Francia abre su primera fábrica de baterías para coches eléctricos

La producción comenzará en verano y las primeras ventas están previstas para finales de 2023
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La "gigafactoría" del norte de Francia será una de las primeras plantas de Europa en fabricar baterías para coches eléctricos, un sector tradicionalmente dominado por China.

Francia inaugura su primera fábrica de baterías para coches eléctricos, en el marco de las ambiciones del Gobierno de "reindustrializar" el país y alcanzar a los fabricantes chinos en un sector en auge.

La fábrica de Billy-Berclau, en el norte de Francia, es propiedad de Automotive Cells Company, una sociedad entre el gigante energético francés TotalEnergies, Mercedes-Benz y Stellantis, propietaria de varias marcas, entre ellas Peugeot, Fiat y Chrysler.

A la inauguración de la gigafactoría, de 640 metros de largo por 100 de ancho, asistieron los presidentes de las empresas, el Ministro de Economía, Bruno Le Maire, la Ministra de Transición Energética, Agnès Pannier-Runacher, el Ministro de Industria, Roland Lescure, y autoridades italianas y alemanas.

"Es la primera vez en décadas que se recrea en Francia un sector industrial partiendo casi de la nada", declaró el Ministerio de Economía francés.

Enormes máquinas conectadas aplanarán, cortarán y apilarán láminas de aluminio recubiertas de una pasta de minerales raros -la base de estas pilas- que luego serán ensambladas y rellenadas con electrolitos por trabajadores con batas blancas en salas inmaculadas.

La producción comenzará en verano y las primeras ventas están previstas para finales de 2023.

Cambio en la industria del automóvil

La inauguración simboliza el giro forzado de la industria automovilística hacia la electrificación, con un gran apoyo público, de cara a la prohibición de la UE de vender coches nuevos de gasolina y diésel a partir de 2035.

El grupo ACC, que se considera un "Airbus de la batería", será uno de los primeros en producir en Europa.

Le seguirán otras cuatro plantas de baterías en Francia, todas ellas situadas en la región de Hauts-de-France, donde está surgiendo un ecosistema que los representantes electos y los industriales han bautizado como "Battery Valley", la respuesta de la industria del coche eléctrico a Silicon Valley.

El grupo chino-japonés AESC-Envision, cerca de Douai (Norte), tiene previsto suministrar electricidad a Renault a partir de principios de 2025, la start-up Verkor, con sede en Grenoble, producirá a partir de mediados de 2025 en Dunkerque, y el grupo taiwanés ProLogium aspira a iniciar la producción a finales de 2026 en su primera planta en el extranjero.

En total, en los últimos años se han anunciado unos 50 proyectos de este tipo en toda Europa.

Es mucho lo que está en juego: Europa no quiere depender excesivamente de los proveedores asiáticos, sobre todo chinos, que le llevan entre 10 y 20 años de ventaja en este campo.

El Gobierno francés se ha fijado el objetivo de producir 2 millones de vehículos eléctricos al año en Francia de aquí a 2030, como recuerda Bercy, estimando que sólo ACC debería producir lo suficiente para equipar 500.000 vehículos al año de aquí a esa fecha.

Una batalla cuesta arriba

Francia pretende abastecer a su industria automovilística con suficientes baterías ensambladas en el país de aquí a 2027, e incluso exportar baterías francesas a partir de entonces.

Pero sigue en desventaja por el precio de su energía, en comparación con China y Estados Unidos, que subvencionan fuertemente esta industria.

Como muestra del apoyo público, el grupo ha recibido más de 1.200 millones de euros de financiación pública, incluidos 845 millones de ayuda francesa, de una inversión total de 7.000 millones de euros en los distintos centros de ACC, entre ellos la planta de Billy-Berclau, un centro de investigación en Charente y dos futuras plantas previstas en Alemania e Italia.

Pero la tecnología de iones de litio utilizada en la primera línea de ACC sigue necesitando metales estratégicos cuya cadena de suministro está ampliamente dominada por China: litio, níquel y manganeso.

La transición también representa un importante reto social, con la pérdida prevista de decenas de miles de puestos de trabajo según sindicatos y organizaciones patronales, mientras que Battery Valley necesita contratar y formar a más de 20.000 personas en pocos años.

Noticia tomada de: Euro News /  Traducción libre del inglés por World Energy Trade

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