal nuevo, de acuerdo a Wood Mackenzie.
“El reciclaje no podrá sustituir por completo la minería; stá demás decirlo”, manifestó Emmanuel Katrakis, secretario general de la Confederación Europea de Industrias de Reciclaje, a principios de este año.
“Sin embargo, el reciclaje es fundamental para eliminar riesgos en las cadenas de suministro e impulsar la sostenibilidad de las materias primas, ya sean metales básicos o críticos”, sumó Katrakis.
Los acuerdos recientes involucran asociaciones con empresas que tienen experiencia en la recolección de chatarra, que a veces recibe el nombre de minería urbana; una labor que no está dentro de la práctica de las mineras como Rio Tinto.
Según Nick Pickens, director de investigación minera global de Wood Mackenzie, las empresas mineras que se están ramificando hasta ahora solo están haciendo eso donde tienen capacidad de procesamiento de fundición o refinación existentes.
"Los principales productores de mineral de hierro y cobre están obteniendo grandes ganancias de sus operaciones existentes. Y en este momento no tiene mucho sentido para ellos participar en negocios con márgenes más escuálidos y en los que tienen una experiencia de operación limitada" señaló.
Algunas empresas mineras ya tienen una posición establecida considerable. En el caso de Glencore, un gran actor que ha estado reciclando metales durante décadas, su acuerdo reciente con Li-Cycle muestra cómo la empresa se está posicionando para la transición energética.
El negocio de reciclaje aporta entre US$ 200 millones y US$ 250 millones, o menos del 1%, a las ganancias antes de intereses, impuestos, depreciación y amortización. Los ejecutivos esperan que sea un múltiplo de esa cantidad dentro de cinco años.
“Vemos todos estos vientos a favor”, expresó Kunal Sinha, jefe global de reciclaje de Glencore, al señalar los cambios reguladores y la demanda de los consumidores, como la de la industria de la moda.
Mark Cutifani, presidente de la empresa minera brasileña Vale, cuenta que ha habido una evolución en la forma en que las mineras piensan sobre su papel en la transición energética y la llamada economía circular.
El negocio de metales básicos de Vale gasta hasta US$ 200 millones cada año en la compra de chatarra para reciclar. Antes de terminar su mandato de casi una década como director ejecutivo de Anglo American el año pasado, Cutifani dijo que las mineras tenían que empezar a hablar más sobre ser proveedores de materiales y no solo sobre excavar.
Fuente: WALL STREET JOURNAL/MINING PRESS/ENERNEWS