De qué hablamos cuando hablamos de "minería responsable"



Por Marita Ahumada
La distorsión deliberada de la realidad de la actividad minera actual por parte de grupos opositores a esta industria ha logrado con todo éxito sembrar creencias catastrofistas en la comunidad. En muchos casos, se ha apelado al factor emocional con el claro objetivo de instalar el “no a la mina” en la opinión pública.
Son varias las frases que han sido utilizadas para viralizar estos mensajes que lograron frenar una actividad industrial que, por el contrario a “cianuro = muerte” o “se llevan todo y no dejan nada”, es líder en controles ambientales y permite el desarrollo de la vida moderna.
El discurso antiminero extremo con su “el agua no se negocia” solo ha resaltado los potenciales impactos negativos que podría traer aparejada esta industria, sin mencionar que existe legislación de protección ambiental, que la tecnología que se utiliza es la misma de la de países del primer mundo, o, los minuciosos controles que se realizan.
Así es que la “minería responsable” aporta beneficios a los países anfitriones, y su objetivo fundamental se basa en la distribución equitativa de los beneficios, y en la minimización de los impactos negativos sobre las personas y de los diferentes elementos que componen el ambiente.
Desarrollo local
Si las relaciones con la comunidad y con las instituciones gubernamentales, los recursos y las operaciones no se gestionaran adecuadamente, seguramente podrían producirse los impactos negativos analizados para cada proyecto minero.
Sin embargo, la industria minera responsable aporta al crecimiento económico local, al desarrollo de infraestructura y a la calificación de la mano de obra trabajando desde la prevención y con altos estándares de calidad.
Instituciones a nivel global como el Banco Mundial estiman que para el año 2050, unos 3.000 millones de personas más se trasladarán desde su lugar de origen a las ciudades, por lo que el consumo de minerales y metales está directamente relacionado con la urbanización.
Por ello, la extracción de recursos minerales como cobre y níquel (también cal, arena, hierro, aluminio), y en particular el uranio por su aplicación en el tratamiento de enfermedades como el cáncer continuará desempeñando un papel importante para la construcción de sociedades sostenibles en las futuras décadas.
Objetivos del desarrollo sostenible
Naciones Unidas ha demostrado en numerosos artículos que la industria minera aporta positivamente a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, siempre que se evite que la explotación minera artesanal y a pequeña escala provoquen daños ambientales o riesgos para la salud de sus localidades.
Los minerales y metales son esenciales para la producción de tecnologías bajas en carbono y para la generación y abastecimiento de energía renovable, también denominada energía verde o limpia. La fabricación de un generador eólico requiere grandes cantidades de metales y minerales tradicionales como áridos para hormigonado, aluminio para su material de construcción y cobre para el bobinado de motores y cables de transmisión.
De acuerdo con publicaciones de la Asociación Internacional para Promoción de la Geoética (IAPG) en 2017, las empresas mineras se esfuerzan cada vez más por reducir el impacto ambiental y minimizar la huella de sus actividades a lo largo del ciclo minero, incluyendo la rehabilitación del terreno y de los ecosistemas tras el cierre de mina, y el tratamiento de los aspectos sociales del cierre.
Participación de las comunidades
Desarrollar un proyecto minero requiere además la participación responsable y comprometida de las comunidades locales, para que a través del diálogo, se generen diferentes oportunidades de acción colaborativa que traigan beneficios sostenibles para todas las partes. La opinión debe ser fundada y no en base a mitos creados tras años de repetición.
El compromiso va más allá de tomar conocimiento técnico sobre los proyectos mineros. Debemos tener un comportamiento responsable en cuanto al consumo, ya que como consumidores no podemos oponernos sin fundamentos cuando necesitamos minerales para la fabricación de los productos que necesitamos adquirir.
Por esto, la minería responsable respeta y protege de manera demostrable los intereses de todas las partes interesadas, la salud humana y el ambiente, y contribuye clara y equitativamente a un amplio desarrollo económico del país productor y a beneficiar a las comunidades locales, adoptando las mejores prácticas internacionales y defendiendo el estado de derecho.
Fuente: diario Los Andes